Vox exhibirá este fin de semana en Madrid sus alianzas internacionales en una cumbre en la que su líder, Santiago Abascal, reunirá a “patriotas europeos”.
Vox organizará este próximo fin de semana una cumbre con como el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, el de Polonia, Mateusz Morawiecki, o la líder del partido francés Agrupación Nacional, Marine Le Pen.
La cita tendrá lugar este viernes y sábado para “reflexionar sobre el futuro de Europa”, según explica Vox, que subraya la necesidad de hacer frente a “la deriva globalista” que a su juicio amenaza a la Unión Europea con un “ataque” a la soberanía de las naciones.
A la ‘cumbre de Madrid’ asistirán también Marlene Svazek (Austria), Tom Van Grieken (Bélgica), Krasimir Karakachanov (Bulgaria), Martin Helme (Estonia), Valdemar Tomasevski (Lituania), Rob Roos (Países Bajos) y Aurelian Pavelescu (Rumanía).
“El objetivo de este encuentro es continuar con el trabajo iniciado durante la Cumbre de Varsovia: defender Europa de las amenazas exteriores e interiores, impulsando una alternativa que haga frente a la deriva globalista, que amenaza a la Unión Europea atacando la soberanía de las naciones”, ahonda Vox.
Abascal asegura que coincide con el resto de participantes en el “diagnóstico” de los desafíos de Europa y su “voluntad de colaboración para construir una Unión Europea fuerte de naciones soberanas que colaboren libremente”.
“Debemos proteger nuestras fronteras, nuestra soberanía y nuestras raíces. Europa tiene que ser fiel a sí misma. La mayoría de los europeos así lo exige”, subraya Abascal, que ya ha constatado su “sintonía” con los líderes de Polonia y Hungría en diferentes viajes realizados a esos países.
Fidesz, conoce a la extrema derecha húngara
Los gobiernos de esta formación ultraderechista han supuesto un retroceso en derechos y libertades civiles, en una incesante deriva autoritaria que parece no tener fin.
La formación omnipresentemente dirigida por Viktor Orbán desde casi su fundación, ha profundizado en un cambio desde el conservadurismo al populismo ultranacionalista (llamado también “nacionalpopulismo”, siendo uno de sus precursores en Europa), transformando la sociedad húngara a todos los niveles y poniendo en duda el modelo de las democracias occidentales, dispuesto a crear un nuevo modelo de democracia a su imagen y semejanza
Esta constante transformación hacia postulados cada vez más autoritarios, y en un conflicto más que evidente con los derechos y libertades fundamentales, ha hecho saltar todas las alarmas del Partido Popular Europeo (PPE), del que Fidesz forma parte y que supuestamente expulsará este año a un incómodo miembro que muestra mucha más sintonía con la Polonia ultraconservadora o con formaciones como Vox (España), La Liga (Italia) o Agrupación Nacional (Francia).
Aunque puede sorprender la pertenencia de Fidesz al PPE, no sorprende tanto si traducimos su nombre: la Alianza de Jóvenes Demócratas (Fidesz). Y es que la formación ha cambiado mucho desde sus orígenes.
Los inicios de Fidesz y Viktor Orbán
En 1988 Hungría era una república comunista bajo la larga sombra de la Unión Soviética (URSS), como muy buena parte de Europa del Este. En ese momento, la desintegración del gigante ruso era cada vez más evidente y, de hecho, sucedería dos años después.
Ese año, se conformó La Alianza de Jóvenes Demócratas (Fidesz). Un grupo de jóvenes liberales que nacía en contraposición a la Liga de Jóvenes Comunistas y que se oponía a la dictadura del mismo signo. Este grupo, dividido en pequeños grupos clandestinos, fue perseguido por el régimen comunista soviético.
Pero ya parecía que algo iba a cambiar en Hungría y, en junio de 1989, un joven Viktor Orbán de 26 años, pronunciaba un atrevido discurso pidiendo la retirada de las tropas soviéticas del país, algo que nadie se había atrevido a pedir hasta entonces.
