07 Oct 2024

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Un año después: justificando la masacre
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Un año después: justificando la masacre 

Por Franz S. Heiligen

Hoy es 7 de octubre y se cumple un año del ataque de Hamás sobre suelo israelí, ataque que acabó con la vida de 1139 personas y sirvió de desencadenante (o de excusa) para una de las mayores masacres cometidas en la historia moderna de la humanidad.

Poco podemos decir aquí que no se haya dicho ya. Durante el último año, lejos de resolverse, el conflicto se ha agravado y se ha extendido, involucrando a terceros e incluso a cuartos países tales como Irán o el Líbano. Y las cosas no tienen visos de mejorar.

Con motivo de este funesto aniversario, vamos a dar un repaso a cómo los grandes medios de comunicación han explicado este conflicto y del relato que han instalado en la parte de la población que aún los usa como medio para informarse. Para ello, partiremos de tres ejes que, pese a estar claramente diferenciados, son totalmente transversales y se entrelazan en las piezas que más abajo nos servirán como ejemplos de los mismos. Vamos a ello.

Lucha contra el terrorismo

Cuenta la historia que, en 1932, el director de cine Fritz Lang recibió la propuesta, por parte del mismísimo Joseph Goebbels de dirigir la Universum Film AG, esto es, el estudio cinematográfico más importante de la Alemania de aquel entonces. Lang, que no comulgaba con el ideario nacionalsocialista, puso como excusa que su madre era de ascendencia judía, cosa que, además, era verdad. A esto, Goebbels respondió que “nosotros decidimos quién es ario y quién no”. Si cambiamos “ario” por “terrorista” y a Joseph Goebbels por cualquier dirigente político, tendremos la explicación para muchas de las cosas que han ocurrido en los últimos años. Para nada estoy diciendo que el terrorismo no exista, todo lo contrario. El terrorismo existe y es el causante de muchas muertes y de mucho dolor y, por supuesto, no hay otro lugar más adecuado para un terrorista que la cárcel. Sin embargo, tampoco se puede negar que con la excusa de la lucha contra el terrorismo, y de esto en España sabemos un poco, han sucedido cosas que jamás hubieron de suceder. De igual forma, en tiempos más recientes, desde el poder político, mediático y judicial, se ha intentado colocar el sambenito de “terrorista” a organizaciones muy poco susceptibles de encajar en tal definición.

Negación de la historia

Sobre el recurso de la negación de la historia, ya escribimos unas líneas, en un plano totalmente teórico, en otro artículo de este mismo medio. Si observamos las noticias que se han ido publicando a lo largo de este año, veremos que ninguna de ellas hace alusión alguna a cualquier circunstancia anterior al 7 de octubre de 2023. Así pues, el relato que los grandes medios instalan en la opinión pública consiste en decir, prácticamente, que en Hamás estaban un día aburridos y empezaron a lanzar misiles porque sí, por lo que ni la Nakba de 1948, ni la guerra árabe-israelí, ni la Guerra de los Seis Días, ni la Primera Intifada, ni la Segunda Intifada, ni las sucesivas confiscaciones de tierras pertenecientes a palestinos, ni la expansión durante décadas del estado de Israel a expensas de lo que un día fue la Palestina inglesa tienen relación alguna con este conflicto.

Deshumanización del enemigo

En el lenguaje audiovisual, uno de los recursos que se utilizan con mucha frecuencia para hacer que el espectador empatice con el protagonista y rechace cualquier clase de vínculo emocional con su antagonista consiste en que este último debe estar desprovisto de rasgos humanos. Como podemos ver en este fragmento de la película 300 del director norteamericano Zack Snyder (2007), el bando de los espartanos se caracteriza por el hecho de que cada uno de sus componentes tiene un rostro, un nombre y unas circunstancias. Por el contrario, el grupo llamado “Los Inmortales” del ejército persa está formado por personas enmascaradas, sin nombre y sin texto alguno durante la película. Este es solo un ejemplo, pero podríamos poner más, como el ejército de víboras (todos ellos sin rostro) del Comandante Cobra (personaje también desprovisto de cara) en la serie de dibujos infantiles G.I. Joe, o los Sardaukar del Emperador Shaddam IV en cualquiera de las adaptaciones cinematográficas de la novela Dune de Frank Herbert.

