Negar la efectividad de las vacunas o insinuar que los problemas cardíacos recientes están relacionados con ellas no solo es irresponsable, sino peligroso.
La Royal Society, una de las instituciones científicas más antiguas y prestigiosas del mundo, enfrenta un dilema que puede marcar su credibilidad para las próximas décadas. Más de 3.000 científicas y científicos, entre ellos varios premios Nobel, han pedido la expulsión de Elon Musk, alegando que su comportamiento socava la integridad científica y la lucha contra la desinformación.
Musk, que fue admitido en 2018 en la Royal Society por sus aportes a la industria aeroespacial y automovilística, se encuentra ahora en el ojo del huracán. Su influencia como propietario de X (antes Twitter), SpaceX y Tesla lo convierte en una de las figuras más poderosas del mundo. Pero con gran poder viene una gran irresponsabilidad.
UN MAGNATE QUE HA HECHO DE LA MENTIRA SU MARCA PERSONAL
Desde que tomó el control de X, Musk ha impulsado cambios que han convertido la plataforma en un hervidero de desinformación. La verificación de cuentas ha pasado a ser un mero trámite económico y la moderación de contenido ha sido reducida drásticamente. El resultado: una amplificación sin precedentes de bulos sobre vacunas, Covid-19 y supuestos efectos adversos de la inmunización.
Stephen Curry, profesor emérito de biología estructural en el Imperial College de Londres y uno de los promotores de la petición, ha sido claro: Musk es «uno de los difusores más activos de noticias falsas».
Pero el problema va más allá de su plataforma. Musk, con más de 180 millones de seguidores, ha utilizado su propia cuenta para lanzar afirmaciones erróneas que han sido desmentidas por la comunidad científica. Negar la efectividad de las vacunas o insinuar que los problemas cardíacos recientes están relacionados con ellas no solo es irresponsable, sino peligroso.
UNA SOCIEDAD CIENTÍFICA QUE DEBE ELEGIR ENTRE SUS PRINCIPIOS O SU PRESTIGIO
La Royal Society se enfrenta ahora a una disyuntiva: defender su código de conducta y expulsar a Musk o permitir que su membresía siga siendo un aval para quien desprecia el método científico cuando le conviene.
Geoffrey Hinton, premio Nobel de Física en 2024 y pionero en inteligencia artificial, dejó claro que el problema con Musk no es solo su afinidad con teorías conspiranoicas, sino el daño estructural que está infligiendo a las instituciones científicas en Estados Unidos y el mundo.
El propio Musk, en su estilo habitual, respondió con desdén: «Solo a los tontos, cobardes e inseguros les importan los premios y membresías». Un argumento llamativo para alguien que en su momento aceptó formar parte de la Royal Society sin dudarlo.
La reunión de la Royal Society se celebró a puerta cerrada, sin una resolución clara al momento de escribir este artículo. Pero la pregunta queda en el aire: ¿tiene la comunidad científica el coraje de marcar un límite o seguirá permitiendo que el dinero compre prestigio, incluso a costa de la verdad?
Related posts
1 Comment
Deja una respuesta Cancelar la respuesta
Bertrand Ndongo llama prostituta a Silvia Intxaurrondo: cuando el fascismo aprende a usar Wi-Fi
La ultraderecha convierte las redes sociales en vertederos de odio mientras la Justicia le da la razón al periodismo que no se arrodilla.
Trump dinamita la frontera: el boicot canadiense hunde las ciudades del norte de EE.UU.
El nacionalismo tarifario de Washington ha convertido a sus propios pueblos en víctimas colaterales: la economía de las localidades fronterizas con Canadá se desangra mientras el trumpismo pide más gasolina al fuego.
Banderas franquistas contra la dictadura de Sánchez
La extrema derecha convoca una protesta contra la “dictadura socialista” de Sánchez y lo que consigue es un desfile semivacío de franquistas nostálgicos y agitadores digitales.
Maternidad o barbarie
La libertad de no ser madre no debería escandalizar a nadie en 2025. Y sin embargo…
Vídeo | Hasbara: blanqueando el genocidio
Mientras bombardea Gaza, el Estado israelí despliega una campaña global de imagen financiada con dinero público, desde los escenarios hasta los algoritmos
La mierda cuanto más lejos,menos huele.