El auge de discursos extremistas no es solo un problema político; es un síntoma de una sociedad al borde del colapso.
Marion Maréchal, con 34 años y una trayectoria marcada por el apellido Le Pen, ha lanzado su propio partido, Identité-Libertés, que busca unificar el “campo nacional” de la extrema derecha francesa. Aunque asegura que su objetivo no es competir directamente con su tía, Marine Le Pen, la fractura es evidente. El mensaje de Maréchal es claro: anti-woke, anti-asistencialismo y anti-racket fiscal. Una retórica que apuesta por un discurso aún más duro que el del Rassemblement National (RN), liderado por su tía.
El contexto político francés de 2024 está marcado por la derrota parlamentaria del RN en julio, donde la coalición de partidos tradicionales bloqueó su avance. Esto, sumado a las tensiones internas del partido, ha dado espacio a figuras como Maréchal para buscar protagonismo en un momento en el que la ultraderecha busca reorganizarse tras décadas de controversias.
Maréchal ha profundizado en la línea más radical de la ultraderecha francesa. En su discurso inaugural, destacó su lucha por la «drástica reducción de la inmigración, el rechazo de la islamización y la defensa del patrimonio cristiano». Estas declaraciones muestran un giro aún más conservador, en contraste con Marine Le Pen, que en los últimos años intentó moderar su imagen para captar votos centristas.
En el plano ideológico, Maréchal se inspira en líderes europeos como Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, abogando por la creación de una coalición de ultraderecha similar. Sin embargo, las relaciones de Marine Le Pen con Meloni son tensas, marcadas por la competencia en el escenario europeo de la derecha populista.
UNA HERENCIA POLÍTICA MARCADA POR LOS CONFLICTOS
Las divisiones familiares en el clan Le Pen son legendarias. Marine y su sobrina han protagonizado años de desencuentros políticos y personales. En 2022, Maréchal apoyó a Éric Zemmour, uno de los principales rivales de Le Pen en la extrema derecha, antes de regresar al RN en 2024, en un intento por recomponer la unidad del «campo nacional». Sin embargo, el lanzamiento de Identité-Libertés en octubre de 2024 parece ser la ruptura definitiva.
El historial de disputas no se limita a la relación entre sobrina y tía. Marine Le Pen rompió lazos con su padre, Jean-Marie Le Pen, fundador del RN, al intentar alejar al partido de sus raíces abiertamente racistas. Este distanciamiento, aunque estratégico, no logró borrar del todo el legado tóxico del partido, un peso que ha lastrado sus avances electorales.
La complicada situación legal del RN añade más presión. El juicio por el presunto desvío de fondos europeos amenaza con inhabilitar a Marine Le Pen para las elecciones presidenciales de 2027. En este contexto, el movimiento de Maréchal podría interpretarse como un cálculo estratégico: posicionarse como heredera de la ultraderecha en caso de que su tía quede fuera del juego político.
A pesar de los desacuerdos, Maréchal insiste en que su relación personal con Marine sigue siendo “cordial”. Sin embargo, el lanzamiento de su partido es un golpe que podría fragmentar aún más a la derecha radical francesa, debilitando sus opciones en un panorama político cada vez más competitivo.
En una Francia desgarrada por la desigualdad, con movimientos sociales en pie de guerra y una crisis política latente, la aparición de Identité-Libertés añade una nueva capa de tensión. El auge de discursos extremistas no es solo un problema político; es un síntoma de una sociedad al borde del colapso.
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