Este miércoles, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) denunció que los talibanes habían registrado las casas de cuatro periodistas.
Poco ha durado el mensaje de calma. Los talibanes están marcando con pintura las casas de destacadas mujeres de Afganistán, con activistas, periodistas, funcionarias, blogueras o YouTubers en el punto de vista de los extremistas.
La periodista y activista por los derechos de las mujeres Amie Ferris-Rotman lo denunció en su cuenta de Twitter: “Durante la última hora, varias amigas afganas en Kabul me dijeron que los talibanes están en sus vecindarios, yendo de casa en casa, buscando mujeres que hayan participado en el gobierno o en los medios, haciendo listas”. También añadía: “Una me envió una foto desde su sala de estar que mostraba a talibanes armados”.
Homira Rezai, activista y refugiada desde hace años, denunció en declaraciones a la BBC cómo los talibanes elaboraban listas de mujeres a las que apuntar para futuros castigos. “Van de casa en casa buscando mujeres, cualquiera que haya tenido un papel en el desarrollo de la sociedad civil en Afganistán”, aseguró.
Este miércoles, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) denunció que los talibanes habían registrado las casas de cuatro periodistas. “Los talibanes deben dejar de registrar las casas de los periodistas, deben comprometerse a poner fin al uso de la violencia contra ellos y deben permitirles operar libremente y sin interferencias”, afirmó el coordinador para Asia del CPJ, Steven Butler, recoge el comunicado.
La realidad de las mujeres bajo el régimen talibán
Lo cierto es que a las mujeres les espera un futuro muy negro bajo el régimen extremista. La idea de sociedad de los talibán está basada en interpretaciones estrictas de lo que debe ser la vida de un musulmán, con el fin de combatir lo que ellos consideran el «libertinaje», considerado habitual en las sociedades occidentales.
La combinación entre las tradiciones pastunes y la interpretación radical del Islam, deriva en una serie de reformas restrictivas de la libertad de acción y decisión de las mujeres. Las reformas regulan principalmente la forma de vestir de las mujeres, su comportamiento en público, la libertad de tránsito y sus responsabilidades con la sociedad. La Inclusión que pide la ONU no existe ni se la espera.
Afganistán es una sociedad tradicional en donde la masculinidad ha estado siempre arraigada a su cultura, pero la reformas de los talibán delegaron a las mujeres la obligación de hacerse cargo de las tareas domésticas, entre las cuales estaba el cuidado y educación de sus hijos o utilizar diariamente la burqa, una prenda de vestir que envuelve todo el cuerpo.
Se prohibe trabajar a las mujeres, excepto en el sector sanitario, pero la mujer que trabajara en el sector médico no debía sentarse en el asiento siguiente al del conductor. Tampoco se les permite trabajar fuera del hogar, se controlaban sus desplazamientos y se les prohibe salir sin escolta. Se suspende la educación femenina, se cierran las escuelas mixtas puesto que hombres y mujeres no podían estudiar juntos. Se prohíbe que las mujeres convivan con otros hombres que no fueran sus familiares. Las deben caminar con calma y abstenerse de golpear sus zapatos en el suelo, para no generar ruido. Ninguna mujer afgana tiene ahora el derecho de ser transportada en el mismo coche que los extranjeros.
Las mujeres tienen terminantemente prohibido practicar algún deporte, bailar, aplaudir, volar cometas, representar seres vivos, la fotografía o la pintura en el régimen talibán.
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