El 25N vuelve a la calle para recordar lo que muchos poderes prefieren olvidar.
LA VIOLENCIA QUE SIGUE MATANDO MIENTRAS LAS INSTITUCIONES MIRAN A OTRO LADO
En lo que llevamos de 2025, 38 mujeres han sido asesinadas por sus agresores. Veinte menores han quedado huérfanos, víctimas directas de una maquinaria de violencia que reclama memoria y acción política. Hay dos casos bajo investigación, que elevarían la cifra a 40 mujeres asesinadas en menos de un año. Son datos oficiales que deberían haber provocado un terremoto político hace meses, no una colección de discursos vacíos.
Pero aquí seguimos: escuchando cómo ciertos partidos niegan la violencia machista, cómo otros recortan recursos esenciales, y cómo demasiadas administraciones tratan esta emergencia social como un gesto simbólico que puede aparcarse cuando incomoda. El 25N vuelve a llenar las calles porque quienes sostienen la respuesta institucional son precisamente quienes menos la sufren. Porque las víctimas no pueden esperar a que los despachos decidan ponerse de acuerdo.
Este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, miles de personas se movilizan en todo el Estado para que la memoria no sea un ejercicio anual sino una obligación política permanente. En Madrid, dos grandes manifestaciones recorren la ciudad. La primera, convocada por la Comisión 8M, arranca a las 19:00 horas entre Atocha y la Plaza de Jacinto Benavente. Su lema, “Todas y todes contra la violencia racista y patriarcal”, pone sobre la mesa algo que demasiadas veces se quiere ocultar: la violencia machista se agrava cuando intersecta con el racismo y la pobreza.
Durante el recorrido habrá lecturas en Atocha, 79 y en el monumento a los Abogados de Atocha, recordando a las mujeres represaliadas por el franquismo y denunciando la violencia institucional que todavía hoy deja atrás a tantas. La violencia no es solo un puñetazo ni un asesinato; es también una administración que recorta ayudas, un juzgado que no escucha, una Comunidad que cierra espacios de igualdad.
La Comisión 8M lo dice sin rodeos: los recortes matan. Y señalan a quienes gobiernan Madrid y el Ayuntamiento: Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida. Ambos llevan años erosionando políticas de igualdad disfrazándolo de “eficiencia”. La implantación de los CIAM y el desmantelamiento de los Espacios de Igualdad son decisiones políticas que tienen consecuencias materiales sobre la vida de las mujeres.
DERECHOS EN RETROCESO, NEGACIONISMO EN AUMENTO Y UN PAÍS QUE SIGUE PAGANDO EL PRECIO
Media hora antes, a las 18:30, el Foro de Madrid y el Movimiento Feminista marchan desde las calles Alcalá y Gran Vía hacia Plaza de España. Su denuncia es clara: la extrema derecha niega la violencia de género, pero el problema no es solo Vox. La relajación institucional, la indiferencia en ciertos juzgados, la precariedad que empuja a miles de mujeres a quedarse con sus agresores, y la débil respuesta de gobiernos que presumen de igualdad pero no la financian dibujan un panorama que exige cambios estructurales.
Las reivindicaciones son nítidas: más recursos contra la violencia sexual, una violencia infradenunciada y que golpea con especial dureza a las más jóvenes; la suspensión de visitas a progenitores inmersos en procesos por violencia machista; protección real para niñas y adolescentes tuteladas, que siguen siendo objetivo de redes de explotación; y una Ley Abolicionista del Sistema Prostitucional que deje de mirar hacia otro lado ante uno de los negocios más lucrativos del capitalismo contemporáneo. También reclaman blindar a las mujeres contra la explotación reproductiva: la industria del alquiler de vientres y la extracción de óvulos no es libertad, es mercado.
Los sindicatos UGT y CCOO se suman a la convocatoria señalando que la violencia machista también es laboral: brecha salarial, acoso, techos de cristal y condiciones que expulsan a las mujeres de sectores enteros. El trabajo no es solo un espacio de riesgo: es un espejo de las desigualdades estructurales que sostienen la violencia.
El Sindicato de Estudiantes llama a las jóvenes a llenar las manifestaciones: saben que el auge de discursos reaccionarios y la difusión de odio antifeminista en redes no es un fenómeno aislado, sino una estrategia política que busca frenar décadas de avances.
Mientras tanto, el mapa estatal revela una movilización masiva: Málaga, Sevilla, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, A Coruña, Santiago, Ourense, Vigo, Barcelona, Girona, Bilbao, Donostia, Vitoria, Pamplona, Valencia, Alicante, Murcia, Santander, Logroño, Zaragoza, Las Palmas, Toledo, Guadalajara y decenas más. Cada ciudad es un recordatorio de que el problema es estructural y la respuesta también debe serlo.
Porque mientras las y los jueces debaten competencias, mientras los discursos negacionistas se cuelan en instituciones que antes eran baluarte democrático, mientras ciertos partidos utilizan el dolor de las mujeres como moneda electoral, la violencia continúa. No se detiene porque haya presupuestos prorrogados, ni porque a la derecha le genere alergia la palabra feminismo.
La calle vuelve a hablar porque es el único lugar donde no pueden manipular las cifras ni esconder la realidad. Y porque cada mujer asesinada lleva el nombre de un fracaso que no estamos dispuestas y dispuestos a normalizar.
El 25N no es una fecha. Es la deuda que este país todavía no ha pagado.
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