03 May 2024

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La última burrada neoliberal: si no tienes dinero para un piso, compra una habitación
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La última burrada neoliberal: si no tienes dinero para un piso, compra una habitación 

Escalar a la cima del capitalismo peldaño a peldaño

Escalar el Everest económico de la propiedad inmobiliaria se ha convertido en una tortuosa prueba de resistencia para las y los jóvenes en España. Luchar contra el titán del capitalismo moderno, donde el terreno se inclina hacia una vorágine de precios inalcanzables y oportunidades esquivas, requiere de resistencia. En este escenario, una insólita estrategia ha surgido: si no puedes con el enemigo, cómprale una habitación. Así es, en una extravagante paradoja del neoliberalismo, se nos insta ahora a adquirir habitaciones en lugar de pisos completos. La audacia de esta estrategia nos obliga a reflexionar: ¿Es este el un nuevo disfraz del capitalismo feroz?

Una startup cuyo nombre no mencionaremos ha entrado en España con un modelo de negocio tan neoliberal como preocupante, ha lanzado esta propuesta al mercado español. Según su CEO se trata de una estrategia para «invertir y ahorrar a la vez». En lugar de «malgastar» dinero en alquiler, las personas pueden adquirir una habitación por una suma entre 30.000 y 40.000 euros, dependiendo de la ciudad y del tamaño del inmueble. Incluso se ofrece financiamiento con cuotas mensuales de alrededor de 400 euros.

Esta cantidad puede parecer atractiva al compararla con los exorbitantes precios de alquiler en ciudades como Barcelona o Madrid, donde una habitación puede costar en promedio 800 euros al mes. Pero, ¿no estamos tratando de palear una hemorragia económica con un pequeño parche? ¿no está esta startup sacando dinero de un problema que tendría que estar siendo afrontado desde las instituciones?

La expectativa generada por esta propuesta es indudable. En un mes, la compañía tenía como objetivo atraer a 200 compradores, pero la lista de espera ya cuenta con 6.000 personas. Este sorprendente interés sugiere que hay un mercado desesperado por soluciones, dispuesto a asumir las complejidades de una propiedad compartida, o «condominio», tal como se conoce en el argot inmobiliario.

EL NEGOCIO DE CONVERTIR LA NECESIDAD EN LUCRO

Esta empresa ha diseñado un modelo de negocio que revela una áspera realidad del capitalismo: la monetización de la necesidad. La empresa adquiere propiedades a buen precio, las reforma, las amuebla y luego las vende por habitaciones. Su objetivo es expandirse por todo el país y abrirse paso en mercados del sur de Europa, como Portugal.

Sin embargo, el «éxito» de este modelo se apoya en la espalda de la precariedad. Se beneficia de la desesperación y la urgencia de las y los jóvenes que ven en este modelo una salida, aunque sea mínima, a la carestía del mercado inmobiliario. Pero hay que preguntarse: ¿a qué precio?

Las personas que optan por esta opción, lejos de romper las cadenas del alquiler, se atan a una forma nueva y posiblemente más complicada de propiedad compartida. Los acuerdos entre copropietarios, las normas de convivencia, el reparto de gastos derivados de impuestos, seguros y comunidad pueden convertir esta «solución» en una verdadera pesadilla burocrática.

LA PERPETUACIÓN DE UNA CRISIS

Esta «solución» no aborda el problema de fondo: la inaccesibilidad de la vivienda en nuestras ciudades. Al ignorar este hecho, esta solución puede perpetuar y, de hecho, agravar la crisis de la vivienda en lugar de solucionarla. Este modelo podría complicar el proceso de venta de la vivienda, al tener que negociar con un mayor número de propietarios. Este aspecto, junto con los conflictos potenciales entre copropietarios, puede hacer que la gestión de estas propiedades sea un verdadero quebradero de cabeza.

En lugar de aplaudir este tipo de iniciativas como soluciones innovadoras, deberíamos cuestionarnos por qué nuestras ciudades y nuestro sistema económico han llevado a las personas a tener que considerar opciones como esta en primer lugar. Es hora de que dejen de empujar la narrativa de que el mercado siempre tiene la solución y comencemos a buscar respuestas más justas y equitativas para las y los habitantes de nuestras ciudades.