Una pantomima de mal gusto que solo ha servido para evidenciar la falta de seriedad y compromiso de algunos políticos
Vaya espectáculo trágico-cómico que nos brindó Ramón Tamames con su moción de censura. Resulta sorprendente que alguien que estuvo sesteando en la tarde del martes tenga tanta energía para enfrentarse al segundo día. ¿Será que se alimenta de la polémica? O tal vez, su fuente de energía sea la indignación, esa emoción que le brota cuando alguien le lleva la contraria.
No obstante, hay que reconocer que Tamames posee un don, y es el de presentar discursos colmados de bulos, falsedades e ideas estrambóticas, sin que su semblante revele la más mínima vergüenza. Todo un talento que, sin duda, no todos ostentamos.
Y ¿qué decir de su acusación de que el Gobierno y la izquierda en general utilizan a las mujeres como moneda de cambio? Claro, porque las mujeres no tienen voz ni voto, ¿verdad? Meros objetos de trueque para conseguir el poder. Una idea que, sin duda, es totalmente novedosa y no está en absoluto trillada en esta extrema derecha que llena escaños e instituciones en España.
Además, Tamames es todo un visionario. Él sabe que la oleada feminista es la causa directa del aumento de las violaciones. Claro, porque antes de que las mujeres se revelaran y lucharan por sus derechos, los hombres respetaban su integridad física y psicológica. ¿Por qué no se nos ocurrió antes?
Pero no solo Tamames fue el protagonista de este esperpento, este dislate debe ser compartido. El Partido Popular también tuvo su momento de gloria al no votar en contra de la moción por respeto a la figura de Tamames. ¡Qué nobleza! ¿Acaso no saben que votar en contra de la moción hubiera sido lo más lógico y coherente? Pero no, ellos prefieren hacer gala de su respeto a la figura del candidato, aunque eso signifique dejar que la moción prospere y que el Gobierno se fortalezca.
Por otro lado, la intervención de Cuca Gamarra fue todo un poema. No solo cargó contra el Gobierno, sino que utilizó el término «nuestro Estado» de manera patrimonial. Claro, porque el Estado es de su propiedad y ellos deciden qué hacer con él. ¿Acaso se olvidó de que el Estado es de todos los ciudadanos y que los políticos están ahí para servir a la ciudadanía y no al revés?
En definitiva, la moción de censura liderada por Tamames solo podía ser un mal chiste, una pantomima de mal gusto que solo ha servido para evidenciar la falta de seriedad y compromiso de algunos políticos. Tal vez, en el futuro, debamos buscar candidatos que no solo sean capaces de presentar discursos colmados de mentiras y ocurrencias, sino que también tengan un mínimo de respeto por la inteligencia y la capacidad crítica de los ciudadanos.
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