Desde el 1 de enero hasta el 7 de marzo de 1974 el consumo de electricidad de la actividad comercial se limitó a tres días consecutivos determinados por semana, quedando exentos los considerados servicios esenciales
La crisis energética que tanto daño está haciendo a Europa recuerda a lo ocurrido en Reino Unido en la década de los 70. Mientras más de un político dice que «no se trata de que se apaguen las luces», algunos británicos aún no habrán olvidado lo sucedido entre 1973 y 1974, cuando los problemas en torno al sector del carbón hicieron al gobierno limitar el trabajo a solo tres días a la semana para racionar el consumo eléctrico.
El Ejecutivo liderado por el conservador Edward Heath anunció el 13 de diciembre de 1973 un paquete de medidas para reducir el consumo de electricidad, destacando entre ellas la «Orden del Trabajo de Tres Días», que entraba en vigor a medianoche del 31 de diciembre.
Además, la norma contemplaba que, a partir del 1 de enero de 1974, el consumo de electricidad de la actividad comercial se limitase a tres días consecutivos determinados por semana, prohibiendo a los comerciantes abrir más horas en esos días, quedando exentos los considerados servicios esenciales como hospitales, supermercados o imprentas de periódicos. Las restricciones duraron hasta el 7 de marzo de 1974.


Paralelismos entre la era de 1973 y la actualidad
La era de 1973 era muy parecida a la actual, definida por la alta inflación y la escasez de gasolina, y el país enfrentó un invierno con pocas reservas para seguir funcionando. Ahora, viendo los estantes vacíos de los supermercados y las filas interminables para comprar gasolina en Europa hace que muchos encuentren paralelismos con esa época. Además, la invasión rusa de Ucrania tampoco está poniendo las cosas fáciles.
Desde Magnet, hacen la siguiente pregunta: ¿Podría estar cerca la vuelta a la semana laboral de tres días? «Las oficinas son ineficientes desde el punto de vista económico y medioambiental. La típica mesa de oficina estaba ocupada 24 horas a la semana antes de la pandemia, pero las luces se dejaban encendidas y la oficina se calentaba durante mucho más tiempo. En plenos confinamientos en Reino Unido y Europa el consumo de electricidad cayó más de un 10%. Cuando se levantó la normativa, los nuevos hábitos de trabajo mantuvieron el consumo de electricidad entre un 5% y un 10% menos durante gran parte de 2020», ha señalado Paul Donovan, economista jefe de UBS Global Wealth Management.
«El aumento de los precios de la electricidad podría hacer que más personas trabajen desde casa durante más tiempo en invierno, lo que reduciría un poco la demanda de electricidad», añade Donovan.
A pesar de que en la década de los 70 la introducción de la semana laboral de tres días solo duró dos meses resultó ser un evento que dio forma a la política durante el resto de la década y varias más por venir.
Gran Bretaña dependía en gran medida del carbón para obtener energía en ese momento, pero los salarios se estancaron después de la Segunda Guerra Mundial y en 1970, el Sindicato Nacional de Mineros propuso un aumento salarial del 43% para sus miembros y amenazó con ir a la huelga si no se cumplían sus demandas.
Las negociaciones fracasaron. En enero de 1972 comenzaron las huelgas de los mineros del carbón y un mes después se declaró el estado de emergencia por al agotamiento del suministro eléctrico. Los apagones planificados no impidieron las graves interrupciones de la industria y que miles de personas perdieran sus trabajos.
A finales de febrero el gobierno y el NUM llegaron a un compromiso y se canceló la huelga, pero lejos de terminar la crisis, en 1973 hubo una crisis mundial de petróleo después de que los países árabes embargasen los suministros de petróleo a los países que apoyaron a Israel en la guerra de Yom Kippur.
Edward Heath, el entonces Primer Ministro, anunció que a partir del 1 de enero de 1974 el consumo comercial de electricidad para servicios no esenciales se limitaría a tres días consecutivos a la semana.
Las compañías de televisión tuvieron que dejar de transmitir a las 22:30h y a los británicos se les ordenó limitar la calefacción a una habitación y mantener apagadas las luces no esenciales, por lo que tuvieron que trabajar a la luz de las velas, se lavaban con agua hervida y se mantenían calientes envueltos en mantas y edredones.Los trabajadores de las tiendas usaban linternas frontales y en los pubs los clientes bebían con velas. Esto tuvo un gran impacto económico y muchas pequeñas empresas no lograron sobrevivir y los empleados tuvieron que ser despedidos.
El gobierno se dio cuenta de que la economía británica estaba al borde del colapso y de que era necesario encontrar una solución con urgencia. En febrero de 1974, Edward Heath convocó elecciones anticipadas, pero los conservadores acabaron perdiendo su mayoría parlamentaria.
El nuevo gobierno minoritario laborista, encabezado por Harold Wilson, aumentó inmediatamente los salarios de los mineros en un 35% después de su elección y la semana laboral de tres días terminó el 7 de marzo de 1974, cuando se reanudó el servicio normal.
A finales de 1978, las huelgas comenzaron nuevamente cuando los sindicatos exigieron aumentos salariales que el gobierno no pudo otorgar y al mismo tiempo controlar la inflación. La interrupción masiva y las heladas condiciones de esos meses le valieron a este período el título de «Invierno del descontento» que permanece en la memoria colectiva.
Quizás la situación que se está viviendo ahora en Europa, viendo que los suministros de almacenamiento de gas están en mínimos y que el precio del gas natural alcanzó nuevos máximos casi todos los días, puede llevarnos a una «versión del siglo XXI de la semana de tres días».
Los precios de electricidad considerablemente más elevados podría hacer también que algunas empresas se planteen la reducción de horarios durante el invierno y pidan a más empleados que trabajen desde casa.
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