El multimillonario utiliza X para atacar a la prensa y promocionar su agenda política mientras permite una ola de suplantaciones y fraudes.
Elon Musk, el hombre que transformó Twitter en X, ha intensificado en las últimas semanas una ofensiva abierta contra los medios tradicionales. Desde la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses, el magnate ha publicado al menos 41 mensajes en su plataforma criticando a la prensa y promoviendo la idea de que X es ahora la única fuente fiable de información. “Ahora sois los medios de comunicación”, insiste Musk en sus publicaciones, tratando de instaurar X como sinónimo de verdad absoluta.
Esta estrategia no es local. En Noruega, Alemania o Australia, Musk ha acusado a los medios nacionales de “mentir al pueblo”. En paralelo, ha modificado aspectos clave de la plataforma, como las tarjetas de visualización de noticias, para dificultar la identificación de las fuentes originales. En lugar de fomentar la transparencia, promueve el caos informativo y la manipulación algorítmica.
Su discurso, aparentemente destinado a empoderar a la ciudadanía, oculta un objetivo más oscuro: crear un ecosistema donde la información esté controlada por sus propios intereses y narrativas. Según un estudio de la Universidad de Queensland, el algoritmo de X prioriza las publicaciones de Musk, aumentando su visibilidad un 238% respecto al resto de usuarios. Esta maniobra le permite moldear la opinión pública mientras reduce el alcance de los medios tradicionales.
Las repercusiones de este enfoque ya son palpables. X se ha convertido en un altavoz para desinformaciones masivas y narrativas sesgadas, con publicaciones de Musk acumulando 1.200 millones de visualizaciones relacionadas con declaraciones falsas sobre las elecciones de EE. UU. La misma estrategia se ha empleado para intervenir en las agendas políticas de Brasil, Reino Unido e India, este último un mercado clave para Tesla.
UN PARAÍSO PARA LOS ESTAFADORES Y SUPLANTADORES
Mientras Musk proclama la autenticidad de X, la realidad de la plataforma es bien distinta. Bajo su mandato, se ha disparado la actividad de cuentas falsas que suplantan a medios y figuras públicas para difundir estafas y enlaces maliciosos. Personajes conocidos como Antonio Resines, David Broncano o Melendi han sido utilizados como cebo en anuncios trampa que prometen inversiones milagrosas. Estas publicaciones se difunden con el aval de pago de X, ampliando su alcance de forma artificial.
El impacto de estas estafas no es anecdótico. Según Borja Adsuara, experto en derecho digital, estas prácticas constituyen delitos claros de suplantación de identidad y fraude, que pueden ser perseguidos por la vía penal. La Unión Europea ya ha iniciado procedimientos contra X bajo la Ley de Servicios Digitales, que podrían derivar en multas de hasta el 6% de la facturación global de la empresa. Sin embargo, Musk continúa ignorando las advertencias, lo que recuerda al caso de Pavél Dúrov, fundador de Telegram, detenido en Francia por desobedecer órdenes judiciales.
Mientras tanto, las víctimas siguen acumulándose. Más de un año después de las primeras denuncias, las suplantaciones no solo persisten, sino que se han diversificado. Los ciberdelincuentes explotan las brechas de seguridad y la falta de supervisión para multiplicar sus ganancias a costa de la confianza de las y los usuarios. El caso más flagrante es el de Antonio Resines, quien ha anunciado acciones legales, aunque sigue siendo una excepción en un mar de impunidad.
El desprecio de Musk por la ética no se limita a permitir estas prácticas. La categorización de X como plataforma de noticias en dispositivos Android e iOS es otro intento de legitimar su visión manipulada del periodismo. Este cambio, que lo posiciona junto a cabeceras como The New York Times o The Economist, contrasta con la realidad de una red plagada de fraudes y bulos.
Con cada ataque a los medios, Musk consolida su monopolio sobre la información. Lo que comenzó como una red social se ha convertido en su herramienta personal para moldear narrativas globales.
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