Este es el primer episodio de nuestra serie dedicada a explorar acciones que cada uno de nosotros puede tomar para contribuir a la salud de nuestro planeta. Hoy, nos enfocaremos en un tema fundamental: la alimentación. Desde el primer bocado que tomamos al empezar el día, hasta la última cena, cada elección alimentaria que hacemos tiene un impacto.
Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar en cómo lo que comemos y la forma en que producimos esos alimentos afectan no solo a nuestra salud, sino también a la del planeta? La producción de alimentos es un factor crítico en el equilibrio ecológico de nuestro mundo. Afecta la biodiversidad, altera el uso de la tierra, incrementa las emisiones de CO2, amplía la huella hídrica, y conduce al uso extensivo de agroquímicos, entre otros.
Sorprendentemente, la agricultura y la ganadería son responsables de aproximadamente el 20% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, situándose solo detrás del sector energético en términos de impacto ambiental. Pero el impacto no se detiene en la producción; se extiende a todas las etapas del proceso alimentario, incluido el envasado, el transporte, la distribución, y el desperdicio alimentario, complicando aún más la trama de nuestra relación con el medio ambiente.
Dado que la agricultura y la ganadería son también las actividades humanas que más agua y suelo consumen, parece razonable iniciar por aquí nuestro camino hacia un cambio de modelo. Un cambio que no solo es deseable, sino imprescindible para asegurar la sostenibilidad de nuestro planeta.
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