Ese mismo año, Hungría empezó el proceso de transición hacia un modelo de democracia representativa al estilo de Europa Occidental. En 1990 concurrieron las primeras elecciones generales donde se presentaron los siguientes partidos: el Partido Socialista Húngaro, el Partido Popular Demócrata Cristiano, el Partido de los Pequeños Propietarios, Foro Democrático Húngaro, Alianza de los Demócratas Libres y la Alianza de Jóvenes Demócratas (Fidesz).
Fidesz consigue ese año un 8,95% de los votos, convirtiéndose en antepenúltima fuerza y uniéndose en 1992 a la Internacional Liberal. En las elecciones de 1994, la formación decepcionó, obteniendo tan solo un 7,02% de votos, convirtiéndose en última fuerza.
En ese momento, Viktor Orbán desconfiando del modelo liberal, movió al partido al conservadurismo. Esto provocó múltiples protestas internas, la huida del ala izquierdista del partido y la marcha de distintas personalidades de renombre como Péter Molnar o Klará Ungár, dejando en cierta soledad al húngaro.
Pero esto no pareció importarle mucho, ya que gracias a este giro a la derecha consiguió convertirse en primera fuerza en 1998 con un 29,48% de los votos, acompañado de una coalición de derechas, el Foro Democrático de Hungría (KDNP, de quien no se ha separado desde entonces) y el Partido de los Pequeños Propietarios (FkgP, fuerza extraparlamentaria desde 2002). Orbán se convirtió en Primer Ministro de Hungría.
En estos momentos, el partido profundizó en su giro a la derecha, poniendo como lo más relevante sus reivindicaciones sobre la historia, religión y tradiciones autóctonas, abandonando en el año 2000 la Internacional liberal y uniéndose en el europarlamento al Partido Popular Europeo, el grupo conservador por excelencia de la UE. Su gobierno estuvo marcado por un carácter nacionalista y por el rechazo al proyecto europeo.
Las elecciones del año 2002 causaron el fin de su gobierno. En un enfrentamiento entre nacionalistas y europeístas, Fidesz se convertía en el partido más votado en segunda vuelta, con 188 escaños. Un resultado insuficiente, ya que una coalición entre el Partido Socialista (179 escaños) y el Partido Liberal Húngaro evitaron su victoria.
Tras su derrota y en el año 2003, Fidesz cambió su nombre al actual “FIDESZ – Unión Cívica Húngara”.
El gobierno de coalición entre socialistas y liberales no estuvo exento de problemas y escándalos, aunque se logró repetir la victoria sobre Fidesz en las elecciones de 2006.
Y entonces, en 2008, ocurrió la gran crisis económica, que fue especialmente dura en Hungría. Orbán la utilizó para castigar al Partido Socialista y erigirse como el defensor de Hungría frente a la austeridad y los enemigos externos, reforzando así su postura euroescéptica en un momento en el que los organismos europeos perdieron gran popularidad entre la población.
En este contexto, llegaron las elecciones de 2010, donde Orbán barrió a sus rivales obteniendo 263 escaños de 386. También irrumpió con 47 escaños el Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik), entonces un partido ultraderechista.
Y entonces, comenzó el giro de Hungría.
“Viktator” y la democracia iliberal
La mayoría absoluta concedió a Orbán distintos poderes para hacer y deshacer en Hungría. En este concepto destaca la revisión del concepto democracia que el mismo Orbán ha aceptado y usado en sus discursos: la democracia iliberal.
Este modelo es una democracia a medio camino entre las democracias occidentes y modelos más autoritarios de gobierno, ligeramente inspirado en Rusia. Se prima la cohesión nacional sobre los derechos civiles o la tolerancia y la separación de poderes no es una necesidad. Esto explica los profundos cambios en Hungría en esta década vividos a la sombra de la radicalización de Fidesz que ha pasado de ser entendido como un partido de derechas a ser clasificado como una formación de extrema derecha.
Y es que en esta deriva ultraderechista la Constitución Húngara ha sido reformada nueve veces, adaptándose a la agenda de Fidesz.
Una de las primeras reformas de calado fue la reforma del sistema electoral para beneficiar a los partidos mayoritarios. Con este cambio la asamblea reducía su tamaño a más de la mitad, pasando a tener 199 escaños, una posición ventajosa para los grandes partidos.
