Un entramado de favores, beneficios y contratos públicos enmascarados como alquileres
En el corazón de la administración madrileña, una figura destacada y cercana a la presidenta Isabel Díaz Ayuso, Ana Belén Millán, está siendo investigada por presuntos delitos de prevaricación, cohecho, tráfico de influencias y fraude. La jueza de Navalcarnero, en su resolución reciente, es contundente: “existen indicios suficientes” para llevar el caso al Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM). La pregunta que surge es inevitable: ¿hasta cuándo se permitirá que cargos públicos afines al poder vivan a la sombra de la inmunidad judicial?
LA RED DE FAVORES QUE IMPLICA AL PARTIDO POPULAR MADRILEÑO
El caso que involucra a Ana Millán no es una simple cuestión de contratos. Es la historia de un esquema que, según las pesquisas judiciales, conecta a empresas que obtenían contratos de la administración pública con beneficios económicos directos para Millán y sus allegados. La investigación destaca los pagos realizados por el empresario Francisco Roselló, beneficiario de siete contratos de la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Arroyomolinos, mientras Millán estaba al frente de esa área. Esos pagos, que en total suman 51.104,67 euros, se justificaron como “alquiler” de un ático propiedad de Millán. Sin embargo, los investigadores observan indicios de una relación poco clara entre la adjudicación de los contratos y los beneficios personales que habría recibido la diputada y su entorno.
Por si fuera poco, también se identifican otros ingresos destinados a la hermana y pareja de Millán, provenientes de empresas vinculadas a Roselló, que ascendieron a más de 120.000 euros. ¿Es casualidad que estos pagos se dieran en simultáneo a la concesión de contratos a dichas empresas? Según la Guardia Civil, el dinero recibido por los familiares de Millán se presentó bajo conceptos de “rendimientos del trabajo y actividades económicas”, pero el origen y naturaleza de estos pagos siguen siendo cuestionables. No es solo Millán, sino una red de personas cercanas a ella quienes parecen haber sido favorecidas en esta compleja trama de contrataciones y beneficios personales.
INFLUENCIA, IMPUNIDAD Y APOYO INCONDICIONAL DEL PARTIDO POPULAR
La investigación no deja dudas sobre el peso y el poder que Millán ejercía dentro de su concejalía. Las declaraciones de testigos resaltan cómo Millán manejaba directamente los asuntos de Grupo Educativo, una de las empresas de Roselló, sin permitir la intervención de personal administrativo. Los testigos indican que la entonces concejala mantenía reuniones a puerta cerrada con el empresario, negando la entrada a sus propios empleados, lo que alimenta las sospechas sobre el trasfondo de estas negociaciones. Este patrón de conducta y las decisiones unilaterales de Millán parecen ajustarse más a la lógica de quien ostenta el poder de forma arbitraria y sin transparencia, al amparo de una estructura que le asegura impunidad.
Frente a estas pruebas y testimonios, el Partido Popular no solo no ha condenado los hechos, sino que ha cerrado filas en defensa de Millán. El respaldo incondicional del partido en estos casos refleja una peligrosa permisividad hacia la corrupción, una actitud que lleva años lastrando al sistema político en España. La imagen pública del partido se deteriora, pero sus líderes optan por la protección de quienes, como Millán, ocupan cargos relevantes y están bajo el manto del aforamiento. Este apoyo incondicional no es más que una estrategia para blindarse en un momento en que la justicia está llamando a la puerta de los despachos del poder.
LA SOMBRA DEL AFORAMIENTO Y LA AUSENCIA DE RESPONSABILIDADES POLÍTICAS
El aforamiento se ha convertido en un escudo para proteger a quienes, desde sus puestos en las altas esferas políticas, ven las leyes como herramientas maleables al servicio de sus propios intereses. En el caso de Millán, el hecho de ser diputada regional le permite gozar de una posición privilegiada en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Mientras tanto, su partido elude toda responsabilidad, mientras la sociedad contempla cómo los privilegios se convierten en una barrera entre la justicia y quienes ostentan el poder.
La defensa de Millán insiste en que los pagos recibidos fueron por el alquiler del inmueble. Sin embargo, la documentación judicial revela una serie de ingresos en efectivo, por un valor total de 42.650 euros, cuyo origen se desconoce. Las fechas coinciden con los contratos adjudicados a las empresas de Roselló y, en este contexto, las explicaciones de Millán resultan poco convincentes. Cada nuevo indicio destapa un sistema de favores que funciona sin que nadie en el partido tome medidas o exija responsabilidades.
El Partido Popular, con su inacción, demuestra una falta de compromiso con los principios de transparencia y ética pública. En lugar de condenar estos hechos, apuesta por la estrategia del silencio y el apoyo sin fisuras a quienes, como Millán, deberían rendir cuentas ante la sociedad.
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