Este recurso también es frecuentemente usado por los medios de comunicación con la finalidad de dirigir nuestra empatía hacia el lugar más conveniente.

Una vez explicados estos tres recursos, vamos a intentar identificarlos en los siguientes ejemplos.

En esta ya famosísima entrevista, concedida a RTVE por el portavoz del Ejército Israelí Roni Kaplan dos meses y medio después del inicio de este enésimo capítulo de hostilidades, podemos observar dos patrones muy efectivos a la hora de condicionar la visión de los hechos por parte del espectador. El primero consiste en diferenciar entre nosotros (soldados) y ellos (terroristas). Sobre esto hablaremos más adelante.

El segundo de ellos, relacionado con el anterior, consiste en la omisión de ciertos datos por parte de la entrevistadora. Al inicio de su intervención, el Mayor Kaplan declara que, gracias a las acciones del ejército, han sido abatidos prácticamente ocho mil terroristas. Esto no tendría la menor relevancia si no fuera porque, según este artículo de Europa Press, la cifra de fallecidos en la Franja de Gaza rondaba los quince mil un mes antes de la entrevista. ¿Quiénes eran esos siete mil fallecidos que no eran terroristas? Nunca lo sabremos, puesto que el interés de la televisión pública española (y el de la periodista Marta Solano) parece estar más cerca de justificar, glorificar, e incluso encubrir el asesinado indiscriminado de civiles que de contar la verdad.

Otra cuestión a analizar el uso de la palabra “armamento”, sustantivo no contable en castellano, como si fuera contable. Concretamente, Kaplan habla de “treinta mil armamentos”. Esto, a mi modesto entender, puede responder a dos motivos, una de dos.

  1. O Kaplan comete un desafortunado error, pese a que habla un correctísimo castellano con un impecable acento argentino,
  2. O a saber lo que el militar sionista entiende por “armamento”. No olvidemos que, no hace mucho y en un lugar no muy lejano, alguien encontró ácido sulfúrico en un taller de reparación de automóviles que inmediatamente fue tomado por escondrijo terrorista. Quien firma este texto, de hecho, recuerda haber tenido, siendo niño, una botella de ácido sulfúrico en las manos.

Más adelante, el Mayor Kaplan declara que “han minimizado el daño a civiles” que, por otra parte, “han recibido cien mil toneladas de ayuda humanitaria”. El hecho de que Kaplan admita que el ejército israelí ha minimizado los daños a civiles prácticamente de pestañear, teniendo en cuenta las cifras en las que nos movíamos hace un año y nos movemos ahora, nos da algunas pistas sobre los procesos mentales que discurren dentro de su cerebro. No quisiera saber qué habría pasado si no se hubieran tomado tales precauciones En cuanto a la ayuda humanitaria, habría sido una buena maniobra de Marta Solano confrontar la declaración del portavoz con este artículo de France 24 en cuyo titular se lee que la ONU denuncia obstáculos para entregar la ayuda humanitaria. Nuevamente, vemos a la periodista (y también a la institución a la que representa), ejerciendo no como tal, sino como una vulgar correveidile. Sobre los cooperantes y los periodistas asesinados bajo fuego israelí también podríamos abrir un capítulo, pero en este caso la periodista tampoco lo considera adecuado.

Los recientes ataques israelíes sobre población libanesa mediante el uso de dispositivos electrónicos, en tanto que carentes de un precursor histórico claro, sientan un precedente terrorífico de cara al futuro. Sea como sea, un ejemplo paradigmático de cómo explicaron este atentado los medios de comunicación lo tenemos en el noticiario que diariamente presenta Vicente Vallés en Antena 3.

