Cincuenta docentes en Madrid denuncian el escolicidio palestino mientras el Gobierno español sigue posponiendo decisiones.
EDUCACIÓN BAJO LAS BOMBAS
“¿Puede haber una vuelta al cole con normalidad cuando 18.500 niñas y niños han sido asesinados en Gaza?”. La pregunta recorre los pasillos del Círculo de Bellas Artes de Madrid, convertido desde el 2 de septiembre en refugio de un encierro docente. Allí, medio centenar de maestras y maestros han decidido que no es posible separar su labor pedagógica del ruido de los misiles. Bajo el nombre Marea Palestina: Educación contra el Genocidio, el encierro reclama lo que el Gobierno ha prometido y no ha cumplido: un embargo de armas a Israel y la ruptura de relaciones diplomáticas.
El gesto es tan simbólico como urgente. Mientras la ministra de turno gana tiempo con plazos dilatados, 625.000 estudiantes palestinos han visto interrumpida su educación. No se trata de estadísticas lejanas: son vidas fracturadas, aulas demolidas, pizarras reducidas a polvo. La ONU registró solo entre el 22 de junio y el 5 de julio 14 ataques directos contra escuelas en Gaza, once de ellas públicas y tres de la UNRWA. El 84,6% de los edificios educativos requiere una reconstrucción profunda. ¿De qué sirve reconstruir si, al mismo tiempo, la aviación israelí bombardea una y otra vez?
Los docentes en el encierro lo tienen claro: “Hemos transformado la rabia en acción”, explica Carlos Díez, profesor de Geografía e Historia. Lo que está en marcha, insisten, no es solo un genocidio, es también un escolicidio. No se mata solo a las y los estudiantes, se asesina el derecho a aprender, a imaginar otro futuro.
LA ESCUELA COMO ESPACIO POLÍTICO
Encerrarse en el Círculo de Bellas Artes no fue sencillo. Hubo tensiones, negociaciones y finalmente la autorización de Valerio Rocco, su director. Desde ese momento, el edificio se convirtió en altavoz y trinchera. “La educación no puede seguir en la pasividad”, dicen los participantes. Recuperar la escuela como espacio político se convierte, en sus palabras, en un imperativo ético.
El movimiento Marea Palestina ya cuenta con el respaldo de unas cuarenta organizaciones. Pero su horizonte inmediato es más amplio: el 6 y 7 de septiembre leerán en plazas de toda España los nombres de cada menor asesinado desde el 8 de octubre de 2023. Solo en Madrid, la Plaza de Callao se convertirá en un gigantesco aula de duelo y resistencia, con voces que nombrarán durante doce horas continuas a miles de criaturas asesinadas.
La educación en Gaza no solo está suspendida. Ha sido ocupada por el miedo. Escuelas convertidas en refugios, patios en ruinas, maestros que ya no tienen alumnado porque murieron bajo los bombardeos. Cada aula derribada es una sentencia de futuro. Cada pupitre vacío habla de un crimen planificado: negar al pueblo palestino la posibilidad de estudiar es negar su derecho a existir.
La comunidad educativa en España lo ha entendido y ha decidido encerrarse hasta que el Ejecutivo actúe. Lo llaman encierro, pero en realidad es una apertura. Una apertura a la sociedad civil, que ahora debe elegir si permanece en silencio o se suma al grito.
Porque el genocidio no solo mata cuerpos, también silencia voces. Y cuando asesinan las escuelas, lo que buscan es asesinar la memoria.
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2 Comments
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Interesante, gracias.
Y no piden que dejen las armas tambien Hamas grupo radical islamista