«Nos están fulminando uno a uno con denuncias falsas», decía Oltra. Sí, es así, y si no reaccionamos pronto nadie estará ya segura o seguro aquí.
Desde el corazón de nuestras instituciones públicas fluye un torrente de financiación que, en vez de servir al pueblo, engorda los bolsillos de medios que no solo distorsionan la verdad, sino que la sepultan bajo capas de falsedades con total impunidad.
Mónica Oltra ya nos lo advertía en 2021, cuando ella misma fue víctima de esta destructiva estrategia de lawfare, pero sus advertencias cayeron en oídos sordos. El caso más reciente involucra a Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez, atacada con una denuncia que se basa más en montajes periodísticos que en evidencias reales, demostrando una vez más cómo ciertos medios, instrumentalizados por intereses políticos, están dispuestos a socavar las bases de nuestra convivencia democrática.
Este descenso a los abismos de la política de persecución debe alarmarnos a todas y todos. No es un problema aislado, sino un síntoma de una enfermedad más profunda que amenaza con desgarrar el tejido mismo de nuestra sociedad. «Nos están fulminando uno a uno con denuncias falsas», decía Oltra. Sí, es así, y si no reaccionamos pronto nadie estará ya segura o seguro aquí.
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