En un panorama global donde la extrema derecha avanza con ímpetu en muchas naciones, las lecciones que dejó el asesinato de Jara son más relevantes que nunca.
Víctor Jara no fue solo un músico. Fue un símbolo, un grito de resistencia y esperanza que resonó en las calles de Santiago de Chile y más allá. Su guitarra y su voz, cargadas de significado y lucha, no eran solo melodías; eran un llamado a la justicia, la igualdad y la libertad.
Las letras que desafiaron a la opresión
Sus canciones, como «El derecho de vivir en paz» y «Te recuerdo Amanda», trascendieron fronteras y generaciones, convirtiéndose en himnos para quienes luchan contra la opresión. No solo narraban las historias de los marginados, los obreros y las y los campesinos, sino que también cuestionaban a aquellos en el poder y exponían las injusticias del sistema. En una era marcada por el conflicto y la represión, la música de Jara se convirtió en una bocanada de aire fresco, en un refugio y, sobre todo, en un medio de resistencia.
La tragedia que marcó a una nación
Pero su voz, tan poderosa y reveladora, también lo puso en el punto de mira. Tras el golpe de estado de 1973 en Chile, Víctor Jara fue detenido y llevado al Estadio Chile, convertido en un centro de tortura. En ese recinto, sus manos, aquellas que tejieron notas de esperanza, fueron brutalmente quebradas. Pocos días después, su vida fue apagada, pero su legado y su voz, lejos de silenciarse, se hicieron más fuertes.
Han pasado cinco décadas desde su muerte, y aunque la justicia ha sido esquiva y tardía, los responsables finalmente enfrentan condenas. Pero, ¿es posible encontrar consuelo después de tanto tiempo? Para muchas personas, la condena representa no solo un acto de justicia para Víctor, sino también un recordatorio de que la lucha por la verdad y la reparación, aunque larga, nunca debe abandonarse.
El resurgimiento de las sombras: el auge de la ultraderecha
Sin embargo, aunque celebremos actos tardíos de justicia, no podemos ignorar las alarmantes sombras que se ciernen sobre el mundo actual. En un panorama global donde la extrema derecha avanza con ímpetu en muchas naciones, las lecciones que dejó el asesinato de Jara son más relevantes que nunca. El crecimiento de ideologías radicales que promueven la división y el odio recuerda la urgente necesidad de no olvidar el pasado y de defender los valores de justicia, igualdad y humanidad. En tiempos oscuros, es fundamental recordar y aprender de las historias de aquellos que, como Jara, se alzaron en contra de la opresión.
La música como herramienta de resistencia en la era contemporánea
El arte siempre ha sido un reflejo de la sociedad y un medio de protesta. Así como Víctor Jara utilizó su música para denunciar y resistir, las nuevas generaciones deben aprovechar el poder del arte para enfrentar las crecientes amenazas del extremismo. La música, la literatura, el cine y otras formas de expresión cultural son herramientas potentes para sensibilizar, educar y movilizar a las masas en pro de un mundo más justo e igualitario.
La muerte de Víctor Jara fue una tragedia que marcó a Chile y al mundo. Pero su legado es una prueba palpable de que, aunque las voces críticas pueden ser silenciadas temporalmente, su eco nunca desaparece. En un mundo que a veces parece retroceder ante las amenazas de la ultraderecha, recordar y celebrar a figuras como Jara es más que un acto de memoria: es un llamado a la acción, una invitación a continuar la lucha y a creer que, a través del arte y la solidaridad, se puede construir un futuro más brillante.
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