Un reportaje de El Confidencial ha puesto de manifiesto el auge de la extrema derecha entre menores.
El medio digital El Confidencial ha publicado un extenso reportaje en el que se pone de manifesto el abrupto crecimiento de la extrema derecha en los grupos de niños y adolescentes menores.
Para ello consultan diversas fuentes relacionadas con el sector de la educación como lo es Eugenia Monroy, profesora de Secundaria en un instituto del sur de Madrid, quien asegura que «desde el curso pasado se nota mucho más en los institutos porque tiene que ver con el desamparo a raíz de la pandemia y de la crisis».

Esto, explica la profesora, se ha comenzado a ver en «hijos de la clase trabajadora que vienen de familias en muchos casos desestructuradas», donde antes «había pudor en presentar actitudes que iban en contra de los derechos humanos; ahora no, ahora hay orgullo. Ahora, ser rebelde es ser reaccionario».
Esto conlleva a que a que actitudes como el machismo, el racismo o la xenofobia se convierta en lo «moderno», entendiendo que dichas actitudes se contraponen al contenido de las élites.
El contexto se propugna en un marco de inestabilidad social, donde se ha creado una construcción ideológica en la que se rememora el pasado como un tiempo mejor.
Las consecuencias son obvias y se manifiestan en su beligerante acoso racista o lgtbifóbico, que se resume en posiciones de fracaso escolar con sentencias como: «para qué voy a estudiar si los migrantes me quitarán el trabajo» o «para qué voy a estudiar si los homosexuales se mantienen de los chiringuitos de las élites».
De este modo se deduce que los puntos de conflicto se dan en lo masculino: “Lo que veo hablando con ellos es que hay un desamparo entre los varones que se manifiestan como heterosexuales que les lleva a buscar una comunidad en el antialgo”, explica la profesora. “Se sienten muy atacados y muy débiles desde la ola del feminismo de 2018 y 2019, dicen que están en contra del maltrato a las mujeres y de los violadores, pero no ven relación entre los micromachismos y la violencia. Se preguntan: ‘¿Pero yo qué he hecho?”, alude la profesora.
Solano coincide en que «son especialmente beligerantes con las acciones contra la homofobia o lgtifobia en general, ante las que exhiben la bandera española como contraste». Monroy tiene claro que el principal eje es el de la masculinidad y la lucha feminista, que ha generado una brecha. «Se sienten atacados por el feminismo y el mundo LGTBI+, porque ellos piensan que parece que ahora ser heterosexual sin más es lo peor que puedes ser, que está mejor tener cualquier otra preferencia o identidad de género”, razona. “Se sienten acorralados y confusos, se les dice que tiene que tener otro rol, pero no saben cuál”.
Related posts
Papá legisla, los hijos se enriquecen
Cuando el poder político se confunde con el beneficio privado, la democracia se convierte en un cajero automático familiar.
De cuando la ONU reconoció el hambre como crimen y Estados Unidos e Israel dijeron no
En 2021, 186 países votaron a favor de reconocer el derecho humano a la alimentación. Solo dos se opusieron: los mismos que hoy justifican bloqueos y genocidios.
Friedrich Merz declara la guerra al Estado del bienestar alemán
El canciller se arrodilla ante las élites económicas mientras abre la puerta a recortar derechos sociales.
Vídeo | París marca el camino
París acaba de plantar un bosque en pleno centro. Donde antes había cemento y calor, ahora hay sombra, frescor y vida. Si ellos pueden, ¿qué excusa tienen nuestras ciudades? La crisis climática no espera: lo público debe apostar por espacios verdes, habitables y resilientes.
Vídeo | Jefaza
Cuando la ciudadanía se rebela, cuando una mujer de 87 años se atreve a pegar una pegatina contra el genocidio, mandan a cinco policías a por ella como si fuera peligrosa.