La actitud de Isabel Díaz Ayuso hacia lo que ella describe como «regionalismos periféricos» revela una combinación peligrosa de desdén e inventiva. Sus declaraciones en el Templo de Debod, irónicamente cercanas a la sede del PSOE, no solo son desafortunadas, sino también reveladoras de su enfoque político.
Afirmar que Madrid, el corazón de España, no es excluyente, y luego denigrar otras regiones tratándolos como meros «regionalismos periféricos», no solo es contradictorio sino también irresponsable. Ayuso no solo subestima la complejidad y la diversidad de España, sino que también ignora las voces y las identidades de sus regiones.
Su retórica, lejos de unir, ahonda en la división y en el menosprecio hacia aquellos que no comparten su visión centralista. Por otro lado, su manejo de los datos económicos y fiscales es manipulación pura. Ayuso no solo reinterpreta los hechos para adecuarlos a su narrativa, sino que también tergiversa la realidad económica para lanzar mensajes falsos que polaricen aún más a la población. Afirmar que Madrid aporta «casi el 70%» a la financiación autonómica, cuando en realidad es un 24%, no es solo un error, es una manipulación descarada de los hechos.
Además, ya que hablamos de soportar peso económico, su política de rebajas fiscales, ha generado un déficit fiscal considerable. Esto demuestra una gestión fiscal imprudente y una falta de responsabilidad en el manejo de los recursos públicos. Por eso Ayuso no solo falta a la verdad, sino que también perjudica a la comunidad autónoma que pretende defender.
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