En este orden, ha habido otros importantes cambios en la Constitución del país, algunos que dan más poder al ejecutivo, como la “sexta enmienda” que otorga grandes poderes y limita los derechos humanos ante “ataques terroristas o a eventos de gravedad”; o la reforma homófoba de la Constitución para indicar que el matrimonio es una unión “entre un hombre y una mujer”. Es llamativo que el diputado descubierto en la orgía masculina, Jozsef Szajer, fuera una de los artífices tras este cambio.
Pero el resto de esferas también se han visto afectadas, como el poder judicial, con su reforma para crear tribunales paralelos encargados de juzgar los temas administrativos y electorales, otorgando grandes poderes al Ministro de Justicia de Hungría; o la ley de medios de comunicación, que limita efectivamente la libertad de expresión, como así han denunciado diversos organismos internacionales.
Paradójicamente, ante la radicalización de Fidesz, la ultraderecha clásica presente en Jobbik ha ido moderando sus posiciones con la intención de ocupar el espacio de la derecha y la centro derecha dejada por la formación de Orbán.
Es incontestable que la autodenominada “democracia iliberal” se parece sospechosamente a los años anteriores a la creación de dictaduras. Sus constantes reformas otorgan más poder al ejecutivo mientras cercenan y ponen en duda los derechos fundamentales.
El enemigo exterior
Como no podría ser de otra manera ante gobiernos de extrema derecha, la retórica del “enemigo exterior” que amenaza la estabilidad y la paz del paísha sido ampliamente utilizada por Fidesz y Viktor Orbán.
El principal enemigo exterior de Orbán y al que ha señalado con saña es la inmigración, uno de los típicos chivos expiatorios de la extrema derecha. Fidesz ha sido muy crítico con cualquier intento para obligar al país a aceptar inmigrantes, oponiéndose incluso a dejarles pasar por el territorio.
A raíz del aumento de los flujos de inmigración a Europa en 2016 a causa de la Guerra Civil de Siria en lo que se denominó como “crisis de refugiados”, esta retórica ha ido en aumento, enfrentándose constantemente a la Unión Europea por este tema.
Este discurso antiinmigración ha tenido una gran acogida entre su población, que ha visto como la popularidad de Orbán aumentaba y donde el interés por mantener la cohesión social, cultural y étnica se ha vuelto una prioridad para el país. De hecho, este mismo discurso ha sido empleado por toda o casi toda la ultraderecha europea, que ha visto sus resultados multiplicados precisamente entre los años 2015 y 2017.
Por otro lado, las personas LGTB son otro de los objetivos de Fidesz, que bajo su gobierno han visto mermar sus derechos y la aceptación social. Fidesz ha introducido constantes cambios en detrimento de este colectivo: definición del matrimonio en la Constitución como una institución entre hombre y mujer, prohibición de las personas LGTB para adoptar (atacando a los solteros para ello), eliminación del reconocimiento legal de las personas trans, etc.
Esto se une a los constantes ataques del gobierno y sus medios afines a las personas LGTB, intentando relacionar al movimiento LGTB con la pedofilia y diciendo que no pertenecen a la cultura húngara, retórica copiada también por el partido Ley y Justicia (PiS) de Polonia, por Vox en España o por Rusia Unida.
A su vez, este hecho ha causado no pocos problemas con la Unión Europea, que también ha sido señalada parcialmente como uno de los peligros para Hungría, aunque irónicamente el crecimiento húngaro venga en buena parte por los fondos estructurales que llegan desde Europa.
Según Orbán, la UE quiere transformar Hungría, apartándola de sus valores cristianos, obligando a aceptar a gente ajena a su cultura con valores impropios de su sociedad.
Por su parte y ante la deriva autoritaria del húngaro, la UE ha dado varios avisos sobre posibles sanciones por incumplir el Estado de Derecho, mientras Orbán hace oídos sordos y se escuda en su pacto con Polonia.
Polonia, un país con una evolución muy similar y gobernado por el ultraderechista Ley y Justicia (PiS), forman un dúo en Europa con el que pueden vetar cualquier sanción que afecta a una nación y que requiera unanimidad. Esto no ha impedido que ambos países estén afectados por artículo 7 del Tratado de la Unión Europea, sobre incumplimiento del Estado de Derecho.
