Lejos de experimentar los beneficios de lo que algunos describen como una bonanza económica, los habitantes de estas islas están lidiando con las severas consecuencias de una gestión negligente
Mientras unos pocos celebran un leve aumento del 3,9% en la economía, la gran mayoría de la población de las Islas Canarias enfrenta una realidad desoladora y muy diferente a la imagen idílica que suele promocionarse. Lejos de experimentar los beneficios de lo que algunos describen como una bonanza económica, los habitantes de estas islas están lidiando con las severas consecuencias de una gestión deficiente y una serie de problemas estructurales que ponen en evidencia la fragilidad de su modelo de desarrollo. Esta es la lucha del colectivo “Canarias se agota”, que nace con la intención de dar la alarma ante todo este cúmulo de negligencias en la gestión de los recursos de todas y todos.
Una de las manifestaciones más palpables de esta negligencia es la problemática en torno al suministro de agua, un recurso esencial que en ocasiones escasea hasta el punto de poner en riesgo la salud pública. Esta situación, lejos de ser un caso aislado, es reflejo de un problema mayor relacionado con la sostenibilidad y la capacidad de las islas para gestionar sus recursos naturales de manera eficiente.
La vivienda, por otro lado, se ha transformado en un bien prácticamente inaccesible para una amplia fracción de la población. Los precios, impulsados en parte por la demanda turística, han alcanzado niveles que muchos residentes locales encuentran prohibitivos, lo que ha llevado a una situación en la que tener un techo sobre la cabeza se ha convertido en un lujo más que en un derecho básico.
Además, los salarios en las islas a menudo no son suficientes para cubrir las necesidades básicas, dejando a muchas familias en una situación de vulnerabilidad económica. La pobreza se extiende mientras el medio ambiente sufre bajo la presión de un modelo de desarrollo que prioriza el beneficio económico a corto plazo sobre la sostenibilidad y el bienestar a largo plazo.
El turismo, pese a ser una fuente significativa de ingresos, se ha convertido en un arma de doble filo. El modelo actual, basado en un monocultivo turístico, ha demostrado ser insostenible, agotando los recursos naturales, destruyendo el territorio y deteriorando la calidad de vida de la población local. La situación se agrava con proyectos como el Hotel de La Tejita y de Cuna del Alma, que simbolizan la continua expansión turística a expensas del entorno natural y social.
Frente a este panorama, se hace evidente la necesidad de replantear las prioridades, poniendo el bienestar de las personas y la sostenibilidad de las islas por delante de los intereses económicos de una élite. La propuesta de una moratoria turística emerge como una solución potencial, un llamado urgente a detener el crecimiento turístico desmedido y reconsiderar el modelo productivo de las islas.
La situación en Canarias que nos expone “Canarias se agota” es un recordatorio de que es hora de actuar. La población local, lejos de permanecer pasiva, ha comenzado a organizarse, planteando la posibilidad de huelgas de hambre como forma de protesta y llamado a la acción. Este es un momento crítico para mostrar solidaridad con aquellos que luchan por un futuro sostenible en las Islas Canarias. La participación ciudadana y el apoyo colectivo son esenciales para impulsar el cambio necesario y asegurar un futuro donde el bienestar de la población y la preservación del patrimonio natural sean la prioridad. No permitamos que acaben con las islas.
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