Trump impone su tarifa de vasallaje: energía fósil, rearme militar y aranceles del 15% mientras Bruselas lame la bota que la pisa
VON DER LEYEN APLAUDE MIENTRAS TRUMP COBRA TRIBUTO
Europa ya no negocia: capitula. El 27 de julio de 2025, Ursula von der Leyen se presentó en el campo de golf escocés de Donald Trump como presidenta de la Comisión Europea. Salió de allí como recadera. El acuerdo que ambos anunciaron no es comercial, es colonial. La UE pagará 750.000 millones de dólares en energía estadounidense, no por necesidad energética, sino por imposición política. Y además, invertirá 600.000 millones más en armamento fabricado en EE.UU.. No es un acuerdo, es una entrega pactada.
Trump chantajeó con aranceles del 30% y Von der Leyen accedió a un “compromiso” del 15%. ¿Victoria europea? No. Simple coacción maquillada de diplomacia. Se aplaude lo que debería escandalizar. La prensa institucional lo llama “certidumbre”. Certidumbre para los beneficios del lobby armamentístico, para los contratos de Chevron, Exxon y Halliburton. Inestabilidad absoluta para las clases populares europeas, que pagarán con precariedad lo que los burócratas pactan con servilismo.
No es política. Es humillación ceremonial. Trump juega al golf mientras Europa se arrodilla. Washington dicta, Bruselas firma. Y no solo eso: Ursula von der Leyen tuvo el cinismo de declarar que el acuerdo “es bueno para ambos”. Como si una paliza negociada fuera una danza.
REARMARSE, DEPENDER Y CALLAR: LA EUROPA NEOCOLONIAL
1,35 billones de dólares. Eso es lo que le cuesta a Europa evitar el castigo de su «socio» atlántico. No se trata solo de dinero. Se trata de dignidad política, de autonomía energética, de independencia tecnológica. Todo eso ha sido vendido, de golpe y sin debate público. La Europa que en sus tratados proclama la lucha climática, firma con la mano temblorosa una compra multimillonaria de gas fósil. La Europa que presume de paz, se compromete a engordar su industria militar con tecnología importada y obsoleta. No hay paz, hay servidumbre armada.
Von der Leyen no ha traído de Escocia un tratado. Ha traído una factura. Una servidumbre energética garantizada. Una dependencia militar multiplicada. Y una rendición comercial permanente. Ni una sola exigencia de reciprocidad. Ni una cláusula climática. Ni una línea sobre descarbonización. Solo sumisión y deuda.
¿Y todo para qué? Para que Trump rebaje su amenaza arancelaria del 30% al 15%. ¿Desde cuándo los secuestros económicos se resuelven pagando el rescate con entusiasmo? ¿Dónde está la voz del Parlamento Europeo? ¿Dónde el supuesto interés general?
Europa ya no es un bloque geopolítico. Es un mercado cautivo. Y no uno cualquiera: uno que paga, obedece y sonríe.
La historia recordará este acuerdo como el día en que Europa aceptó su irrelevancia sin siquiera pestañear. Una élite que se arrodilla ante la bestia no merece representar a sus pueblos.
Europa, de rodillas
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