En este orden, el último intento de la UE de evitar el giro antidemocrático de Orbán (y Polonia) ha sido vincular los fondos de recuperación del COVID19 al respeto al Estado de Derecho (cosa que solo exige un voto mayoritario). La respuesta de Hungría y Polonia han sido bloquear los presupuestos 2021-2027 y las ayudas a la CoVid mientras se mantenga este cambio (que requiere voto unánime). Ahora Europa negocia con ambos países, mientras se prepara un plan B para sortear este veto.
Y otro de los enemigos exteriores típicamente señalados por la extrema derecha pero quizás con más razón que en cualquier otro ámbito, es George Soros, magnate y filántropo húngaro que mantiene una enemistad personal con Viktor Orbán.
Este a su vez suele culpar al magnate de cualquier problema externo que afecte a Hungría, usándolo incluso en sus campañas electorales. La situación ha llegado hasta tal punto que el gobierno de Orbán ha creado una reforma legal expresamente para expulsar a la Universidad Centroeuropea (CEU) sostenida con los fondos del magnate.
La extraña relación entre el Partido Popular Europeo, Fidesz y Vox
El problema en la Unión Europea con Orbán es habitual y persistente, así como el de su actual familia política, ya no tan afín en principio. Tras años de proteger a Orbán de las dudas europeas, actualmente el PPE ha tomado algunas decisiones sobre el mandatario, aunque con bastante laxitud, al menos todavía.
Fidesz se encuentra suspendida en las votaciones del PPE, con el debate interno entre sus miembros de si hay que expulsarlo del grupo. Los motivos que impiden echar a Fidesz son varios. Por un lado está el hecho de que Fidesz es la formación del Partido Popular Europeo con mayor éxito. Por otro, está la defensa que ha hecho el Partido Popular español, italiano y francés de Fidesz, asegurando que deben mantenerlo.
La buena relación de los populares españoles con Fidesz viene de largo, devolviéndole el rechazo al independentismo catalán que Orbán mostró en el pasado. De hecho, se puede decir que relaciones son bastante buenas, siendo el Partido Popular (PP) de Español la única fuerza del PPE que no votó a favorde la resolución contra el deterioro del Estado de derecho en Polonia y Hungría, quitando a la extrema derecha.
Mientras, la parte nórdica del PPE apuesta por echar a Fidesz. Los temores del PPE al expulsarlo sería que Orbán se lanzara a los brazos de los populistas euroescépticos, una opción más que plausible ya que es con los que muestra mayor sintonía. De ser expulsado posiblemente acabaría en el ECR, el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, donde están también esta Ley y Justicia y Vox.
Y es que guarda muy buena relación con estos grupos. Muestra de ello es que Orbán fuese invitado a la Conferencia de Conservadurismo Nacional en Roma, a la que estaban invitados distintos líderes ultraderechistas como: Matteo Salvini, populista italiano; Marion Maréchal Le Pen, exdiputada francesa y sobrina de Marine Le Pen; y Santiago Abascal, líder Vox.
De hecho, Vox ha intentado mantener una relación lo más cercana posible con Viktor Orbán, poniéndolo como ejemplo de líder. Medios afines a Vox como La Gaceta de la Iberosfera, suelen lanzar artículos en apoyo del líder autoritario
La democracia en peligro
Por todo lo visto, no cabe duda que la democracia en Hungría está en un grave riesgo. El concepto de democracia “iliberal” se parece demasiado a la antesala de una dictadura.
Bajo este gobierno, migrantes y personas LGTB han sido señaladas y han perdido respeto social mientras la cultura tradicional y mayoritaria ocupaban todos los espacios.
Los distintos estamentos que ocupan papeles en la democracia, como la política, la justicia y la prensa, han sufrido constantes ataques y reformas para someterlas a la agenda de Fidesz.
Y lo que es peor, existe un conjunto de fuerza europeas, que se autodenominan democráticas, que no esconden sus deseos de importar este modelo a sus países, entre ellos España.
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