La lucha contra la tauromaquia, más allá de sus implicaciones legales, es un llamado a la reflexión sobre qué tipo de legado queremos dejar a las futuras generaciones.
La Mesa del Congreso ha dado luz verde a la tramitación de una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) con un objetivo claro y contundente: desmantelar la armadura legal que actualmente protege a la tauromaquia, una práctica consagrada como patrimonio cultural en el país. Esta decisión no solo abre las puertas a un cambio legislativo significativo sino que también enciende la mecha de un debate sociocultural profundo sobre los valores que queremos perpetuar en nuestra sociedad.
El pasado 16 de septiembre de 2023, un mosaico de pancartas contra la tauromaquia coloreó las inmediaciones de la icónica plaza de toros de las Ventas, en Madrid, donde decenas de activistas y ciudadanos comprometidos con la causa animalista alzaron su voz en un clamor unísono por el fin de esta práctica. Esta movilización es un reflejo palpable del creciente descontento social hacia una tradición cada vez más cuestionada y rechazada por una parte significativa de la población.
UNA LUCHA CONTRA EL RELOJ Y EL SISTEMA
La aprobación para tramitar la ILP no es más que el comienzo de una carrera contra el tiempo y el escepticismo político. Los promotores de esta iniciativa, provenientes de diversos colectivos en defensa de los derechos de los animales, se enfrentan ahora al desafío de reunir nada menos que 500.000 firmas en un plazo de nueve meses, extendible a tres adicionales, para que su propuesta sea considerada en el Congreso. Este requisito, lejos de ser una mera formalidad, se erige como un testamento de la voluntad popular y el deseo de reforma social.
A pesar de que algunos sectores insisten en perpetuar la tauromaquia como un elemento intrínseco de la cultura española, los datos recientes del Ministerio de Cultura evidencian una realidad ineludible: la tauromaquia está en franca retirada. En la última década, los eventos taurinos se han reducido a la mitad, pasando de 2.684 en 2009 a 1.425 en 2019, una tendencia que desmiente cualquier argumento sobre su supuesta popularidad o aceptación social.
Los resultados de una encuesta nacional, divulgados por el ministerio dirigido por Ernest Urtasun, son aún más reveladores: solo el 8% de los encuestados manifestó haber asistido a algún evento taurino, dejando en claro que el interés por estos festejos es, en el mejor de los casos, marginal. Esta estadística no solo cuestiona la relevancia cultural de la tauromaquia en la actualidad sino que también plantea serias dudas sobre la legitimidad de su protección legal y financiamiento público.
LA BATALLA POR UNA SOCIEDAD MÁS ÉTICA
La ILP representa más que la simple derogación de una ley; simboliza una lucha por redefinir los pilares éticos de nuestra sociedad. Frente a nosotras y nosotros se despliega la oportunidad de liderar un cambio progresista, de demostrar que las tradiciones pueden evolucionar y que el respeto por la vida en todas sus formas es un valor inalienable en una sociedad moderna y éticamente avanzada. La lucha contra la tauromaquia, más allá de sus implicaciones legales, es un llamado a la reflexión sobre qué tipo de legado queremos dejar a las futuras generaciones.
Este es un momento para que la ciudadanía, las y los legisladores, y la sociedad en su conjunto, ponderen si la tradición justifica el sufrimiento o si ha llegado el tiempo de trazar un nuevo camino hacia un futuro más compasivo y justo para todos los seres vivos.
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