Este protocolo, que fue revocado en 2016 debido a la controversia que lo rodeaba, tiene sus orígenes en los años 80 y ha sido aplicado en situaciones previas con consecuencias igualmente trágicas.
El 7 de octubre de 2023, Israel vivió uno de los ataques más mortales de su historia reciente, llevado a cabo por militantes de Hamas. La violencia, que se extendió desde el sur de Israel hasta la Franja de Gaza, dejó una cifra devastadora: más de 1.000 muertos y cientos de personas secuestradas. Entre el caos y la confusión de ese día, el ejército israelí reactivó la Directiva Hannibal, un polémico protocolo diseñado para evitar el secuestro de soldados a cualquier costo, incluso si eso implica la muerte de los propios secuestrados.
Este protocolo, que fue revocado en 2016 debido a la controversia que lo rodeaba, tiene sus orígenes en los años 80 y ha sido aplicado en situaciones previas con consecuencias igualmente trágicas. Sin embargo, el uso del mismo el 7 de octubre ha vuelto a poner en tela de juicio la moralidad y efectividad de las tácticas militares israelíes, especialmente cuando estas terminan resultando en la muerte de ciudadanos israelíes por fuego amigo.
Qué es la Directiva Hannibal?
La Directiva Hannibal, diseñada para situaciones de secuestro militar, ordena tomar medidas extremas para evitar que soldados sean capturados por fuerzas enemigas. Esto incluye el uso de fuego indiscriminado, ataques con misiles o cualquier otro medio, incluso si el soldado secuestrado resulta dañado o muerto en el proceso. La directiva se aplicó en momentos clave del conflicto israelí-palestino, pero su implementación más notoria antes de octubre de 2023 fue en 2014, durante el conflicto en Gaza, cuando el soldado Hadar Goldin fue secuestrado por Hamas. En ese incidente, las fuerzas israelíes bombardearon intensamente la ciudad de Rafah, matando a 135 palestinos, incluidos 75 niños.
El nombre de la directiva hace referencia a Aníbal, el general cartaginés que prefirió suicidarse antes que ser capturado por los romanos. Aunque se ha intentado minimizar la relevancia del nombre, su connotación ha sido parte del simbolismo militar israelí. La filosofía detrás de la directiva es clara: un soldado muerto es preferible a un soldado capturado, ya que los secuestros de soldados israelíes a menudo resultan en acuerdos de intercambio de prisioneros desproporcionados, como ocurrió en el caso de Gilad Shalit, liberado a cambio de más de 1.000 prisioneros palestinos.
El 7 de octubre: un día de caos y confusión
La mañana del 7 de octubre, Hamas lanzó un ataque sorpresa durante el fin del Simchat Torah, un día festivo en Israel. Grupos armados cruzaron la frontera, asaltaron comunidades israelíes cercanas a Gaza, y tomaron como rehenes a decenas de civiles y soldados. La respuesta del ejército israelí fue inmediata, pero caótica. Según varios informes, la Directiva Hannibal fue aplicada en múltiples puntos de enfrentamiento, incluidos el cruce de Erez y la base militar de Re’im, ambos escenarios de combates entre Hamas y las fuerzas israelíes.
El ejército emitió órdenes claras: ningún vehículo podía regresar a Gaza. Bajo esta instrucción, se ordenó disparar contra cualquier coche sospechoso que pudiera estar transportando rehenes hacia la Franja. Los resultados fueron devastadores. Según un informe posterior de la ONU, al menos 14 ciudadanos israelíes murieron como resultado del fuego israelí, incluidos niños y ancianos que habían sido secuestrados por Hamas. El dilema moral del ejército fue evidente: el intento de evitar el secuestro terminó sacrificando vidas inocentes.
Uno de los incidentes más trágicos ocurrió en Kibbutz Be’eri, donde Hamas mantenía a 14 rehenes en una casa. A pesar de los esfuerzos por negociar, el ejército israelí decidió bombardear el edificio con proyectiles de tanques. Solo un rehén sobrevivió a este ataque. La Directiva Hannibal había cobrado nuevamente un alto precio en vidas humanas, y esta vez, el costo incluía a sus propios ciudadanos.
Controversia y repercusiones
La aplicación de la Directiva Hannibal ha generado un intenso debate tanto dentro como fuera de Israel. Sus críticos argumentan que este protocolo fomenta una lógica militar que prioriza la eliminación del enemigo sobre la vida de los propios ciudadanos. Desde su creación, la directiva ha sido señalada por alentar el uso excesivo de la fuerza y poner en riesgo la vida de los rehenes, tanto soldados como civiles. Los defensores de la medida, por otro lado, sostienen que en situaciones de secuestro, Israel no puede permitirse el lujo de permitir que sus soldados sean utilizados como fichas de negociación, dado el historial de intercambios desproporcionados.
La reactivación de esta directiva durante los ataques del 7 de octubre también ha expuesto las deficiencias en la coordinación y preparación del ejército israelí frente a ataques sorpresa. La falta de información clara y la urgencia por detener a los militantes de Hamas llevaron a decisiones drásticas, y en algunos casos, fatales. Testigos han reportado cómo soldados recibieron órdenes de disparar contra cualquier vehículo que intentara regresar a Gaza, sin saber si dentro había secuestrados israelíes o no. El balance final fue un día en el que el caos y la desesperación marcaron la pauta, con las consecuencias más dolorosas para las familias de los rehenes israelíes que murieron por fuego amigo.
Un futuro incierto para las tácticas militares israelíes
Aunque la Directiva Hannibal fue oficialmente descontinuada en 2016, su uso en el ataque del 7 de octubre revela que sigue siendo parte del arsenal operativo del ejército israelí. La pregunta que queda en el aire es si este tipo de tácticas tiene cabida en un conflicto donde los secuestros y las negociaciones de rehenes siguen siendo una realidad. El dilema entre proteger a los soldados y minimizar los daños colaterales sigue siendo una de las decisiones más difíciles para cualquier fuerza militar, pero los eventos del 7 de octubre subrayan la necesidad de repensar las estrategias que sacrifican vidas inocentes en nombre de la seguridad.
El futuro de la Directiva Hannibal y otras tácticas similares está en el centro de un debate más amplio sobre la ética militar, la proporcionalidad en el uso de la fuerza y la protección de los derechos humanos en tiempos de guerra. Mientras tanto, las familias de las víctimas siguen esperando respuestas sobre cómo y por qué el ejército israelí decidió disparar contra los suyos en un intento desesperado por contener la violencia.
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