«Este es el gran debate olvidado cuando hablamos de la independencia de los medios»
Diego Hidalgo Morgado
Vivimos un momento de muy poca confianza en los medios de comunicación, que cada vez se convierten más en mecanismos de propaganda serviles al poder, y lejanos a los principios democráticos y de independencia periodística.
Creo que esto debería hacer que nos planteemos si se cumple uno de los requisitos principales de la confianza tradicional en los medios de comunicación como es que sean independientes. Cada vez más gente acepta que la mayoría de medios de gran difusión no cumplen con ese requisito de independencia, o no lo hacen como deberían. Dependen en gran medida de la publicidad institucional de los gobiernos, de la concesión de frecuencias y de otras formas de financiamiento estatal. Pero esto es solo rascar la superficie. Hay que hablar del control de las corporaciones del 1%.
Para pensar la independencia de los medios, primero hay que definir qué consideramos poder político. Y para mí esta es la clave: las corporaciones del 1% son en su inmensa mayoría corporaciones privilegiadas por el poder político o directamente gestoras de poder político.
Todos estos medios de comunicación de masas son hoy día propiedad o financiados por las grandes corporaciones del 1% más rico de la población, en particular entidades financieras y fondos de inversión.
La cuestión es que, a mi modo de ver, estas grandes corporaciones no deberían ser consideradas entidades económicas exclusivamente, sino que habría que reconocer su carácter de institución o poder semi-político: muchas se dedican a la gestión de poderes y servicios políticos, y dependen de prerrogativas o privilegios políticos.
Esto conecta con la propuesta de algunos países, como Ecuador, que han planteado prohibir que los bancos sean propietarios de medios de comunicación, como si fueran un poder político. Lo curioso cuando hablas de esta medida a alguien, es que nos causa perplejidad, por décadas de ideología neoliberal inoculada, pero en el fondo de nuestra mente, sentimos que es una idea correcta. Este es el gran debate olvidado cuando hablamos de la independencia de los medios: qué grandes poderes económicos son en realidad poderes políticos.
Sobre la naturaleza de institución semi-política de las Corporaciones del 1%
Durante toda la historia, las mayores desigualdades sólo se han producido por privilegios o poderes políticos señoriales: y esto es algo que no se discute desde la antigüedad hasta el capitalismo imperial de antes de las guerras mundiales. Lo paradójico de nuestros días es que, a pesar de que nos dicen que ya no hay privilegios (en Occidente), hoy vivimos una desigualdad sin parangón. La desigualdad descomunal a favor de las grandes corporaciones del 1% es de tal nivel que sólo se puede explicar por prerrogativas políticas. De hecho, cada vez más economistas demuestran que detrás de esta desigualdad sigue estando la desigualdad política o jurídica.
Las empresas del 1% más rico son empresas que se dedican íntegramente (o una parte fundamental de sus negocios) a la gestión de recursos, servicios y poderes públicos: desde el poder de crear dinero, hasta servicios armamentísticos y militares, servicios sanitarios, gestión de los recursos de sectores estratégicos privatizados como la infraestructura de comunicaciones….
En esto están los bancos con el poder de crear dinero a través del crédito, y en la misma línea podríamos hablar de los fondos de inversión y de todo tipo de instituciones financieras y bursátiles. Tenemos que hablar también de corporaciones que basan su modelo de negocio y enriquecimiento en prerrogativas o privilegios políticos como patentes, monopolios, concesiones, y un importante abanico de medidas que garantizan o protegen monopolios u oligopolios. Por supuesto yo también metería ahí a las grandes contratistas públicas, desde las contratistas militares a las grandes constructoras o las grandes empresas prestadoras de servicios de seguridad y servicios públicos privatizados. Además, hay empresas privilegiadas con ayudas, subvenciones, nueva explotación imperial… Y todas las empresas que se benefician de los TLCs en realidad están disfrutando de un fuero jurídico de privilegio, que incluye tribunales propios dependientes.
Estas corporaciones se benefician de regulaciones jurídicas o prerrogativas políticas que permiten gestionar poderes, servicios y recursos públicos como si fueran suyos para obtener un beneficio.
Esta regulación hace que su beneficio sea mayor y el poder de utilizarlo contra los demás y para el propio interés sea mayor cuánto menos derechos tengan los demás, es decir cuanto más se recorten los derechos de los ciudadanos respecto de esos poderes servicios y recursos públicos.
Con ese beneficio y ese poder político pueden controlar los medios de comunicación para hacer campaña buscando la destrucción de los derechos de los ciudadanos y de los principios democráticos, lo que les permite cada vez acumular más poder y más capacidad de usar ese poder político en su interés contra los demás y para su único beneficio.
Así que tenemos a corporaciones que gestionan poderes y recursos públicos para su beneficio y que utilizan ese poder para destruir la capacidad de la gente de defender sus derechos como límites a los poderes públicos y los principios democráticos.
En una democracia, los recursos y poderes públicos deben dedicarse a promover los valores democráticos y los derechos de la gente, la dignidad humana, y deben potenciar la capacidad de la gente de luchar por sus derechos e intereses frente al poder. Jamás debe gestionarse el poder para el beneficio de quien lo ejerce o gestiona, pero esto es lo que se permite cuando se regula un recurso o servicio para su privatización o con poderes como el de crear dinero.
Para mí esta situación es una clave esencial para entender nuestros días, y sobretodo el avance del neofascismo y su lucha cultural.
Creo que esta es la cuestión determinante de nuestros días y creo que está explicada en el informe sobre la gobernabilidad de las democracias de Samuel Huntington. Huntington decía que había que cambiar lo que la gente aceptaba como justo o injusto y también debilitar la organización ciudadana.
Así que lo que propuso fue que las élites se hicieran con estos elementos claves del debate público, y anularan la concienciación de la gente para defender sus derechos como justos. Con el control de estos medios, se volvería a implantar en la sociedad valores tradicionales y de obediencia que permitieran a las élites controlar los poderes públicos en su beneficio y contra el interés de la gente.
Esto ha sido la estrategia neoliberal que ha machacado a la gente diciendo que sus derechos son costes, algo injusto, un robo; diciendo que la democracia es ineficaz e inmoral, y alabando constantemente a las élites y los poderosos. Esas son las raíces del neofascismo.
Lo bueno que veo es que si todo esto es así, se puede volver atrás. Necesitamos hacer lo contrario de lo que propuso Huntington para recuperar la fuerza de los derechos y de la democracia.
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