Al marcar cualquiera de las dos casillas se produce un redistribución del gasto que podría ser de interés común y mejorar la inversión pública (Sanidad, Educación, carreteras) hacia la Iglesia.
Si se quiere que nuestro impuesto IRPF vaya a Sanidad o otros servicios comunes como se viene pidiendo desde la distintos estamentos de la sociedad, no hay otra alternativa más real y solidaria: no marcar ninguna casilla es la única forma por la que todos los impuestos queden íntegros para lo común.
Si marcas cualquiera de las dos casillas no pagas más, simplemente el 0,7 de tu cuota íntegra (antes de deducciones) se destina a la Iglesia o a fines sociales o a los dos (1,4). Por lo tanto, si no señalas ninguna de las casillas tampoco pagas menos, simplemente el Estado se encarga de distribuir ese 0,7 por ciento directamente desde los Presupuestos Generales a entidades particulares como son la Iglesia católica y/o a ONGs de una u otra naturaleza, que «hacen caja» sin más esfuerzo, con privilegio, por el simple hecho de serlo, quedando menos impuestos en la hucha común de los PGE.
Si se marca la casilla se resta el 0,7% de la cuota de tu declaración a la caja común del Estado para los gastos públicos (sanidad, educación, dependencia…). Se vulnera el principio constitucional por el que ninguna religión tiene carácter estatal y se quebranta el principio de igualdad ante la ley: se discrimina por razón de creencias.

La casilla de asignación tributaria a fines de interés social
Al marcar la casilla de asignación tributaria a fines de interés social desvirtuar el deber de atención a los fines de interés social, que deben ser definidos y fiscalizados por el Parlamento y formar parte de una política de Estado. Sirve de doble financiación a la Iglesia católica: más del 30% de esta asignación se entrega a organizaciones y fundaciones católicas. De ahí que la jerarquía católica anime a señalar ambas casillas.
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