03 Dic 2024

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Llegan los carroñeros del negocio inmobiliario tras la Dana
DESTACADA, POLÍTICA ESTATAL

Llegan los carroñeros del negocio inmobiliario tras la Dana 

“Están haciendo negocio con nuestras desgracias, vendiendo nuestras casas como si fueran mercancía barata”

La DANA que asoló Alfafar el pasado noviembre no solo dejó a cientos de familias sin hogar, sino que desnudó las miserias del sistema económico. En el barrio de Orba, uno de los más golpeados por la riada, una inmobiliaria valenciana desplegó esta semana su estrategia comercial bajo un disfraz supuestamente altruista. Dos comerciales se instalaron en plena zona devastada con una mesa plegable, sudaderas que los identificaban como “voluntarios” y una excusa que raya lo grotesco: ayudar a los vecinos a gestionar las escrituras de sus viviendas dañadas.

Prometieron contactar con notarías para agilizar trámites, pero pedían a cambio nombres, DNI y correos electrónicos de personas que, además de haber perdido todo, se enfrentan a una crisis administrativa. La estrategia era clara: primero aparentar solidaridad, después ofrecer servicios de tasación y venta de las casas afectadas. Según Arantxa, una vecina del barrio, los comerciales llegaron a sugerirles que podían vender sus hogares sin coste alguno, publicitándolos como “una oportunidad única”.

El barrio de Orba, históricamente marginado, se enfrenta ahora al doble golpe de la devastación y la especulación. Según datos recogidos por residentes, esta no es la primera vez que las inmobiliarias o fondos buitres intentan aprovecharse de comunidades vulnerables tras un desastre. Un caso similar ocurrió en Lorca tras el terremoto de 2011, donde los precios se desplomaron mientras las empresas se enriquecían.

ESPECULACIÓN EN TIERRA ARRASADA

La indignación en Orba crece por minutos. Las vecinas y vecinos denuncian no solo el abuso comercial, sino el descaro de instalarse junto a las colas del hambre organizadas por World Central Kitchen, que lleva semanas asistiendo a las personas más afectadas. “Están haciendo negocio con nuestras desgracias, vendiendo nuestras casas como si fueran mercancía barata”, señala indignada Arantxa a El Mercantil valenciano.

El modus operandi de estas empresas no es nuevo. En barrios humildes y con alta población migrante, como Orba, el objetivo es doble: aprovechar el bajo coste del suelo y explotar la desesperación de las personas para adquirir viviendas por precios irrisorios. “Nos ofrecieron 20.000 euros para abandonar nuestras casas. Es un insulto a nuestra dignidad y una forma más de expulsarnos de nuestros barrios”, comenta otra residente.

Las cifras de tasación que manejan estas inmobiliarias evidencian el desequilibrio: según Arantxa, le aseguraron que habían vendido un bajo por 99.000 euros. Sin embargo, las viviendas en Orba no superan los 60.000 en el mercado real. La mentira es una herramienta más del capitalismo especulativo.

Orba no es solo un barrio obrero; es un espacio de resistencia. Desde el primer día, las y los residentes organizaron brigadas para limpiar las casas y evitar que quedaran abandonadas, evitando así que los especuladores se apoderaran de ellas. Pero, como lamenta un vecino, “la especulación es como un cáncer, siempre encuentra una grieta para colarse”.

UN SISTEMA QUE MARGINA Y DESPLAZA

Las instituciones tampoco son ajenas a esta tragedia. La falta de respuesta efectiva por parte de las autoridades valencianas ha dejado a cientos de familias en la intemperie, obligándolas a buscar soluciones inmediatas. “No somos una prioridad para nadie, salvo para quienes quieren hacer caja con nuestra pobreza”, denuncia un integrante de la brigada vecinal.

Este caso no es aislado. Estudios sobre especulación en zonas afectadas por desastres, como el de la ONG Oxfam en 2022, señalan que la falta de regulación en el mercado inmobiliario facilita la explotación de comunidades vulnerables. Orba es solo un reflejo más de un sistema que prioriza el beneficio económico sobre los derechos humanos.

En un contexto de crisis climática, donde los fenómenos extremos como la DANA serán cada vez más frecuentes, cabe preguntarse: ¿hasta cuándo permitiremos que el capital siga lucrándose de nuestras catástrofes?

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