30 Oct 2025

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Juan Carlos I: el negocio de la mentira
DESTACADA, POLÍTICA ESTATAL

Juan Carlos I: el negocio de la mentira 

El exmonarca lanza sus memorias desde un paraíso fiscal del deshonor mientras la prensa cortesana intenta reescribir su historia.


EL REY FUGADO Y SU CAMPAÑA DE REDENCIÓN DE LUJO

Juan Carlos de Borbón vuelve a escena. No para rendir cuentas, sino para venderlas. Desde una isla privada en Abu Dabi, el rey emérito presenta sus memorias con la intención de limpiar con tinta lo que manchó con comisiones, opacidad y soberbia. En una entrevista a Le Figaro, el mismo hombre que juró fidelidad a Franco reivindica ahora su papel como salvador de la democracia. Una ironía solo posible en un país donde la impunidad real sigue siendo de Estado.

El libro —una operación de propaganda disfrazada de biografía— será publicado en Francia la próxima semana y en España justo a tiempo para la campaña navideña. No es una coincidencia: su redención también cotiza. Ni rastro de autocrítica ni una sola mención a las fortunas opacas en Suiza o a las comisiones del AVE a La Meca. Solo un discurso narcisista, paternalista y autocomplaciente con aroma a naftalina.

Desde su retiro dorado, el exmonarca se queja de la distancia con su hijo, Felipe VI, y del supuesto desprecio de un embajador que —dice— le negó la mano. Todo un drama cortesano, contado entre mármoles y fuentes artificiales, mientras en España se siguen pagando las consecuencias de su reinado de silencio, miedo y favores cruzados.

“Me fui para ayudar a mi hijo”, afirma el emérito. Pero la realidad es otra: huyó para protegerse a sí mismo. Su carta de despedida del 3 de agosto de 2020 fue un movimiento de supervivencia, no de altruismo. La Casa Real tardó apenas dos semanas en confirmar que el “padre de la democracia” había encontrado refugio en Emiratos Árabes, el paraíso de los monarcas caídos y los bolsillos sin auditoría.


LAS MENTIRAS DEL “PADRE DE LA DEMOCRACIA”

La entrevista publicada por el diario francés es un catálogo de falsedades, medias verdades y revisionismo histórico. Un intento desesperado de construir un relato heroico sobre los cimientos podridos de una fortuna sin justificar.

Afirma que “fue absuelto en todos los casos” que lo convirtieron en “paria en su propio país”. No fue absuelto. Nunca fue juzgado. La Fiscalía archivó las causas por corrupción y fraude fiscal invocando la inviolabilidad que la Constitución le otorgó mientras reinaba y la prescripción de los delitos una vez dejó el trono. Dicho en claro: no es inocente, es intocable.

También asegura que los 100 millones de dólares del rey saudí Abdalá fueron un gesto de amistad “de un monarca a otro”. En cualquier otro país europeo eso se llamaría soborno. Según Corinna Larsen, aquella suma fue una comisión por intermediar en el contrato del AVE a La Meca, que benefició a varias empresas españolas y cimentó la red de favores de la monarquía con las élites empresariales.

Sobre el 23-F, Juan Carlos se atreve a afirmar que “hubo tres golpes”. No existe documento histórico, sentencia judicial ni testimonio serio que avale tal teoría. Manipula incluso los hechos fundacionales de su mito democrático. A quienes lo defendieron como garante de la Constitución, les devuelve ahora una historia a medida, construida desde la mentira y la nostalgia autoritaria.

Ni siquiera su supuesta “soledad” en Abu Dabi es cierta. No hay registro alguno de un periodista español encarcelado por intentar entrevistarlo, como asegura. No hay aislamiento, hay reclusión de lujo pagada por una dictadura petrolera que blanquea su imagen a cambio de contratos y silencio diplomático.


Juan Carlos I no se exilió. Se fugó. No fue un mártir de la prensa, sino un prófugo con chófer, escolta y alojamiento cortesía de un régimen autocrático. No fue un salvador, sino el garante de una transición que blindó la impunidad de su clase. Y ahora, entre las dunas del poder y la amnesia colectiva, pretende vendernos la historia de un rey incomprendido.

Que venda sus memorias donde quiera. La verdadera memoria la escriben los pueblos, no los ladrones con biografía autorizada.

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