El Gobierno convierte un logro social en un bumerán político
La subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) del 61% en siete años podría haber sido un hito aplaudido, pero el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha conseguido que un avance social se transforme en una crisis política. El anuncio de que una parte de los perceptores del SMI tendrá que tributar por primera vez en el IRPF ha generado un incendio interno en la coalición y un rechazo generalizado en el Congreso. El PSOE asume que ha perdido el debate y ya hay voces en el partido que piden rectificar.
EL DESGASTE AUTOINFLIGIDO DEL PSOE
Desde la Moncloa se ha intentado sostener que el pago de IRPF por parte de algunos trabajadores del SMI es señal de progreso económico. Pero ni la explicación ha calado ni la estrategia ha servido para calmar el malestar dentro y fuera del Gobierno.
El problema no radica solo en la decisión en sí, sino en la forma caótica en la que se ha comunicado. La información se filtró apenas minutos antes de la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, dejando a los miembros del Ejecutivo sin capacidad de respuesta. En un movimiento habitual de Hacienda, el Ministerio dirigido por María Jesús Montero trató de aplicar una medida técnica sin prever el impacto político que tendría.
El resultado ha sido demoledor: un gobierno en crisis, un PSOE debilitado y la oposición unida en una causa que une desde Sumar hasta el Partido Popular. La imagen de Pedro Sánchez viéndose rodeado en el Congreso por aliados y rivales contra su propia política fiscal es el resumen de un error que podría costarle caro.
Fuentes socialistas admiten en privado que la batalla está perdida. “Hacienda lleva razón, pero ya es muy difícil explicarlo y este debate nos destroza a la izquierda”, reconoce una dirigente del PSOE. La filtración de la medida ha dado alas a quienes piden revertirla. Sin embargo, de momento Moncloa insiste en mantener la decisión, aunque sin descartar una rectificación si la presión aumenta.
SUMAR Y EL PP, ALIADOS EN EL FUEGO CONTRA HACIENDA
La oposición ha encontrado en este asunto una oportunidad perfecta para golpear al PSOE. Sumar, que se presentó como el gran defensor del SMI, ha convertido la medida en un punto de desgaste para sus socios. “Nosotros hemos hecho lo que teníamos que hacer, que es subir el salario mínimo”, sostienen desde el partido de Yolanda Díaz, dejando claro que el coste político deberá asumirlo el PSOE.
El PP, que tradicionalmente se ha opuesto a la subida del SMI, ha cambiado su discurso con un pragmatismo descarado. Ahora lidera una ofensiva parlamentaria para eximir a los perceptores del salario mínimo del IRPF. La ironía es evidente: los mismos que se opusieron a la subida ahora se presentan como sus grandes defensores.
En este contexto, varias fuerzas han presentado iniciativas para tumbar la decisión de Hacienda. ERC, EH Bildu, BNG, Podemos y Sumar han registrado una proposición de ley para elevar el umbral exento del IRPF hasta el nuevo SMI. Esta medida podría salir adelante con facilidad, ya que el PP también ha registrado su propia propuesta en la misma línea.
El PSOE se enfrenta así a un dilema: mantener la medida y quedar aislado o ceder y asumir la humillación de una rectificación forzada. De una forma u otra, la gestión de este asunto ha dejado claro que el mayor enemigo del Gobierno es su propia incapacidad para anticipar las consecuencias de sus decisiones.
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