22 May 2025

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¿Qué mierda te pasa en la cabeza, Alemania?
DESTACADA, Javier F. Ferrero

¿Qué mierda te pasa en la cabeza, Alemania? 

La UE despierta tarde ante la masacre en Gaza y Alemania decide seguir dormida

Más de 50.000 personas asesinadas, miles de menores entre los escombros, diplomáticos europeos tiroteados en Cisjordania… y Berlín sigue mirando a otro lado. Mientras 17 de los 27 Estados miembros de la Unión Europea apoyan revisar el acuerdo de asociación con Israel, Alemania insiste en protegerlo como si fuese un tótem sagrado. ¿El motivo? El de siempre: el chantaje emocional permanente del antisemitismo como escudo para no condenar crímenes de guerra.

El acuerdo de asociación entre Israel y la UE —vigente desde el año 2000— exige el respeto a los derechos humanos. No es una sugerencia, es un requisito legal. Pero cuando se han documentado bombardeos a hospitales, bloqueos a la ayuda humanitaria, uso del hambre como arma de guerra y agresiones a diplomáticos europeos —como la del 21 de mayo de 2025 contra un convoy en Yenín—, Alemania insiste en que “el diálogo” es más importante que los hechos.

Y no, no estamos hablando de una posición aislada. España, Francia, Bélgica, Irlanda, Países Bajos, Suecia, incluso Austria y Polonia —antiguos aliados incondicionales de Tel Aviv— han pedido revisar, congelar o suspender el acuerdo. Alemania, sin embargo, prefiere seguir haciendo negocios con sangre, con ese 32% del comercio exterior israelí que depende directamente de la UE, según la propia Comisión Europea (fuente).

La excusa alemana es que hay que “mantener los canales de comunicación abiertos” con el gobierno de Netanyahu. Un argumento tan hueco como cobarde. Porque mantener un canal abierto con quien bombardea campos de refugiados o mata de hambre a dos millones de personas no es diálogo: es complicidad. Y porque ya ni los propios aliados históricos de Israel se creen ese cuento. Londres, por ejemplo, ha suspendido las negociaciones comerciales con Israel. Francia planea reconocer oficialmente al Estado de Palestina. Pero Alemania, la autodenominada campeona de los derechos humanos, sigue en babia.

DE LA CULPA HISTÓRICA A LA PARÁLISIS POLÍTICA

Alemania parece vivir secuestrada por su pasado nazi hasta el punto de que confunde memoria con sumisión, y reparación con servilismo. No se atreve a criticar a un gobierno israelí aunque viole cada convención internacional firmada desde Nuremberg. Un tic patológico que le impide distinguir entre el judaísmo como cultura y religión y el régimen ultraderechista de Netanyahu como proyecto genocida. ¿De verdad hay que recordar a Berlín que oponerse a un crimen de Estado no es antisemitismo, sino humanidad?

En noviembre de 2024, Josep Borrell ya entregó un informe demoledor a los Veintisiete en el que se alertaba de “posibles violaciones del derecho internacional humanitario” por parte de Israel. Seis meses después, no hay duda posible: ya no son “posibles”, son sistemáticas. Y pese a ello, Alemania ni firmó la carta conjunta de Francia, Reino Unido y Canadá pidiendo sanciones, ni apoya medidas económicas, ni siquiera acepta suspender un mísero diálogo político. Nada. Berlín lo fía todo a “la moderación” de un Netanyahu que ha convertido Gaza en un cementerio masivo.

Ni los tiroteos contra diplomáticos han hecho reaccionar a Friedrich Merz. La frase del eurodiputado irlandés Barry Andrews —“Si tratan así a nuestros diplomáticos, imagínense cómo tratan a los palestinos”— debería avergonzar a todo gobierno europeo. Pero Alemania sigue escondiéndose tras comunicados vagos y portavoces anónimos. Mientras tanto, la realidad no espera: la ONU cifra ya en más de 50.000 las personas muertas en Gaza, y más de dos millones viven bajo asedio, sin acceso a comida, agua o medicinas (fuente oficial verificada de la ONU).

España e Irlanda lo dijeron en febrero de 2024 con 28.000 muertos. Hoy hay el doble. ¿Cuántos cadáveres más necesita Alemania para dejar de blanquear esta carnicería?

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