Reino Unido, Francia y Canadá avisan a Israel: o cesa la masacre en Gaza o habrá sanciones. Tarde. Muy tarde.
¿Ahora? ¿Con más de 53.000 muertos? ¿Después de que Gaza sea un cementerio abierto? ¿Tras semanas usando el hambre como arma de guerra y negar medicamentos a niñas, ancianos y embarazadas? ¿Ahora se plantean sanciones?
El 20 de mayo de 2025, los gobiernos de Reino Unido, Canadá y Francia lanzaron una amenaza tibia a Israel: si no detiene la ofensiva militar y permite la entrada de ayuda humanitaria, podrían aplicarse “sanciones selectivas”. Como si no llevásemos ocho meses de limpieza étnica televisada. Como si las bombas no hubieran caído ya sobre hospitales, panaderías, colegios y convoyes de la ONU.
Según el comunicado difundido por el gobierno británico, al que puedes acceder aquí, “la negación de asistencia humanitaria esencial es inaceptable y puede violar el Derecho Internacional Humanitario”.
¿Puede? ¿Todavía lo están debatiendo?
Gaza ha sido sitiada, cercada, demolida, quemada, enterrada. Más del 90 % de la población ha sido desplazada, decenas de miles de personas están atrapadas bajo los escombros, y los pocos que sobreviven se enfrentan a epidemias, sed y hambruna. Todo eso documentado, verificado, denunciado.
Y aún así, estos tres gobiernos de traje planchado y manos sucias piden “moderación” mientras siguen vendiendo armas a Israel. ¿Qué clase de justicia es esta que espera a que no quede nadie vivo para actuar?
EL CULPABLE AÚN HABLA COMO VÍCTIMA
La respuesta de Netanyahu fue tan cínica como previsible. Dijo que los líderes occidentales están “premiando el ataque genocida del 7 de octubre” y que Israel continuará hasta lograr una “victoria total”.
La victoria total de Netanyahu es la aniquilación total del pueblo palestino. Lo ha repetido con palabras distintas, pero con idéntico objetivo: tomar el control absoluto de Gaza, demoler su tejido social y borrar a su población. Lo llaman seguridad. Lo que es: una arquitectura genocida.
Más de 1.200 personas murieron en el ataque de Hamás en octubre de 2023. Ese crimen debe ser juzgado. Pero no como pretexto para justificar ocho meses de terror militar indiscriminado contra una población civil encerrada sin salida.
Israel ha bloqueado la entrada de alimentos y medicinas desde marzo. Ha bombardeado zonas de evacuación. Ha asesinado a cooperantes internacionales. Ha destruido la Universidad Islámica, las oficinas de la UNRWA, los últimos hospitales en pie.
Y mientras tanto, Europa ha vendido armas, firmado contratos, cerrado la boca.
Ahora, ante la evidencia, ante la presión social, ante las manifestaciones que colapsan ciudades enteras cada fin de semana, algunos gobiernos han empezado a titubear. Reino Unido, Canadá y Francia dicen que están “considerando” sanciones. No aplicándolas. Considerándolas.
No han retirado embajadores. No han cancelado acuerdos comerciales. No han congelado activos. Ni siquiera han suspendido sus exportaciones de tecnología militar. Solo han dicho que quizá, si Israel continúa con “estas acciones”, podrían actuar.
Como si el genocidio tuviera fases negociables.
EL LENGUAJE DE LOS CÓMPLICES
El lenguaje lo delata todo. No se atreven a decir “genocidio”. Dicen “acciones desproporcionadas”. No dicen “bombardeos sobre civiles”. Dicen “tensión en la región”. No dicen “crímenes de guerra”. Dicen “respuesta desafiante”.
Y ese miedo a nombrar es también una forma de colaboración.
Porque no basta con apoyar la solución de los dos Estados mientras se financia al Estado que arrasa el único que queda. No se puede reconocer a Palestina mientras se arma al país que la quiere borrar del mapa.
Hamas ha celebrado el comunicado. Como si un comunicado alimentara a un niño en Rafah. Como si no fuera todo una gigantesca pantomima diplomática donde se condena con una mano y se financia con la otra.
Los escombros no necesitan más comunicados. Necesitan sanciones. Necesitan justicia. Necesitan que los gobiernos que se llaman civilizados dejen de comportarse como cómplices.
Y Netanyahu, que hace tiempo cruzó la línea de lo impune, debe ser juzgado.
Si lo de ahora no es suficiente para actuar, ¿qué más necesita el mundo? ¿Un exterminio en directo con patrocinio europeo?
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