El Ayuntamiento da un golpe sobre la mesa y acusa a la plataforma de ser incompatible con la información veraz y honesta
La decisión del Ayuntamiento de Barcelona de abandonar ‘X’, antes conocida como Twitter, es mucho más que una estrategia comunicativa. Es una declaración política. El alcalde Jaume Collboni, que ya había cerrado su cuenta personal en la plataforma en septiembre de 2024, refuerza así el mensaje de que una red social que fomenta la desinformación y la polarización no tiene cabida en una ciudad comprometida con los valores democráticos.
Con cerca de 80 cuentas municipales activas en ‘X’, el consistorio gestionaba un flujo constante de información sobre servicios, alertas y eventos locales. Pero el gobierno municipal asegura que esa labor se ha vuelto insostenible en una plataforma que prima el ruido sobre la información, el enfrentamiento sobre el diálogo y el espectáculo sobre la responsabilidad.
El perfil de Elon Musk, propietario de ‘X’ y ahora también asesor del exmandatario estadounidense Donald Trump, parece haber sido la gota que colmó el vaso. Bajo su liderazgo, ‘X’ ha evolucionado hacia un espacio donde la intransigencia y la desinformación han desplazado cualquier atisbo de conversación democrática. Musk no solo cambió el nombre y el logo de la plataforma; transformó su esencia en un megáfono para discursos extremos y bulos, dejando de lado cualquier compromiso con la moderación o la responsabilidad editorial.
UNA DECISIÓN QUE ABRE CAMINO
Barcelona no es la primera institución que abandona ‘X’, pero sí la primera gran ciudad española en dar este paso. En Europa, varias capitales, instituciones y medios de comunicación han optado por desmarcarse de una red que consideran incompatible con los valores democráticos. Barcelona sigue esa senda, reafirmando su compromiso con una comunicación transparente y honesta hacia su ciudadanía.
El Ayuntamiento mantendrá una única cuenta en ‘X’, @bcn_ajuntament, dedicada exclusivamente a emergencias, alertas meteorológicas y afectaciones a la movilidad. Todo lo demás será redirigido a otros canales, como Instagram, Facebook, Telegram y las propias webs municipales. Con esta medida, Barcelona no solo protege su mensaje, sino que lanza una advertencia clara: la tolerancia a la desinformación no es una opción.
El contexto no es trivial. En un mundo donde las redes sociales han pasado de ser herramientas de conexión a espacios dominados por algoritmos que amplifican los discursos de odio y la manipulación, la responsabilidad institucional adquiere un nuevo significado. Abandonar ‘X’ no es solo una declaración contra Elon Musk y su modelo de negocio; es un rechazo frontal al sistema que permite que estas dinámicas proliferen.
La salida de Barcelona de ‘X’ podría marcar un precedente. ¿Cuántas ciudades más se atreverán a seguir el ejemplo?
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