Se acabó el partido que vino a cambiarlo todo para no cambiar nada en realidad
La política es como una partida de ajedrez, con movimientos estratégicos y audaces que pueden catapultar a los jugadores al apogeo del poder, o sellar su destino con un jaque mate imprevisto. En la efímera e impetuosa carrera de Ciudadanos, hemos sido testigos de tal partida, donde cada movimiento crucial se ha traducido en su inesperada e inevitable desaparición del tablero político español. Hoy nos sumergiremos en la crónica de la desgracia política de Ciudadanos, un viaje en espiral descendente marcado por cinco momentos decisivos.
El NO AL PSOE: UN RECHAZO FATAL
Albert Rivera, líder de Ciudadanos en 2019, optó por no alinearse con el PSOE después de las elecciones generales, desestimando la posibilidad de formar una mayoría absoluta robusta. Esta decisión pareció contraintuitiva y en retrospectiva, condujo a una espiral descendente para el partido. A pesar de la insinuación de una coalición por parte de los simpatizantes del PSOE, Rivera, ansioso por un papel más dominante, tal vez como líder de la oposición o incluso presidente, rechazó la posibilidad de un pacto. El resentimiento personal hacia Sánchez, sumado a la ambición de Rivera, fueron elementos cruciales que lo guiaron a un declive político.
En un intento desesperado por contrarrestar la caída en las encuestas en octubre de 2019, Rivera levantó su veto a Sánchez. Prometió que no participaría en un hipotético nuevo gobierno, pero apoyaría al socialista “en las reformas de Estado”. Sin embargo, este cambio de dirección no resultó ser la maniobra salvadora que él esperaba. El apoyo a Sánchez fue interpretado por muchos como una señal de debilidad, acelerando su caída a la irrelevancia política.
EL ADOQUÍN DE RIVERA: UN DESPLIEGUE FALLIDO DE DRAMATISMO
En una estrategia para frenar el declive en las encuestas, Rivera buscó destacar en los debates electorales durante la campaña. Sin embargo, su táctica resultó ser un golpe fallido. La presentación de un adoquín de las calles de Barcelona, similar a los que se arrojaron a las fuerzas de seguridad durante los disturbios recientes, y una avalancha de gráficos y documentos desconcertaron a la audiencia más que cautivarla. En lugar de fortalecer su posición, su popularidad cayó aún más.
EL FIN DE RIVERA. ARRIMADAS: UN LIDERAZGO INEFICAZ
Inés Arrimadas, la heredera del trono de Ciudadanos tras la dimisión de Rivera, se encontró ante la titánica tarea de revitalizar un partido que ya estaba en declive. Se buscaba en ella la posibilidad de una regeneración que, lamentablemente, nunca llegó a materializarse. Arrimadas parecía ser el rayo de esperanza, una voz renovada que podía reorientar el rumbo del partido. En su intento por galvanizar a las bases y atraer de nuevo a los votantes, se mostraba en los mítines con un optimismo excesivo. Su famoso grito de “¡Huele a remontada!” resonaba con fuerza, pero en retrospectiva, se demostró que no tenía fundamento.
Sus críticos alegaban que Arrimadas carecía de la astucia política necesaria para reformular las políticas de Ciudadanos de manera que pudieran corregir el curso del partido. Según ellos, rodeó de dirigentes que, al igual que ella, carecían de una estrategia clara a seguir. Su falta de perspicacia política quedó en evidencia cuando decidió apoyar los diferentes estados de alarma que Sánchez impulsó durante la pandemia del coronavirus y su voto a favor de leyes como la del “sólo sí es sí”. Fue como si Ciudadanos se hubiera convertido en un apoyo del sanchismo, un error que algunos ven como la condena final del partido.
El liderazgo de Arrimadas fue más allá de su mala elección de aliados políticos. Su falta de adaptabilidad y su incapacidad para leer y reaccionar adecuadamente a los cambios del panorama político, también contribuyeron a su liderazgo ineficaz. A medida que el partido se hundía, Arrimadas parecía incapaz de pivotar o adaptarse a las nuevas circunstancias. A menudo parecía estar luchando contra las corrientes cambiantes de la política española, en lugar de navegar por ellas.
EL DISPARO EN EL PIE Y LA DESUNIÓN
El declive de Ciudadanos se vio aún más exacerbado por una serie de decisiones políticas desafortunadas. La más notable de ellas fue la ruptura del gobierno de coalición con el PP en Murcia y la presentación de una moción de censura junto al PSOE. Esta maniobra provocó una cascada de eventos, incluyendo la caída del gobierno de la Comunidad de Madrid y el auge del temor en otros partidos de sufrir el mismo destino. En un intento por prevenir tal eventualidad, Ayuso convocó a elecciones para deshacerse de su socio, con Ciudadanos sufriendo una derrota catastrófica en las manos de Edmundo Bal, quedándose sin representación en la Asamblea de Madrid.
Las derrotas políticas se acumulaban, y los miembros de Ciudadanos comenzaron a abandonar el barco en búsqueda de refugio político en otros partidos. Los sucesivos comicios electorales fueron un desastre para Ciudadanos, con Castilla y León y Andalucía, donde anteriormente gobernaban en coalición con el PP, dejándolos sin representación en el parlamento andaluz y solo con el escaño de Igea en las Cortes de Castilla y León. Aunque el partido trató de reagruparse y reformular su rumbo en otoño de 2022 con un congreso extraordinario, ya era demasiado tarde.
La creciente división y la lucha por el poder dentro del partido solo agregaron sal a las heridas. Después de meses de deliberación sobre la refundación del partido, Arrimadas cedió a la presión y llevó al partido a un congreso extraordinario. No obstante, la competencia por la dirección del partido se intensificó, con Edmundo Bal desafiando a Arrimadas y a su equipo. Este conflicto interno solo profundizó las divisiones en el partido, provocando aún más inestabilidad.
28-M, EL ÚLTIMO FRACASO: LA CAÍDA FINAL
Las elecciones locales y autonómicas del 28-M fueron la estocada final para Ciudadanos. A pesar de presentar listas en la mitad de los municipios en comparación con 2019, los resultados fueron devastadores. Ni Begoña Villacís en Madrid, ni Patricia Guasp en Baleares, lograron un porcentaje significativo de votos. Al final, solo una concejal en Segovia y otra en Ciudad Real lograron obtener un escaño.
Después de este fracaso final y agotados ante la proximidad de las elecciones generales anticipadas, el Comité Nacional decidió no presentarse al 23-J. El partido insiste en que su historia aún no ha terminado y que sigue siendo relevante, pero las evidencias sugieren lo contrario. Mientras tanto, la promesa de Arrimadas de “¡Hay remontada!” resuena en el aire, una cruel ironía ante la caída del partido.
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