17 Nov 2025

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Jara gana y Chile tiembla: la izquierda rompe un techo histórico y la ultraderecha afila los cuchillos
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Jara gana y Chile tiembla: la izquierda rompe un techo histórico y la ultraderecha afila los cuchillos 

La victoria de una comunista en primera vuelta revela un país que ya no traga el miedo como disciplina nacional.

UNA VICTORIA HISTÓRICA QUE DESACREDITA EL RELATO OFICIAL

Chile hizo historia. Jeannette Jara ganó las elecciones del 16 de noviembre con un 26,6% y no hay matiz que suavice el terremoto político que esto supone. Una mujer comunista encabezando los comicios en un país donde la palabra “comunista” ha sido usada durante décadas como arma de control social es, en sí misma, una ruptura del orden establecido.

Jara no solo llegó primera. Venció a José Antonio Kast, que quedó con un 24,2%, y dejó en evidencia a todas las élites que llevan treinta años sosteniendo que Chile «no está preparado» para un proyecto transformador. Las urnas acaban de demostrar lo contrario.

Con 15,6 millones de personas convocadas, en la primera elección presidencial con voto obligatorio, Chile ha hablado con una claridad incómoda para quienes han administrado el país como si fuera un negocio inmobiliario: la izquierda vuelve a ganar, y lo hace liderada por una mujer de 51 años, exministra de Boric y militante histórica del Partido Comunista.

El anticomunismo sigue vivo, sí. Pero su capacidad de determinar elecciones acaba de desplomarse. Ese es el dato político más importante de la noche.

KAST EN SEGUNDOS, PERO PELIGROSAMENTE ARMADO

Kast no perdió por mucho, pero perdió. Y eso altera toda la arquitectura del poder chileno. El líder ultraderechista, que llega a su tercer intento por La Moneda, llega debilitado emocionalmente, pero reforzado matemáticamente: Johannes Kaiser (13,9%) y Evelyn Matthei (13%) ya le entregaron su apoyo.

Si se suman esos porcentajes, Kast supera el 50%. El peligro es aritmético y político. Este no es un candidato conservador. Es un reaccionario con una agenda que propone:

  • Recortar 6.000 millones de dólares en 18 meses sin precisar dónde.
  • Instalar cárceles de aislamiento total.
  • Endurecer penas para delitos asociados al crimen organizado.
  • Fletar 2.000 vuelos de deportación para personas migrantes en situación irregular.

El país entra ahora en un combate sin guantes: 14 de diciembre, una segunda vuelta que decidirá si Chile consolida un cambio histórico o si abre las puertas de par en par a un proyecto de restauración autoritaria.

Pero no conviene olvidar lo esencial: Kast llega segundo. No ganó. No marcó el ritmo. No impuso la agenda. La mayoría de Chile votó otra cosa.

Jara, en cambio, lo hizo con un programa que habla de la vida real: control de armas, levantamiento del secreto bancario, “sueldo vital” de 750.000 pesos, aumento gradual del salario mínimo y un “hipotecazo” para jóvenes expulsados del mercado inmobiliario.

Su victoria no es una anécdota. Es la expresión institucional de un proceso social acumulado durante años: el estallido, el proceso constituyente frustrado, la desconfianza en el modelo neoliberal y la demanda de un Estado que deje de mirar hacia otro lado.

Las élites, que se creían inmunes a la historia, acaban de descubrir que los pueblos tienen memoria y que los miedos, cuando se gastan, ya no funcionan.

Chile ya eligió quién ganó. Ahora debe elegir quién manda.
Porque lo que se disputa el 14 de diciembre no es un resultado.
Es quién decide el futuro: las mayorías o quienes siempre han vivido de administrarlas.

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