“Nueve muertos y tres mil heridos, muchos de ellos de gravedad”, “el dispositivo de un miembro de la organización islamista Hezbolá”. Está claro que el interfecto llevaba el carnet de afiliación en la boca para que todo el mundo conociera sus inclinaciones. “El busca de tres mil personas, muchos de ellos milicianos de Hezbolá”. Y de esas tres mil personas, las que no eran milicianos también han recibido su explosión.

Vemos que los argumentos se repiten y se repiten hasta que se convierten en verdad absoluta, pero lo que más sorprende es la desmedida alabanza de Vallés y su equipo hacia una operación coordinada, masiva, una acción planeada al milímetro por parte los servicios secretos israelíes, los mejores servicios secretos del planeta, que, mira tú qué desgracia, no fueron capaces de evitar el ataque de Hamás que desencadenó los hechos acaecidos a partir del pasado 7 de octubre de 2023.

En la misma línea se expresa este artículo de la BBC en español, que repite los tópicos que ya hemos comentado arriba sobre lo efectivo de la operación (palabra usada de forma eufemística) y de sus ejecutores. Como curiosidad, mientras el nombre de la milicia aparece un total de trece veces en el artículo, el nombre del Líbano aparece solo nueve. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Más ejemplos de lo mismo.

Pese a que Platzi se autodefine en su perfil de YouTube como un lugar en el que millones de estudiantes y miles de empresas aprenden y mejoran sus habilidades en áreas de tecnología y liderazgo, inglés, ciberseguridad, inteligencia artificial y más, tampoco escatima esfuerzos en explicarnos a los pobres y simples mortales la verdad de las cosas. Y para ello se sirve de los mismos argumentos que hemos estado viendo hasta el momento, es decir, identificación de las víctimas del atentado con el terrorismo, la alabanza del servicio secreto, e incluso se permite el lujo de referirse a los chiíes con el término “tribus islámicas”, con toda la carga connotativa que acompaña siempre a la palabra “tribu”.

Antes de seguir, no puedo dejar de comentar la mención que en el vídeo se hace a la novela gráfica Persépolis de la ilustradora iraní Marjane Satrapi. En ella, tal como dice el protagonista del vídeo, la autora explica de forma autobiográfica cómo era su vida, siendo niña, bajo el reinado del Sha de Persia y los cambios que supuso el triunfo de la revolución islámica en 1979. Explicado de esa forma, cualquiera diría que el reinado del Sha fue un paraíso de tranquilidad que dio paso al más absoluto caos del islamismo radical. Lo que no te dice nuestro youtuber de confianza es que, tal como explica la propia Satrapi en Persépolis, su tío fue encarcelado por el régimen del Sha por ser comunista y que este mismo tío fue más tarde ejecutado por el régimen de los ayatolás por ser comunista. No es oro todo lo que reluce.

A base de repetirlo, y de esto Goebbels estaría orgulloso, el relato según el cual el ataque con dispositivos habría afectado únicamente a miembros de Hezbolá se viraliza y se convierte en verdad oficial. Veamos un par de ejemplos de entidades más modestas.

https://twitter.com/AlertaNews24/status/1836045793398051136

Finalmente, esta deshumanización ha llegado a tal extremo que hemos sido testigos de cómo ciertas “voces autorizadas” se han dedicado sin ningún tapujo al insulto gratuito sin que ningún moderador, presentador o autoridad competente se digne a rebatir, ya no digamos censurar, a las siguientes demostraciones de racismo. La primera que veremos se hizo famosa pocos días después del inicio de este enésimo capítulo en la confrontación entre Israel y Palestina y la protagonizó el propio ministro israelí de defensa, Yoav Gallant, refiriéndose a los palestinos como “animales humanos”.

