Señora Ayuso,
ayer en la Real Casa de Correos no recibió usted a una diplomática. Recibió la sombra de un Estado que convierte en escombros hospitales, escuelas y viviendas en Gaza. Se fotografió con la representante de un gobierno acusado en la Corte Penal Internacional de crímenes contra la humanidad. Y lo hizo con sonrisa y discurso de “convivencia”. Lo suyo no es diplomacia: es complicidad con un genocidio.
🇮🇱🤝 La presidenta @IdiazAyuso se ha reunido en la Real Casa de Correos con la encargada de negocios de la Embajada de Israel en España, Dana Erlich.
— Comunidad de Madrid (@ComunidadMadrid) September 25, 2025
👉 La jefa del Ejecutivo autonómico ha reiterado su trabajo por la convivencia en Madrid, rechazando señalamiento o persecución… pic.twitter.com/uim3CRs3Lx
La convivencia no se decreta con comunicados ni desayunos de Nueva Economía Fórum. La convivencia se funda en la justicia, y lo que usted bendijo ayer no es justicia, es barbarie. Cuando dice que “Madrid es la casa de todos”, convierte a Madrid en un refugio simbólico de verdugos y no de víctimas. A quienes no tienen casa porque la aviación israelí la redujo a polvo, usted les niega hasta la dignidad del duelo.
Su frase sobre Hamás —“es suicida que te aplaudan”— es de una obscenidad intelectual difícil de superar. En un momento en que la ONU, Médicos Sin Fronteras, Amnistía Internacional y hasta el propio rey Felipe VI han hablado de masacre, usted decide hacer el trabajo sucio del hasbara: reducir Palestina a Hamás, reducir la resistencia a terrorismo, reducir 64.000 muertos a ruido colateral. No es torpeza, es doctrina: usted reproduce palabra por palabra el argumentario oficial del sionismo.
No nos sorprende. Usted nunca defendió la libertad que proclama, sino su caricatura: la libertad del especulador, del comisionista, del fondo buitre, del privatizador. Ahora suma otra: la libertad del ocupante de arrasar y de colonizar impunemente. Madrid no es la “casa de todos”. Bajo su mandato, Madrid es la casa de las élites que saquean, de los cómplices que callan y de quienes legitiman la violencia más descarnada en nombre de la tradición o la geopolítica.
Habla usted de “extrema izquierda mundial” como si nombrar la masacre en Gaza fuera un capricho ideológico. No. Lo que es suicida no es denunciar un genocidio, lo suicida es callar mientras ocurre, callar como cómplice, callar como quien sabe que un día los tribunales internacionales pedirán responsabilidades.
Usted se cree astuta, pero lo suyo no es astucia, es servilismo. Ha elegido su bando, y no es el de los derechos humanos ni el de la memoria democrática. Es el de Netanyahu, Ben Gvir y toda una maquinaria de exterminio que algún día será condenada. La historia no se escribe con fotos en la Puerta del Sol. La historia se escribe con los nombres de quienes sostuvieron al verdugo mientras la sangre corría.
Señora Ayuso, lo que usted llama convivencia es la versión madrileña de la doctrina de la impunidad. Y lo que ayer escenificó en la Real Casa de Correos no fue un gesto institucional. Fue un acto de traición ética.
Y conviene que lo asuma: quien tiende la mano al verdugo, acaba con las suyas manchadas de sangre.
Atentamente,
@JavierFFerrero, Spanish Revolution
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