El mundo ya no ve a Israel como un bastión de la democracia, sino como un estado genocida que contradice los principios básicos del derecho internacional.
Israel, durante décadas, ha intentado venderse al mundo como un estado que combate el terrorismo con proporcionalidad, manteniendo siempre una imagen de moralidad militar. El ataque del 7 de octubre y la respuesta israelí han destruido esa fachada. Las doctrinas militares israelíes, como la Doctrina Aníbal y la Doctrina Dahiya, han expuesto al mundo la brutalidad que rige la estrategia militar israelí, incluyendo el castigo colectivo de la población civil palestina. Las imágenes de hospitales bombardeados y barrios arrasados han cambiado para siempre la percepción global sobre Israel, que ahora se enfrenta a la condena de sectores cada vez más amplios de la comunidad internacional.
Lo que antes podía justificarse como «autodefensa» ahora se ve como un asedio genocida. Israel ha pasado de ser percibido como una víctima del terrorismo a ser considerado un estado que practica una limpieza étnica. El impacto de esta transformación en la opinión pública es incalculable, y ha debilitado la posición de Israel tanto política como económicamente.
El colapso económico es inminente
Los hechos ocurridos el 7 de octubre de 2023 desencadenó también una crisis económica de enormes proporciones. El turismo en Israel ha caído en picado, con una reducción del 80%. Puertos vitales como el de Eilat han dejado de funcionar, afectando la distribución de mercancías en un país altamente dependiente del comercio exterior. Las inversiones extranjeras han desaparecido, y la confianza en la economía israelí se ha evaporado. Los números hablan por sí mismos: Israel ha perdido 67.000 millones de dólares desde el inicio del conflicto, una cifra que no solo amenaza con hundir su economía, sino con hacer insostenible la vida en el país.
Más preocupante aún es la creciente emigración. Miles de israelíes han abandonado el país, muchos de ellos con doble nacionalidad europea o estadounidense, buscando refugio en países más estables. Este éxodo, impulsado por la incertidumbre económica y la constante amenaza de guerra, está desmoronando la base demográfica sobre la que se sustenta la idea de un estado judío mayoritario. Israel, que necesita mantener una mayoría judía para justificar su existencia como patria judía, está viendo cómo esa mayoría se evapora.
El aislamiento internacional: ¿puede sobrevivir Israel sin apoyo?
Hasta hace poco, Israel se sostenía en gran medida gracias al apoyo incondicional de Estados Unidos y otros aliados occidentales. Pero la realidad geopolítica está cambiando. Estados Unidos, en medio de una crisis interna, está reevaluando su rol en el mundo. El costo de apoyar a Israel, tanto en términos económicos como diplomáticos, se está volviendo insostenible para Washington. El foro BRICS, una organización económica que desafía el orden occidental, incluye a muchas naciones que se oponen al Estado israelí, y la atracción que ejerce este bloque está minando la influencia de Estados Unidos y sus aliados en el resto del mundo.
La era del unilateralismo estadounidense está llegando a su fin, y con ello el apoyo ciego a Israel. El mundo ya no ve a Israel como un bastión de la democracia, sino como un estado genocida que contradice los principios básicos del derecho internacional. Incluso dentro de Estados Unidos, las voces que se oponen al apoyo incondicional a Israel son cada vez más fuertes, y en un clima de crisis social y económica, el Congreso tendrá que pensar dos veces antes de asignar miles de millones de dólares a la causa israelí.
El fin de Israel es una posibilidad real
Israel se enfrenta a una tormenta perfecta de problemas: un conflicto militar en expansión, un colapso económico, una emigración masiva y un aislamiento diplomático creciente. El mito de la «tierra prometida» ha desaparecido, y la realidad es que el Estado israelí, tal como lo conocemos, podría no sobrevivir al próximo decenio. El ataque del 7 de octubre de 2023 fue el inicio de este proceso, y el mundo está siendo testigo de cómo un estado que alguna vez fue visto como indestructible está al borde del colapso.
El futuro de Israel es incierto, pero una cosa es clara: el día que cambió el mundo fue el 7 de octubre de 2023, y desde entonces, la caída de Israel parece una cuestión de tiempo.
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Sigo sin entender a quienes apoyan e incluso justifican a Israel en su descarada masacre y genocidio de un pueblo al que ya solo le queda su dignidad porque, el resto, se lo han robado, matado o destruido. Pero lo que menos consigo entender, es el Silencio de quienes si pueden parar este genocidio.