Las grabaciones que incriminan a Santos Cerdán colocan al Gobierno de Sánchez en su momento más crítico
UN INFORME DEMOLEDOR QUE DESANGRA AL PSOE
Ocho grabaciones, mordidas millonarias y obras supuestamente amañadas. Así retrata el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil la presunta trama de corrupción que ha estallado en el corazón del Partido Socialista. Un escándalo que ha arrastrado a su secretario de Organización, Santos Cerdán, fuera del partido y ha dejado al Gobierno contra las cuerdas.
Pedro Sánchez compareció con gesto sombrío en Ferraz: “No debimos confiar en él”. Se disculpó ante la ciudadanía, pero se negó a convocar elecciones anticipadas: “Convocatoria electoral no va a haber hasta 2027 porque esto no va de mí ni del PSOE. Va de un proyecto político que está haciendo cosas buenas por nuestro país”.
Pero el daño ya está hecho. La UCO ha documentado conversaciones en las que Cerdán habla abiertamente de cifras: “550.000 y de ahí descontamos”. Una frase que quedará marcada a fuego en la memoria política de este Gobierno. Según el informe, el exnúmero tres del PSOE habría gestionado el pago de al menos 620.000 euros en comisiones ilegales vinculadas a adjudicaciones públicas, a beneficio propio y de otros miembros de la trama como José Luis Ábalos y Koldo García.
El fuego interno es devastador. “Esto no es como lo de Ábalos, es mucho peor”, reconocía un alto cargo del Ejecutivo. La propia militancia socialista habla de “desgarro” y “traición”. Cerdán, hombre de máxima confianza de Sánchez, habría engañado a su partido durante años. Hasta el miércoles por la noche, el PSOE, bajo su mando, emitía comunicados negando cualquier implicación. Al día siguiente, tras verse acorralado por la evidencia, dimitía entre lágrimas forzadas.
El informe judicial es demoledor: mordidas, amaños en adjudicaciones y ocho grabaciones que dibujan la arquitectura de un sistema podrido. Cinco de esas grabaciones fueron realizadas por el propio Koldo García, que actuó como confidente de la Guardia Civil, grabando reuniones con Cerdán y Ábalos entre 2019 y 2023. En ellas, se negocian repartos de fondos, se planifican pagos y se comentan detalles de adjudicaciones en Murcia y Sevilla.
UN GOBIERNO A LA DERIVA Y UN PARTIDO EN ESTADO DE SHOCK
El presidente ha intentado levantar un cortafuegos: renovación de la dirección del PSOE y auditoría externa. Pero en los pasillos del Congreso y en las filas de sus socios parlamentarios se respira otra cosa: decepción, rabia y temor al coste político de esta crisis.
Sánchez intenta huir del paralelismo con la corrupción estructural que tumbó al PP de Rajoy. Repite que “no existe la corrupción cero, pero sí la tolerancia cero”, intentando mantener el relato de regeneración democrática que le llevó a la Moncloa en 2018. Sin embargo, los hechos son tozudos: esta vez la corrupción golpea en el núcleo de su propio partido y a uno de sus hombres más cercanos.
La frialdad de Cerdán ha dejado helados a quienes confiaron en él. Durante meses, en reuniones internas y conversaciones personales, mantuvo que no sabía nada y que jamás había participado en actividades ilícitas. La noche antes de su caída, llamó personalmente a Sánchez para reafirmar su inocencia. El mismo jueves por la mañana, seguía declarando ante la prensa: “Estoy muy tranquilo. No he cometido ninguna ilegalidad.” Horas después, sería forzado a renunciar.
Las consecuencias judiciales pueden ser aún más explosivas. El juez considera que hay indicios suficientes para imputar a Cerdán por organización criminal y cohecho. Y la investigación sigue abierta. ¿Hasta dónde llegará? ¿Quién más caerá? La respuesta puede dinamitar la legislatura.
Por ahora, Sánchez resiste, pero cada día que pasa, su margen político se estrecha. El 5 de julio, el Comité Federal del PSOE intentará escenificar un cierre en falso de la crisis con la renovación de la cúpula. Pero la fractura interna es profunda, la confianza está rota y el argumentario de la regeneración democrática se tambalea.
Este escándalo no se arregla con comparecencias ni con auditorías cosméticas. El Gobierno que prometió limpiar la política española ha terminado atrapado en la misma telaraña que juró combatir. Y ahora cuelga, contra las cuerdas, con el país entero mirando.
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