Musk difunde una narrativa peligrosa y falsa para justificar su cruzada contra los servicios públicos
Elon Musk lo ha vuelto a hacer. El magnate sudafricano, obsesionado con imponer su visión ultracapitalista a golpe de tuit, ha cruzado una línea que parecía infranqueable: disculpar implícitamente los crímenes de Adolf Hitler para atacar a los trabajadores y trabajadoras del sector público. Su última publicación en X no solo minimiza los mayores genocidios del siglo XX, sino que refuerza una narrativa peligrosa que criminaliza a los empleados y empleadas estatales y abre la puerta a un revisionismo histórico inquietante.
MUSK BLANQUEA A HITLER PARA CARGAR CONTRA LOS EMPLEADOS PÚBLICOS
Todo empezó la madrugada del pasado viernes, cuando Musk compartió en X una publicación que sostenía que Stalin, Hitler y Mao no fueron los verdaderos responsables de los millones de muertes bajo sus regímenes, sino que la culpa recaía en los trabajadores del sector público que ejecutaron sus órdenes. La reacción fue inmediata: miles de usuarios y organizaciones de derechos humanos condenaron la publicación, calificándola de trivialización de crímenes históricos y antisemitismo encubierto.
Historiadores y expertos en totalitarismos no tardaron en desmontar la falacia. Equiparar la responsabilidad de los líderes genocidas con la de los trabajadores públicos que sobrevivían en regímenes autoritarios es una distorsión histórica flagrante. Equiparar a un funcionario de aduanas o una enfermera con un jerarca nazi es una perversión intelectual que solo puede entenderse dentro del marco ideológico que Musk lleva años defendiendo: la destrucción del Estado y la glorificación del mercado.
La Liga Antidifamación (ADL) calificó la publicación como «perturbadora e irresponsable», subrayando que este tipo de narrativas no solo banalizan el Holocausto, sino que refuerzan discursos extremistas. A pesar de las críticas, Musk eliminó la publicación, pero lejos de pedir disculpas, redobló la apuesta: acusó a sus críticos de ser «aliados del nazismo» y sugirió que había una conspiración en su contra para silenciarle.
Este patrón no es nuevo. Musk ha amplificado repetidamente discursos de extrema derecha y contenido antisemita desde que adquirió X. El año pasado, apoyó un post que sugería que «los judíos controlan el mundo», lo que llevó a una fuga masiva de anunciantes. Más recientemente, cuestionó por qué nadie había intentado asesinar a Joe Biden o Kamala Harris después del intento de magnicidio contra Donald Trump.
Pero lo más alarmante es cómo Musk ha combinado esta retórica tóxica con una ofensiva directa contra las estructuras públicas en Estados Unidos y otros países. Sus ataques ideológicos no solo tienen consecuencias simbólicas, sino que están empezando a traducirse en decisiones políticas concretas.
EL CIERRE DE 18F: MUSK DIRIGE SU ATAQUE AL CORAZÓN DEL SECTOR PÚBLICO
El pasado 3 de febrero, Musk publicó en X que la oficina gubernamental 18F, dedicada a servicios tecnológicos, había sido eliminada. La afirmación fue una respuesta a un post de Alex Lorusso, un activista de derecha que afirmaba falsamente que 18F era una oficina de extrema izquierda dedicada a manipular las declaraciones de impuestos de los ciudadanos.
El comentario desató el caos. 18F no solo no era una agencia de extrema izquierda, sino que había desarrollado herramientas digitales para mejorar la eficiencia gubernamental y reducir costes. En otras palabras, 18F ahorraba dinero a los contribuyentes al evitar contratos con empresas privadas, algo que chocaba directamente con la ideología neoliberal de Musk.
Semanas después, la Administración de Servicios Generales (GSA) notificó a los empleados de 18F que la oficina sería cerrada debido a «costes operativos elevados». La explicación fue desmontada rápidamente por antiguos empleados y expertos, que subrayaron que el ahorro generado por 18F era muy superior al coste de los salarios públicos.
Todo apunta a que el cierre fue una decisión política influenciada por la presión ideológica de Musk y su entorno. Lorusso, el activista cuyo tuit amplificó Musk, es colaborador cercano de la campaña política del magnate y ha trabajado como consultor pagado para su Super PAC. La desaparición de 18F es el desenlace lógico de una ofensiva más amplia para desmantelar estructuras estatales en favor de soluciones privadas y corporativas.
El sindicato de empleados públicos (AFSCME) denunció el cierre como una represalia política y acusó a Musk de «sabotear la infraestructura estatal para beneficio privado». Las y los trabajadores públicos afectados incluyen a enfermeros, bomberos, docentes y personal sanitario. La narrativa de Musk, que los presenta como parte de una conspiración burocrática para controlar al ciudadano, ha calado en ciertos sectores de la derecha radical estadounidense.
Este no es solo un ataque a una oficina gubernamental: es una estrategia para debilitar las estructuras públicas y transferir poder al sector privado. Musk ha hecho de X el altavoz de una campaña ideológica que busca reducir el papel del Estado y consolidar el dominio de las grandes corporaciones. Lo que empieza como una publicación en redes sociales termina afectando a miles de trabajadores y trabajadoras, destruyendo empleos y servicios esenciales para la ciudadanía.
DE HITLER A 18F: UNA ESTRATEGIA COHERENTE
El hilo conductor de estos eventos es claro: Musk está utilizando su influencia y poder mediático para reforzar una agenda ultraliberal y reaccionaria. La narrativa de que los trabajadores y trabajadoras del sector público son los culpables de los fracasos del Estado es una construcción ideológica que justifica recortes, despidos y privatizaciones. El blanqueamiento de dictadores como Hitler y Stalin no es una provocación aislada, sino parte de una estrategia de revisionismo histórico para desmantelar las conquistas sociales y democráticas del siglo XX.
La deriva ideológica de Musk tiene consecuencias concretas. Su control sobre X ha convertido la plataforma en una máquina de propaganda para la extrema derecha, donde las teorías de conspiración y las narrativas de odio tienen cada vez más espacio. Lo ocurrido con 18F no es solo una anécdota administrativa: es una advertencia sobre cómo la ideología ultracapitalista y autoritaria de Musk está moldeando el futuro de las instituciones democráticas.
La pregunta es hasta cuándo se le permitirá seguir desmantelando el sector público y reescribiendo la historia a su conveniencia.
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En China,lo arreglan rápido,y los familiares,pagan la bala….
Black panthers, weather underground dónde están vuestrxs herederxs ??? Hoy más que nunca vuestro país os necesita.
Más Luigi y menos Munsk.
Salud