En un continente que se enorgullece de ser cuna de derechos y libertades, España se erige, lamentablemente, como uno de los líderes en exclusión social infantil. Según cifras de Eurostat, uno de cada tres menores está en riesgo de pobreza. Sí, has leído bien. En nuestro país uno de cada tres niños y niñas no tiene garantizado un futuro digno.
No es que España esté sola en esta deshonrosa lista. Bulgaria y Rumanía la preceden con tasas del 33,9% y 41,3%, respectivamente. Pero, ¿es ese el consuelo que queremos? ¿Compararnos con países que han enfrentado desafíos económicos y políticos mucho más severos? No deberíamos aspirar a más.
LA POBREZA INFANTIL: UN PROBLEMA EUROPEO EN AUMENTO
El panorama europeo tampoco es alentador. En 2022, «casi uno de cada cuatro —el 24,7%— niños y niñas residentes en países europeos» se encontraban en situación de riesgo. Eso son casi 20 millones de menores de 18 años. Y, aunque algunos puedan pensar que es un problema estancado, la realidad es que está empeorando. En comparación con 2021, la proporción ha aumentado en 0,3 puntos porcentuales. Aunque, paradójicamente, España ha visto una disminución de 1,2 puntos en este período.
Lo más preocupante es que la pobreza parece tener una predilección por los más jóvenes. Mientras que la tasa de exclusión social para las y los adultos es del 20,9%, la cifra se dispara cuando hablamos de infancia, superándola en casi cuatro puntos. En el caso español, la diferencia es aún más abismal: 7,5 puntos porcentuales. La Unión Europea define el riesgo de pobreza como «la suma de personas que están gravemente desfavorecidas material y socialmente o que viven en un hogar con una intensidad laboral muy baja». Y, al parecer, nuestros niños y niñas están en la primera línea de fuego.
EDUCACIÓN: EL REFLEJO DE LA DESIGUALDAD
Eurostat no se queda solo en cifras. Del análisis de los datos de 2022, se desprende una realidad que, aunque conocida, sigue siendo igual de dolorosa: la educación de las madres y padres es un factor determinante. Para los niños cuyos padres tenían un nivel educativo bajo, este porcentaje era del 61,9 %, en comparación con el 10,2 % para niños cuyos padres tenían un nivel educativo alto.
La educación no solo es un reflejo de la desigualdad, sino que también perpetúa el ciclo. Los menores que crecen en entornos desfavorecidos enfrentan mayores desafíos en la escuela, tienen peores condiciones de salud y ven limitadas sus oportunidades futuras. Además, tienen un mayor riesgo de desempleo y exclusión social en la adultez. Y, por si fuera poco, en un contexto donde las becas comedor son esenciales, muchas familias enfrentan dificultades para acceder a ellas o afrontar sus costos.
EUROPA: UN CONTINENTE DESIGUAL
Más allá de España, otros países europeos también enfrentan desafíos significativos. Italia, Grecia, Francia y Eslovaquia siguen de cerca en las estadísticas de pobreza infantil. Eslovenia, República Checa y Dinamarca, por otro lado, presentan las cifras más bajas. Pero, ¿es suficiente? La respuesta es no. Europa debe hacer más. Las y los niños son el futuro, y es responsabilidad de todos garantizarles un presente digno.
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