Dos bloques opuestos han coincidido en algo: pedir la cabeza de Ursula von der Leyen. Y no es una pataleta: tienen 72 firmas, el mínimo legal para forzar el debate.
La presidenta de la Comisión Europea se enfrenta a un doble asedio político inédito: la familia ultraderechista Patriotas por Europa (PfE) y el grupo de extrema izquierda The Left han registrado sendas mociones de censura en el Parlamento Europeo. Su gestión está cuestionada tanto por su relación con Donald Trump como por su inacción ante el genocidio en Gaza.
Ambos grupos han conseguido las 72 firmas necesarias para forzar el debate, aunque sus motivos difieren. Jordan Bardella acusa a Von der Leyen de “capitular” ante Washington por aceptar un arancel del 15% a las exportaciones europeas mientras la UE eliminaba los suyos sobre productos industriales estadounidenses. Una encuesta difundida por Politico señala que el 52% de la ciudadanía europea se siente “humillada” por este acuerdo, con picos del 65% en Francia y del 56% en España. Un 60% cree que debería dimitir.
Desde la izquierda, las críticas apuntan a la opacidad de las negociaciones comerciales (EE.UU. y Mercosur) y a su “complicidad en el genocidio de Gaza”, denunciando que la anunciada suspensión parcial del acuerdo con Israel es simbólica y sin medidas reales.
EL “VERANO DE LA HUMILLACIÓN” EUROPEO
Más allá de las críticas de los extremos, Von der Leyen vive sus horas más bajas incluso dentro de su propia coalición (Partido Popular Europeo, Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas y Renew Europe). Ha sido acusada de abandonar los grandes compromisos que prometió:
- Europa competitiva → cedió ante las demandas comerciales de Estados Unidos.
- Europa líder en transición ecológica → desmantelamiento progresivo del Pacto Verde Europeo.
- Europa autónoma militarmente → dependencia intacta de OTAN y de Washington.
El verano ha sido un rosario de fiascos: la conferencia de Múnich en junio, el acuerdo arancelario con Administración Trump en julio y la visita en agosto a Washington D. C. para rogar que no se cediese ante el Kremlin. En el debate del Estado de la UE, líderes socialistas como Iratxe García y verdes como Bas Eickhout denunciaron su viraje fósil y su renuncia a la autonomía europea.
UN LIDERAZGO EN LA CUERDA FLOJA
Von der Leyen ya superó una moción de censura de la extrema derecha en junio gracias a la gran coalición, y es poco probable que esta vez prospere. Pero el daño político está hecho: ha perdido autoridad moral, respaldo ciudadano y el aura de liderazgo que la sostuvo.
Hoy la llaman “la presidenta del verano de la humillación”. Y si sobrevive será solo porque en Bruselas aún prefieren su debilidad a enfrentarse al vacío.
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