El futbolista condenado a cuatro años de prisión por abuso sexual, Santi Mina, volverá a saltar al terreno de juego para participar en los entrenamientos del Celta de Vigo.
El Celta de Vigo ha confirmado la decisión a través de un comunicado en el que explican que un burofax del futbolista reclamando ese derecho les ha obligado a retomar las convocatorias.
En su comunicado el club asegura: “A través de un burofax [Mina] exige al RC Celta su incorporación inmediata a los entrenamientos del equipo, por lo que en este caso el club se ve obligado a asumir la presencia del jugador desde este momento en las sesiones de preparación dentro de los horarios estipulados con sus compañeros”.
Cabe recordar que cuando se conoció la sentencia que condena al delantero, el Celta decidió apartarle y abrirle un expediente disciplinario.
Cheques por silencio, detectives y destrucción reputacional: Santi Mina más allá del abuso sexual
El tribunal presidido por la magistrada Társila Martínez también le impuso una orden de alejamiento de 500 metros respecto de la víctima durante 12 años y el pago de una indemnización de 50.000 euros.
Los dos futbolistas demandados habían defendido en todo momento su inocencia durante el juicio por unos hechos que se produjeron cuando el canterano vigués era futbolista del Valencia. En este tiempo, el jugador ha seguido desarrollando con normalidad su carrera futbolística, regresando a Vigo en el verano del 2019.
Eldiario.es revela que «el proceso judicial en sus diversas fases ha estado marcado por una estrategia común en casos similares: las defensas de los acusados intentaron culpabilizar a la víctima y destruir su relato».
Para ello Mina contrató a un detective privado. El investigador siguió a la víctima hasta su centro de trabajo, la grabó en la playa, en un barco y en una terraza tomando algo con sus amigos. En el informe presentado por el investigador se puede leer lo siguiente: “De todas las observaciones el 99% se realizaron en espacios abiertos y concurridos. El otro 1% han sido, una en un centro de trabajo y otra en un edificio con ella en donde mantuvieron una conversación breve y cordial sobre un piso de alquiler y ella contestó muy normal. De invasión de la intimidad, nada”.
De este modo el futbolista trataba de desmontar el relato de la víctima. En su declaración ante el tribunal, el investigador declaró que había visto a la denunciante haciendo vida normal, que un día fue al cine y que vestía ropa ajustada.
Durante el juicio también se supo que los futbolistas intentaron solucionar el problema pagando a la joven para que cambiase su relato. Según reveló la acusación particular Mina y su compañero ofrecieron 400.000 euros.
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