El presidente argentino suspende su viaje a Madrid tras perder por más de un millón de votos en Buenos Aires.
UN GOLPE POLÍTICO QUE SACUDE A MILEI
El liberticida Javier Milei soñaba con aterrizar en Madrid para convertirse en la estrella del festival ultra organizado por Vox bajo el lema “Comienza la Reconquista”. Una fiesta ideológica programada para este fin de semana en la plaza de Vistalegre, con Viktor Orbán, Marine Le Pen y Matteo Salvini como invitados de honor. Pero el plan se desmoronó de golpe el domingo pasado, cuando La Libertad Avanza encajó una derrota histórica en la provincia de Buenos Aires, perdiendo por más de un millón de votos frente al peronismo kirchnerista.
El fracaso electoral descolocó al presidente argentino. Había insistido en nacionalizar la campaña, convencido de que su nombre bastaba para arrasar en territorio bonaerense. El resultado fue exactamente el contrario: Milei no solo perdió, también elevó a Axel Kicillof a líder indiscutible de la oposición. El gobernador bonaerense, de extracción kirchnerista, emerge ahora como la figura capaz de reagrupar a todo el peronismo en una sola fuerza.
La suspensión del viaje a España es más que una anécdota diplomática. Muestra un presidente obligado a recalcular sobre la marcha, atrapado entre el desgaste político interno y la presión externa de los mercados. En octubre se celebran las elecciones legislativas nacionales y Milei sabe que no puede permitirse otro traspié. La ultraderecha argentina depende de exhibir fuerza y respaldo popular para sostener su programa de desguace estatal y ajuste fiscal salvaje.
LA ULTRADERECHA EN CRISIS
El episodio también retrata la crisis del internacionalismo reaccionario. Milei había convertido a Madrid en su segunda casa. En junio cerró el Madrid Economic Forum al grito de “muerte al socialismo”, en un acto privado donde fue recibido por Santiago Abascal y Isabel Díaz Ayuso. Un año antes había provocado una crisis diplomática con España al llamar “corrupta” a Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez. Desde su llegada al poder, era ya la cuarta visita programada a España. Todas de carácter partidista, ninguna de Estado.
La derrota bonaerense rompe esa dinámica. El liberticida argentino no se atrevió a posar en Madrid con Orbán, Le Pen y Salvini en pleno hundimiento de su propio proyecto político. Vox lo esperaba para vender músculo internacional, pero Milei necesita recomponer primero su frente interno.
En Argentina, el presidente no oculta que piensa acelerar todavía más los recortes. Lo dijo la misma noche de la derrota: ni un milímetro de marcha atrás en la política de ajuste, al contrario, más velocidad. Salud, educación y obra pública vuelven a ser señaladas como gastos superfluos. Su promesa de colocar “el último clavo en el ataúd del kirchnerismo” se ha transformado en un boomerang que fortalece a sus rivales y debilita su propio margen de maniobra.
Mientras tanto, la economía se tambalea. La inflación, la pobreza y la precarización laboral marcan la vida cotidiana de millones de argentinos y argentinas. Los recortes prometidos para contentar a los inversores chocan contra una sociedad exhausta que empieza a encontrar en el peronismo un refugio político. Si en octubre Milei vuelve a perder, el escenario de 2027 podría estar ya escrito: un regreso del kirchnerismo al poder presidencial.
El viaje cancelado a España es solo un síntoma. Lo que está en juego es más profundo: la erosión de un proyecto ultraderechista que pretendía arrasar tanto en Argentina como en Europa. Milei tendrá que quedarse en Buenos Aires para intentar salvar lo que aún queda de su capital político.
La foto de Vistalegre con Orbán, Salvini y Le Pen tendrá que esperar. La realidad argentina le ha recordado que la reconquista de los ultras se derrumba antes de despegar.
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