El acceso al aborto legal y seguro forma parte del conjunto de los derechos humanos, entre ellos el derecho a la salud sexual y reproductiva.
Amnistía Internacional ha querido aportar datos sobre el aborto, que, consideran, ha avanzado en los últimos 25 años, pero en algunos países, por el contrario, se ha producido un grave retroceso.
Al respecto, aseguran, «el lobby antiaborto mundial lanza mensajes y bulos repetidos una y otra vez sin datos ni base científica, en sus campañas de presión a la ciudadanía para estigmatizar el derecho al aborto, para lograr que los gobiernos lo prohíban o que eliminen leyes que garantizan este derecho».

La prohibición de este, asegura la ONG, «no solo no reduce el número de abortos, sino que también afectan a la posibilidad de que se practiquen de forma digna y sin riesgos. La proporción de abortos peligrosos es significativamente más elevada en los países que imponen leyes restrictivas, que en aquellos dónde estas leyes son más laxas”.
También el Relator especial de la ONU, la Organización Mundial de la Salud y el Consejo de Europa ratifica que la prohibición del aborto no hace que desaparezcan ni acaba con la necesidad de las mujeres y adolescentes a recurrir a este derecho.
«Por el contrario, una política de salud sexual y reproductiva integral, desde la formación e información hasta la atención sanitaria, garantiza la toma de decisiones responsables sobre el embarazo y la maternidad», concluyen.
Y es que el aborto no es un asesinato, ya que «el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en una sentencia de 2004, señaló que «el feto no se considera como una persona directamente protegida por el artículo 2 de la Convención” (el referido al derecho a la vida), porque si así fuera, “se limitarían de manera abusiva los derechos establecidos a las personas ya nacidas”.
Según la Organización Mundial de la Salud, 47.000 mujeres embarazadas mueren cada año por complicaciones debidas a abortos en condiciones de riesgo.
Más de 16 millones de adolescentes cada año en el mundo dan a luz y los embarazos son principalmente no deseados o debidos a relaciones sexuales forzosas, según la Organización Mundial de la Salud.
«El derecho al aborto no es un derecho aislado sino que forma parte de la salud sexual y reproductiva integral, de los derechos económicos y sociales, del derecho a la igualdad y a la no discriminación», concluyen.
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