Negacionismo climático, recortes y persecución: la respuesta del Gobierno ante una catástrofe anunciada
Más de 25.000 hectáreas calcinadas, una persona muerta, más de 200 viviendas destruidas y 1.000 evacuados. Las cifras hablan por sí solas, pero la respuesta del Gobierno de Javier Milei ha sido la de siempre: negar la realidad, atacar a quienes denuncian la crisis y desmantelar los organismos de prevención.
Los incendios forestales arrasan las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut, en un desastre sin precedentes que triplica el área quemada el año pasado. Las llamas avanzan sin control en lugares como el Parque Nacional Lanín, donde 5.000 hectáreas de bosque han sido arrasadas, o el Parque Nacional Nahuel Huapi, donde el fuego ya se ha llevado 10.700 hectáreas. La recuperación de estos ecosistemas tardará más de 200 años, si es que alguna vez ocurre.
Los brigadistas, extenuados, no dan abasto. Las cuadrillas están al límite de su capacidad física y operativa, sin recursos ni apoyo del Ejecutivo. Mientras tanto, los focos siguen activos en lugares como Epuyén, donde ya se han perdido 3.500 hectáreas, y Atilio Viglione, con otras 3.200 hectáreas calcinadas.
El ecocidio es evidente. El 95% de los incendios en Argentina tienen origen humano y la crisis climática los hace cada vez más frecuentes y destructivos. Pero en lugar de fortalecer los sistemas de prevención y combate, Milei ha elegido el camino del desmantelamiento y la persecución.
MILEI CONTRA EL PLANETA: RECORTES, PERSECUCIÓN Y NEGACIONISMO CLIMÁTICO
En medio del desastre, el Gobierno ultraderechista de Milei ha dejado clara su prioridad: atacar a los ambientalistas y abandonar el Acuerdo de París. Para el presidente, la emergencia climática es parte de la «ideología woke», un «virus» que debe erradicarse.
La única respuesta del Estado ha sido la criminalización. En lugar de desplegar más recursos y brigadistas, tres especialistas en incendios fueron detenidos y acusados sin pruebas de provocar las llamas. Cuando la población de la Comarca Andina se movilizó para exigir su liberación, la policía los reprimió con violencia. La represión es la única política ambiental del Gobierno.
Pero el ataque al medioambiente no se queda en la persecución. Milei ha destruido el Servicio Meteorológico Nacional, debilitando los sistemas de alerta temprana que podrían haber mitigado el desastre. Recortó fondos al Servicio Nacional de Manejo del Fuego y lo subordinó al Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich, la misma que durante el Gobierno de Mauricio Macri persiguió a los pueblos indígenas y los vinculó falsamente con incendios.
El objetivo es claro: desmantelar la estructura de prevención y respuesta para luego culpar a las víctimas. Bullrich ya ha ensayado esta estrategia antes. Durante el macrismo, su campaña de criminalización contra las comunidades mapuches justificó la represión estatal y abrió la puerta a la especulación inmobiliaria en tierras arrasadas por el fuego. Hoy la historia se repite, con Milei como el rostro de un proyecto aún más salvaje.
Mientras el fuego consume la Patagonia y las comunidades se organizan solas para defenderse, el Gobierno sigue haciendo lo único que sabe hacer: recortar, reprimir y negar la realidad. La pregunta es hasta cuándo podrá sostener esta farsa.
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