El segundo lo vimos hace un par de semanas en el programa “Horizonte” que emite Cuatro bajo la dirección de Iker Jiménez. En el siguiente vídeo vemos a José Félix Ramajo, experto en seguridad y exinstructor de la empresa israelí International Securit Academy, declarando que “todo lo que hay alrededor de Israel es basura humana que debería ser exterminada”.

Claro, cuando alguien declara abiertamente y sin ninguna clase de complejo que un grupo de personas debería ser exterminado, lo más fácil es pensar en la Alemania de ahora hace más o menos un siglo. Sea como sea, en lo que sí que cabría hacer hincapié es en la importancia de predicar con el ejemplo.

Ya para acabar, no podemos dejar de mencionar a una parte de la población palestina especialmente sensible en este conflicto durante todas sus etapas, a lo largo de las décadas que este ha durado: los menores. Tal como vemos en este vídeo de Radiotelevisión Española publicado el pasado 6 de junio, el ejército del estado de Israel bombardeó una escuela de la UNWRA, organismo dependiente de la ONU, en la que se habían refugiado seis mil personas. La pieza no da una cifra oficial de heridos y/o fallecidos durante el ataque, pero tampoco escatima esfuerzos a la hora de mostrar a menores de edad heridos durante la acción de la aviación israelí. Hasta aquí todo parece normal, pero entonces llega la versión israelí: han matado a una veintena de terroristas. Bien, ya queda todo justificado. Ya sabéis que cuando una persona dice que está lloviendo y otra dice que hace sol, el periodista tiene la obligación de darle voz a ambos.

En cuanto al asesinato de menores, la opinión más extremista alude a la posibilidad de que esos niños en el futuro se convirtieran en “terroristas” (nótese el entrecomillado), cosa que choca frontalmente con el principio jurídico de la presunción de inocencia. Dicho de otra forma, las leyes de cualquier país que se haga llamar civilizado prohíbe tajantemente las acciones preventivas. Un delincuente es detenido después de cometer un crimen, nunca antes. Por otra parte, la consideración de los menores de edad gazatíes como “terroristas en potencia”, tiene como base una concepción errónea de la potencialidad aristotélica, pero no deja de ser curioso que, en virtud de la misma concepción errónea de la potencialidad, aquellos que aseguran que todas las víctimas civiles menores de edad del genocidio palestino son terroristas en potencia, son los mismos que se rasgan las vestiduras cuando alguien les dice que todos los hombres son violadores en potencia.

En definitiva, durante este último año hemos asistido a una barbarie en la que el libérrimo y democratérrimo estado de Israel, con la excusa de protegerse de la acción terrorista de aquellos a quienes ha estado sustrayendo el territorio durante décadas, ha aniquilado indiscriminadamente a decenas de miles de personas, de las cuales una minoría, según los datos dados por los propios medios afines, eran terroristas, pero siempre respetando la legalidad internacional que prohíbe terminantemente atacar zonas civiles como escuelas y hospitales. Hemos visto cómo el sionismo ha atacado más allá de sus fronteras ante la impasividad, y a veces la complacencia, de los estados del llamado “mundo libre” y sin que nadie, absolutamente nadie, aluda a ninguna circunstancia anterior al 7 de octubre de 2023. Hemos presenciado cómo el matón del barrio campa a sus anchas siendo, además, el protegido de la banda mafiosa que gobierna la ciudad y hemos contemplado a unos medios de desinformación, esos que han pretendido identificar sionismo con Israel pese a que son conceptos diferentes, y a la vez han pretendido diferenciar palestinos de terroristas pese a que ambos han muerto por igual,justificar e incluso elogiar esta matanza de la forma más descarada.

Al término de la redacción de este texto, la cifra de fallecidos está en torno a los treinta y cinco mil, y la de heridos en casi setenta y dos mil, y nadie, absolutamente nadie, independientemente del color de su pensamiento político, espera que estas cifras dejen de crecer.

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