Extranjeros y altos miembros del Gobierno han conseguido huir, pero Zarifa Ghafari, icono para las mujeres afganas, se han quedado sin ayuda.
Afganistán se encuentra en manos de los talibanes tras la caída de Kabul y la salida del presidente del país, Ashraf Ghani, después de que los extremistas llegaran este domingo a las afueras de la ciudad.
Baradar Akhund, jefe de la oficina política de los insurgentes en Catar, ha declarado el fin de la guerra de Afganistán con la victoria de los talibanes, un logro inesperado por su rapidez: «Hemos alcanzado una victoria que no se esperaba (…) debemos mostrar humildad ante Alá», ha en la primera declaración pública de un líder talibán tras la conquista del país.
Después de la entrada de los talibanes a las afueras de Kabul el domingo, el titular de Interior de Afganistán, Abdul Satar Mirzakwal, informó en un mensaje en vídeo de que se estaban produciendo conversaciones para organizar una «transición» pacífica y evitar un ataque. Los talibanes habían dicho en un comunicado que se mantendrían a las puertas hasta la transición del poder y no entrarían por la fuerza, pero finalmente han anunciado su incursión en la ciudad justificando que era para controlar posibles situaciones de robo ante la huida de las fuerzas de seguridad.
El fin de la democracia y la libertad
La sociedad afgana está en cuadro ante la represión democrática que se avecina. Y de la sociedad, las que más temen por su futuro son las mujeres. Las medidas que represión de las mujeres. La combinación entre las tradiciones pastunes y la interpretación radical del Islam por parte de los talibán deriva en una serie de reformas restrictivas de la libertad de acción y decisión de las mujeres. Las reformas regulan principalmente la forma de vestir de las mujeres, su comportamiento en público, la libertad de tránsito y sus responsabilidades con la sociedad.
Una de las mujeres que más peligro corren ahora mismo es Zarifa Ghafari, actual alcaldesa de Maidan Shahr, capital de la provincia de Vardak. Ella habló con la BBC hace tres semanas desde su apartamento de Kabul. Con los talibanes preparándose para asumir el control en la capital después de su avance, ella estaba esperando que los militantes islámicos vinieran y la mataran.
“Estoy sentada aquí esperando a que vengan. No hay nadie que nos ayude a mí ni a mi familia. Solo estoy sentada con ellos y mi esposo. Y vendrán por gente como yo y me matarán. No puedo dejar a mi familia. Y de todos modos, ¿a dónde iría?
Su padre ya fue asesinado
Comos símbolo de avance y de modernidad que representa Ghafari, con frecuencia los talibanes han jurado matar a la mujer. Su padre, el general Abdul Wasi Ghafari, fue asesinado a tiros el 15 de noviembre del año pasado, solo 20 días después de que fracasara el tercer atentado contra su vida.
«Estábamos pensando que Kabul no colapsaría ante los talibanes», dijo a Farzana Kochai, un diputado afgano. Dijo que «decenas de miles de familias huyeron a Kabul en busca de seguridad y ahora vivían en las calles y parques. Si el poder se transfiere del gobierno a los insurgentes, esas familias tendrán que regresar a sus hogares y vivir bajo el gobierno de los talibanes», indicó.
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