El Reino Unido se enfrenta a una situación alarmante: la violencia desatada por grupos de extrema derecha contra migrantes y refugiados ha alcanzado niveles preocupantes. Esta ola de violencia no es un fenómeno aislado; es el resultado de años de discursos inflamatorios y deshumanizantes promovidos por políticos y medios de comunicación. La retórica de odio y los bulos han calado en la sociedad, creando un ambiente de hostilidad que ahora se manifiesta en actos violentos y disturbios.
Nigel Farage, líder del partido de extrema derecha Reform y actual diputado, es uno de los principales responsables de alimentar este odio. En julio de 2020, Farage difundió un vídeo en el que acusaba a un hotel que albergaba solicitantes de asilo de estar lleno de “inmigrantes ilegales” que, según él, representaban una amenaza para la seguridad de las mujeres locales. Estas declaraciones, además de ser falsas, son extremadamente peligrosas, ya que fomentan el miedo y la desconfianza hacia personas que simplemente buscan refugio y protección.
La retórica anti-inmigración no se limita a los partidos de extrema derecha. El propio Gobierno conservador, que estuvo en el poder durante 14 años, contribuyó a este clima de xenofobia al describir la llegada de migrantes al país como una “invasión”. Este tipo de lenguaje no solo deshumaniza a los migrantes, sino que también legitima la violencia y el odio hacia ellos.
DISTURBIOS Y VIOLENCIA EN LAS CALLES
Los recientes disturbios en Rotherham y Tamworth son un claro ejemplo de las consecuencias de esta retórica. Grupos neonazis y de extrema derecha han organizado asaltos contra hoteles que albergan refugiados, resultando en la detención de casi medio millar de personas. Estos ataques son la culminación de años de discursos de odio que han alimentado la hostilidad hacia los migrantes.
El asesinato de tres niñas en Southport, que desencadenó estos disturbios, es un caso particularmente trágico. El hecho de que el acusado sea un joven de 17 años nacido en Gales ha sido utilizado por la extrema derecha para promover bulos y teorías conspirativas, a pesar de la censura legal que impide la publicación de detalles sobre el caso. Esta manipulación de la información es un reflejo de cómo la extrema derecha explota tragedias para alimentar su agenda de odio.
La respuesta del nuevo primer ministro laborista, Keir Starmer, ha sido contundente. Starmer ha prometido tomar medidas enérgicas contra los “matones” que están sembrando el caos en las calles, y ha movilizado a las fuerzas policiales para restaurar el orden. Sin embargo, es importante recordar que la violencia que estamos presenciando no es simplemente obra de unos pocos extremistas; es el resultado de años de permisividad y complicidad por parte de las autoridades y los medios de comunicación.
La ministra del Interior, Yvette Cooper, ha declarado que estos actos de violencia son “deplorables” y no representan los valores del Reino Unido. Sin embargo, las palabras de Cooper se ven socavadas por el hecho de que el discurso anti-inmigración ha sido una constante en el Parlamento durante los últimos años. Políticos como Suella Braverman, exministra del Interior, han hablado abiertamente de una “invasión” de migrantes, utilizando un lenguaje que deshumaniza a quienes buscan asilo y alimenta la hostilidad hacia ellos.
EL IMPACTO DE LA RETÓRICA POLÍTICA Y MEDIÁTICA
La retórica de “parar los barcos” ha sido adoptada no solo por el Partido Conservador, sino también por el Partido Laborista y los medios de comunicación, incluida la BBC. Este tipo de discurso, que presenta la llegada de migrantes como una amenaza para la seguridad nacional, ha calado profundamente en la opinión pública. En 2022, una encuesta de YouGov reveló que el 76% de los votantes conservadores consideraban “apropiado” describir la llegada de migrantes como una “invasión”.
El impacto de esta retórica se extiende más allá de las calles del Reino Unido. Los comentarios despectivos y deshumanizantes hacia los migrantes han sido repetidos y amplificados por presentadores de televisión y columnistas en medios como The Times, The Sun y The Spectator. Estas plataformas no solo perpetúan los estereotipos y prejuicios contra los migrantes, sino que también justifican la violencia contra ellos.
El economista Jonathan Portes, experto en migración del King’s College de Londres, ha señalado la responsabilidad de los medios en la escalada de violencia. Portes ha descrito los ataques contra los hoteles que albergan refugiados como intentos de “pogromos” y ha advertido sobre el peligro de la interacción entre la prensa supuestamente respetable y las redes sociales. Esta interacción, según Portes, crea un caldo de cultivo para el odio y la violencia.
La situación en el Reino Unido es un recordatorio de los peligros de permitir que la retórica de odio y desinformación se arraigue en la sociedad. Los políticos y los medios de comunicación tienen una responsabilidad crucial en la creación de un discurso público que respete la dignidad y los derechos de todas las personas, independientemente de su origen o estatus migratorio. Si no se abordan las raíces de esta violencia, el Reino Unido corre el riesgo de convertirse en un país donde el odio y la intolerancia se normalizan y perpetúan.
LA NECESIDAD DE UNA REFLEXIÓN COLECTIVA
Es fundamental que la sociedad británica reflexione sobre el camino que ha tomado. La xenofobia y el racismo no solo afectan a las víctimas directas de la violencia, sino que también corrompen los valores de justicia y humanidad que deberían ser el fundamento de cualquier sociedad democrática.
La migración neta en el Reino Unido ha aumentado en los últimos años, en parte debido al flujo de estudiantes, trabajadores con visado y refugiados de guerras en Ucrania y Afganistán. En lugar de ver a estos migrantes como una amenaza, es necesario reconocer su contribución al país y garantizar que se les trate con dignidad y respeto.
La retórica política debe cambiar urgentemente. Los líderes deben adoptar un lenguaje que promueva la inclusión y la solidaridad, en lugar de fomentar la división y el odio. La sociedad británica no puede permitirse seguir el camino de la violencia y la intolerancia; es hora de construir un futuro basado en la empatía y la justicia para todas y todos.
El Reino Unido se encuentra en una encrucijada. Las decisiones que se tomen hoy determinarán si se convierte en un país donde el odio prevalece, o en una sociedad que valora la diversidad y defiende los derechos de todas las personas, independientemente de su origen. Es hora de que los políticos, los medios de comunicación y la sociedad en su conjunto asuman su responsabilidad y trabajen juntos para erradicar la xenofobia y construir un Reino Unido más justo e inclusivo.
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