La Armada ya intentó adquirir un lujoso velero en 2019 y las críticas por el despilfarro en medio de una crisis dieron al traste con la operación
En tiempos de desafíos económicos y sociales, cuando muchas personas se aprietan el cinturón y hacen malabarismos con sus presupuestos por las subidas de precios, sorprende -y no gratamente- que la Armada destine 1,8 millones de euros para un nuevo velero de regatas. Pero, ¿para quién? No para cualquier ciudadano, sino para el rey Felipe VI. Alguien que, permítanme que les diga, podría pagarlo de su bolsillo perfectamente.
Se supone que la monarquía representa y sirve al pueblo, pero este tipo de decisiones levanta, con razón, cuestionamientos sobre cuánto entiende realmente el establishment monárquico sobre las necesidades y prioridades de sus súbditos. Pediría de nuevo un referéndum monarquía-república, pero sería la segunda vez esta semana y no quiero saturar.
Es comprensible que la realeza desee renovar sus posesiones y mantenerse al día con los tiempos, pero hay un límite para todo, y más cuando se habla de gastos exorbitantes con dinero público. El viejo Aifos, a pesar de tener ya varios años de antigüedad, parece haber servido bien a su propósito en el pasado. ¿Era necesario un cambio tan costoso en este momento? Tal inversión, sin duda, podría haber tenido un impacto más significativo y beneficioso en áreas más esenciales.
No hay que olvidar el fiasco de 2019, cuando la Armada firmó un acuerdo con astilleros finlandeses por otro exclusivo velero, sólo para devolverlo debido a recortes impuestos por la crisis del coronavirus y exigencias de austeridad. Aún resuenan las críticas sobre ese intento fallido de adquisición. Y, sin embargo, aquí estamos de nuevo.
El mensaje que esto envía a las y los ciudadanos es, en el mejor de los casos, desconcertante. Si la monarquía espera mantener su relevancia y respeto en el siglo XXI, acciones como ésta difícilmente ayudan a su causa. Es hora de que el palacio reevalúe sus prioridades y entienda que la simpatía y el apoyo del pueblo no se ganan con veleros de lujo, sino con empatía, humildad y una verdadera vocación de servicio hacia todas y todos.
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