Cuando Bebel iba a ser fusilado, se enfrentó al pelotón que le iba a asesinar para realizar una insólita petición.
Bebel García García fue un futbolista gallego que jugó como defensa en el Deportivo de La Coruña de 1932 a 1936, cuando este equipo militaba en Segunda División, en donde apenas llegó a jugar 28 partidos en total, pero sumó más de una decena de goles.
El periodista gallego Carlos Fernández hurgó en las raíces de la familia García: antes de asentarse en A Coruña, la familia vivía en Ribadeo, pero el cabeza de familia, socialista radical, fue desterrado por sus ideas a vivir a no menos de 150 kilómetros de Ribadeo y tuvieron que mudarse.
Sólo el primero de sus ocho hijos fue bautizado. Le llamó José. Al resto, según fueron naciendo, les dio nombres de personajes influyentes en la izquierda de finales del XIX: Bebel (por el socialdemócrata alemán August Bebel), Jaurés, Voltaire, France, Berthelot”, explica el periodista.
En A Coruña abrieron un negocio de fabricación, distribución y venta de lejía. Este oficio acabó otorgándoles el apodo con el que han pasado a la historia: los “Hermanos de la Lejía”. De hecho, desde 2002, a menos de cuarenta minutos a pie del estadio de Riazor una calle lleva su nombre como homenaje a esta familia ilustre que padeció los primeros compases de la Guerra Civil.
Tres de los ocho hermanos dedicaban además parte de su tiempo al deporte: France al boxeo; José, al atletismo y ciclismo; y Bebel al fútbol, que aunque en el campo no contaba con especial protagonismo, no ocurría lo mismo en los ambientes políticos en los que se movía. Bebel formó parte de las Juventudes Socialistas de La Coruña y vivió de primera mano el estallido de la Guerra Civil, conflicto que consideró mucho más importante que el fútbol y no dudó en jugarse la vida.
En 1935, un año antes de la Guerra Civil, Bebel y su hermano France fueron detenidos. Tal y como manifestó el gobernador, “según las investigaciones se pudo observar que en la mañana de ayer hubo determinadas personas que se reunieron para realizar no solamente ejercicios de formación sino también cánticos subversivos. Asimismo se pudo ver algunos individuos vestidos con camisa roja. Y como no estoy dispuesto a permitir mientras esté al frente de la provincia la menor siembra revolucionaria, he acordado el pase a la cárcel con imposición de multa de 250 pesetas a los vestidos de rojo y que son Bébel, France García, […] por considerarles incursos en actos contra el orden público definidos en los artículos segundo y tercero de la vigente ley de orden público; los demás no vestidos con camisas rojas serán sancionados con arreglo a los antecedentes de cada uno de ellos».”, justificaba escandalizado.
Cuando el 17 de julio de 1936 se produjo la rebelión militar en Melilla, momento que dio lugar al golpe de Estado y el estallido de la Guerra Civil. Ante esto, hubo desacuerdos entre los mandos militares de La Coruña: algunos como el general Enrique Salcedo no respaldaron el golpe. Esta decisión ocasionó que el general Mola le encargue al teniente coronel Luis Tovar Figueras que comandara el alzamiento. Su primera acción fue atacar la sede del Gobierno Civil, que fue defendida por aquellos que se mantenían fieles a la República; entre ellos, los hermanos García.
Bebel y France fueron detenidos por la Guardia Civil el 25 de julio en Guitiriz, municipio de Lugo, mientras trataban de huir a Asturias. Tras un juicio sumarísimo, fueron condenados a muerte. Un tercer hermano, Jaurés, fue también encarcelado y aunque en un primer momento no fue fusilado por ser menor de edad, finalmente apareció muerto en el exterior de la prisión, tras aplicársele la “Ley de Fugas”. Un cuarto hermano, José, de 25 años, fue juzgado por sedición pero consiguió huir en un barco pesquero y se unió a las tropas republicanas; tras la guerra, se exilió a Sudamérica.
La última voluntad de Bebel
Bebel fue llevado ante un pelotón de fusilamiento en el Campo de la Rata, cerca de la emblemática Torre de Hércules y murió a los 22 años. Su última voluntad antes de morir, concedida por sus verdugos, fue orinar de cara al pelotón antes de ser ejecutado como acto de rebeldía a las puertas de la muerte.
Cuando Bebe iba a ser fusilado, se enfrentó al pelotón que le iba a asesinar para orinar por última vez:
– “Un momento”, manda.
Y los soldados, gallegos como él, futboleros como él, obedecen.
Entonces Bebel se desabrocha la bragueta, lentamente, botón tras botón, y de cara al pelotón echa una larga meada.
Después, se abrocha la bragueta:
– “Ahora sí.”
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