Los empleados pertenecían al Hospital Metodista de Houston, en Texas (EEUU)
Más de 150 trabajadores del Hospital Metodista de Houston, en el estado estadounidense de Texas, han sido despedidos tras negarse a recibir la vacuna contra la covid-19. En un principio la cifra alcanzó los 178 empleados, pero 25 de ellos cambiaron de opinión después de que la administración los amenazara con despedirlos si no se vacunaban.
Los 153 empleados despedidos no presentaron el certificado que acreditara que habían recibido al menos una dosis de la vacuna en el plazo que el centro les había dado, es decir, hasta el 7 de junio, a pesar de que no se encontraban dentro de ninguno de los grupos exentos de la vacunación por razones médicas válidas y presentes en el prospecto de vacunación.
Gale Smith, portavoz del hospital, ha emitido un comunicado en el que apunta que los empleados que no cumplieron con el plazo que se les había dado para vacunarse han sido despedidos, mientras que el resto permanece en su puesto de trabajo.



Los empleados decidieron no vacunarse porque se declaran antivacunas, algo inaceptable por el hospital ya que tienen contacto con personas enfermas, y antes de ser despedidos acudieron a los tribunales para poner una demanda alegando que las exigencias de ponerse la vacuna eran ilegales y obligaba a los empleados a ser “conejillos de indias”, ya que las vacunas no habían pasado supuestamente por la totalidad del proceso de aprobación por parte de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) y solo habían recibido la autorización de uso de emergencia por parte de las autoridades sanitarias estadounidenses.



Sin embargo, el pasado 12 de junio, la jueza Lynn Hughes desestimó la demanda puntualizando que “recibir una vacuna contra el covid-19 no es un acto ilegal y no conlleva sanciones penales”. Además, rechazó el argumento de que las vacunas no son seguras y añadió que, con esta decisión, el hospital “trata de cumplir su labor de salvar vidas”.
LaTricia Blank, quien trabajó en dicho hospital durante ocho años y medio dejó claro en una entrevista concedida a la cadena CNN que no está en contra de las vacunas, pero que se siente incómoda con una vacuna que cree que pasó por un proceso apresurado y se mostró escéptica sobre la seguridad de las mismas. Asimismo, señaló que quiere seguir trabajando en el campo de la medicina, pero para una empresa que no requiera que las personas se vacunen.
Por su parte, Jennifer Bridges, enfermera, acérrima antivax y líder de las protestas contra el hospital, señaló el martes que ya había aceptado un nuevo trabajo en una empresa privada de personal de enfermería que la había contratado y añadió que algunos de sus antiguos compañeros de trabajo pueden unirse a ella allí.
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