La condena de Tarrio supera a las que se dieron a conocer la semana pasada, donde otros líderes del grupo recibieron entre 10 y 18 años de encarcelamiento.
El martes recién pasado, Enrique Tarrio, la cabeza visible de los ultraderechistas Proud Boys y con raíces cubanas, fue sentenciado por el tribunal federal del Distrito de Columbia. Esta condena, que asciende a 22 años tras las rejas, lo señala como el principal conspirador tras el infame asalto al Capitolio estadounidense el 6 de enero de 2021.
Mientras que Tarrio, ferviente seguidor del ex presidente Donald Trump (2017-2021), se prepara para enfrentar esta condena -la cual sus letrados ya planean apelar- cabe señalar que su sentencia es la más extensa pronunciada contra las y los líderes de este grupo nacionalista. Todos ellos fueron hallados culpables de sedición el pasado mayo, culminando un juicio que mantuvo en vilo a la nación por cuatro meses.
Es más, la condena de Tarrio supera a las que se dieron a conocer la semana pasada, donde otros líderes del grupo recibieron entre 10 y 18 años de encarcelamiento. La fiscalía estadounidense, reconociendo la gravedad del atentado a la democracia, había propuesto 33 años para Tarrio.
Tarrio y los Proud Boys
Tarrio participó como voluntario en un evento organizado por el orador derechista Milo Yiannopoulos en mayo de 2017. Allí conoció a un miembro de los Proud Boys quien lo invitó a unirse al grupo. En agosto de 2017, participó en la manifestación Unite the Right (‘Unamos la Derecha’) en Charlottesville, Virginia. Tarrio declaró que su intención era protestar en contra de la retirada de las estatuas de confederados en el área.
Tarrio se convirtió en un miembro de cuarto grado de los Proud Boys, una distinción reservada para aquellos que participan en un altercado físico, luego de pegarle en la cara a un presunto miembro de Antifa en junio de 2018. El 29 de noviembre de 2018 reemplazó a Jason Lee Van Dyke como líder de la organización, quien había estado al frente de ésta durante solo dos días.
Tarrio ayudó a organizar la manifestación End Domestic Terrorism (‘Acabemos con el Terrorismo Doméstico’) en Portland, Oregón, el 17 de agosto de 2019. El evento se realizó como respuesta al ataque sufrido por el bloguero conservador Andy Ngo en junio de 2019.
El 12 de diciembre de 2020, Tarrio destruyó una pancarta en una iglesia negra relacionada con el movimiento Black Lives Matter durante un mitin en Miami. Debido a esto fue encarcelado y acusado de destrucción en propiedad privada. También fue acusado por posesión de “dos cargadores de armas de fuego de alta capacidad”. Un día después de su arresto fue liberado.
En 2018, Twitter borró varias cuentas relacionadas con los Proud Boys, entre ellas la de Tarrio, a causa de que violaban las políticas en contra de grupos extremistas de la red social. Al siguiente año, Twitter detectó y removió otra cuenta creada por Tarrio.
UN ATENTADO CONTRA LA DEMOCRACIA
El discurso de la fiscalía resonó en la sala del tribunal: “Si no tenemos una transición pacífica del poder, no tenemos nada”. Tarrio, vistiendo el distintivo atuendo naranja de recluso, escuchó mientras miembros de su familia pedían clemencia. Antes de conocer su sentencia, Tarrio también se dirigió al tribunal, reconociendo su error y pidiendo perdón. Con voz temblorosa, afirmó que los eventos del 6 de enero “fueron una vergüenza nacional”.
Pese a que el líder de los Proud Boys reconoció que su candidato, Trump, había perdido las elecciones en noviembre de 2020, no logró desvincularse por completo de la falacia del fraude electoral que la multitud proclamaba aquel día fatídico, y que Trump sigue sosteniendo.
Aunque Tarrio no estaba en el Capitolio durante el asalto -una prohibición lo mantenía alejado de Washington tras haber sido arrestado por incendiar una bandera en una iglesia histórica afroamericana-, las pruebas eran irrefutables. Pasó días previos al asalto enviando directrices a miembros del grupo sobre cómo actuar el día de la marcha “Stop the steal”, convocada por Trump.
A pesar de los esfuerzos de sus abogados por presentar un argumento basado en su ausencia en el lugar de los hechos, el juez Timothy Kelly subrayó su rol central en la conspiración, destacando que el daño fue no solo físico, sino también a la esencia de la democracia estadounidense.
Otros miembros de los Proud Boys, como Ethan Nordean y Dominic Pezzola, han enfrentado sus propias condenas, así como Joseph Biggs y Zachary Rehl. La magnitud de la violencia del 6 de enero quedó clara: 5 muertos, alrededor de 140 agentes heridos y un asalto en el corazón de la democracia estadounidense.
Desde ese trágico día, más de 1,000 personas han sido arrestadas y 350 acusadas de diversos delitos, con muchos aún eludiendo a la Justicia.
Stewart Rhodes, fundador del grupo ultraderechista Oath Keepers, también enfrentó su juicio en mayo de 2022, siendo condenado a 18 años. Y mientras el entramado judicial se ensaña con estos actores menores, la sombra de Trump sigue presente. A pesar de no estar imputado directamente por el ataque, enfrenta cargos en Washington y Georgia por sus intentos de anular los resultados de las elecciones de 2020. Aún se declara no culpable, mientras los juicios en Nueva York y Miami continúan.
El legado de ese día sigue siendo una mancha en la historia de Estados Unidos, y mientras el país sigue buscando justicia, la pregunta sigue siendo: ¿qué sucederá ahora con el tejido de su democracia?
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