17 menores recibieron disparos de forma accidental de cazadores en estos 9 meses y uno, en Valladolid, murió.
Un total de 51 personas han fallecido este año a consecuencia de algún disparo recibido de forma accidental por la actividad de caza con arma, seis de ellas en Castilla y León, con dos en Segovia, y sendos decesos en Ávila, Palencia, León y Valladolid.
Asimismo, 79 personas han recibido disparos accidentales durante la actividad de la caza en Castilla y León, de las 605 del total nacional, de las que seis murieron. De este total, 17 menores recibieron disparos de forma accidental y uno, en Valladolid, murió.
Las comunidades con mayor número de víctimas de los cazadores son Castilla-La Mancha y Andalucía, con 166 heridos y doce muertos y 122 y nueve en respectivamente. Ávila, Burgos y Salamanca anotaron 11 personas que recibieron disparos, con 9 en León, Palencia y Valladolid, 8 en Zamora, siete en Soria y cuatro en Segovia. Toledo es la provincia con más víctimas mortales (seis), por delante de Asturias (cinco) y Ourense (cuatro).

Los datos han sido facilitados por el Ministerio del Interior en su respuesta a una pregunta parlamentaria del senador de Compromís Carles Mulet. La respuesta no recoge datos de Cataluña y País Vasco.
«Son cifras oficiales que resultan escandalosas, y más en un año en el que la gente ha estado varios meses encerrada … esto pone en evidencia esa imagen idílica que presenta la caza como algo que casi es necesario y que no tiene ninguna repercusión negativa. Se trata de una actividad con una elevada siniestralidad que debería estar mucho más regulada – Carles Mulet, senador de Compromís.
La respuesta del Gobierno incluye datos de armas de caza activas, que reflejan un descenso en los últimos tres años. Así, de la 2.603.569 que había en 2017 se pasó a los 2.596.547 al año siguiente y a las 2.576.495 del año pasado.
La caza y el respeto
En teoría, es quien practica una actividad peligrosa quien tiene la obligación de respetar las zonas públicas y de evitar situaciones de riesgo para el resto de las personas. Sin embargo la realidad es bien distinta, y los datos así lo demuestran. Aquel que salga con asiduidad al monte sabe de lo que hablamos.
Estos datos chocan frontalmente con la permisividad que se le otorga al lobby de la caza. En Galicia por ejemplo, las únicas actividades permitidas por la Xunta con las nuevas restricciones por la COVID-19 son trabajar, rezar y cazar.
Fuentes: Eulixe, La Vanguardia y Senado.es
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