Las y los investigadores han identificado al ciervo como el más vulnerable a esta enfermedad, seguido por las vacas. Por otro lado, las cabras y las ovejas muestran una resistencia considerable.
El viejo continente, sin previo aviso, se ha visto sacudido por una enfermedad que causa estragos en el ganado vacuno y ciervos: la enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE). Lo más alarmante es que esta dolencia, letal en muchos casos, carece de vacuna y se propaga con una velocidad vertiginosa. España, que detectó su primer caso en Andalucía, ahora cuenta con contagios en 26 provincias. No hay cifras oficiales, pero se habla de entre 450 y 500 vacas muertas al día. Esta estadística resulta escalofriante, especialmente cuando el sector ganadero ya se tambalea debido a los costos elevados del forraje y el pienso, así como la devastadora sequía.
¿Quién es el culpable detrás de esta expansión? Los jejenes, pequeños insectos voladores, que anteriormente dejaron su huella al transmitir enfermedades como la lengua azul. A pesar de su reciente aparición en Europa, el EHE no es un enigma completo. Está presente en todos los continentes (excepto en la Antártida) y su historia se remonta a mediados del siglo XX en Estados Unidos. Las y los investigadores han identificado al ciervo como el más vulnerable a esta enfermedad, seguido por las vacas. Por otro lado, las cabras y las ovejas muestran una resistencia considerable.
La descripción de los síntomas dibuja un panorama sombrío. Desde edemas pulmonares hasta hemorragias y fiebres, la enfermedad no discrimina en su crueldad. Y las pérdidas no solo se reflejan en vidas: los y las ganaderas enfrentan graves consecuencias económicas debido a los abortos en vacas infectadas.
Se estima que la vacuna podría estar lista en un lapso de seis meses a dos años. Pero mientras tanto, la EHE está aquí para quedarse. Ante esta nueva amenaza, la pregunta que surge es: ¿estamos preparados para enfrentarla? La respuesta, al parecer, se encuentra en manos de la comunidad científica y las políticas de prevención. Mientras tanto, el ganado vacuno sigue en la línea de fuego, esperando una solución que les permita vivir en paz.
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