En febrero, solo se vendieron 1.429 unidades en Alemania, una cifra ridícula para una compañía que hace pocos años aspiraba a dominar el sector.
Las cifras no dejan lugar a dudas: Tesla está pagando caro el respaldo de su fundador, Elon Musk, a la ultraderecha alemana. Las matriculaciones de la marca cayeron un 76,3 % en febrero en comparación con el mismo mes del año anterior, según la Oficina Federal de Vehículos de Motor alemana (KBA). Se trata de un desplome sin precedentes en el mercado germano, que se suma al descenso del 59,5 % registrado en enero.
Mientras otras marcas de vehículos eléctricos e híbridos ven crecer su cuota de mercado, Tesla se hunde en un país clave para la industria automovilística europea. En febrero, solo se vendieron 1.429 unidades en Alemania, una cifra ridícula para una compañía que hace pocos años aspiraba a dominar el sector.
El mensaje de las y los consumidores alemanes es claro: rechazan el intento de Musk de influir en la política del país. Su intervención en la campaña electoral y su apoyo explícito al partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) no han pasado desapercibidos. A pesar de que AfD logró un 20,8 % de los votos en las elecciones generales del pasado 23 de febrero, el rechazo social a la extrema derecha sigue siendo fuerte, y Tesla se ha convertido en una víctima colateral de esa resistencia.
MUSK, TRUMP Y LA EXTREMA DERECHA: UNA ALIANZA QUE SALE CARA
El hundimiento de Tesla en Alemania no se explica solo por la coyuntura económica o la competencia en el mercado de los coches eléctricos. Es una consecuencia directa del papel político de Elon Musk, que ha decidido situarse en el epicentro del trumpismo y la ultraderecha europea.
Desde que asumiera la dirección del Departamento de Eficiencia Gubernamental en la administración de Donald Trump, Musk ha multiplicado sus gestos de respaldo a la extrema derecha. Su plataforma social X (antes Twitter) se ha convertido en un altavoz privilegiado para discursos ultraconservadores y negacionistas, y su participación en la campaña de AfD en Alemania fue el detonante definitivo para el boicot ciudadano a Tesla.
El rechazo a Musk no es solo político. El canciller saliente, Olaf Scholz, y el ganador de los comicios, Friedrich Merz, han coincidido en criticar la injerencia del magnate en la política alemana. La indignación social ha sido inmediata y ha tenido una traducción directa en las cifras de ventas de su compañía.
Mientras tanto, otras marcas han aprovechado la debacle de Tesla para consolidarse en el mercado alemán. Renault creció un 50,6 %, Ford un 22,1 % y Audi un 11,3 %, demostrando que el interés por la movilidad eléctrica sigue al alza, pero con alternativas que no arrastran la carga ideológica de Musk. Además, la cuota de coches híbridos ascendió un 12 %, representando ya un 38,2 % del mercado, mientras que los eléctricos puros aumentaron un 30,8 %, alcanzando el 17,7 % del total de ventas.
El mensaje de la ciudadanía alemana es claro: no todo se reduce a tecnología e innovación. La política también se paga, y Musk está sufriendo las consecuencias de su apuesta por la extrema derecha.
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